, , ¿ Exito ¿ ! Que terror!
intolerancia ante nuevas responsabilidades y el no creerse capacitado para el puesto. Durante años di charlas por el Interior del país, satisfactorias y alentadoras. En la actualidad, rechazo invitaciones laudables, convencida de que voy a desencantar con mi presencia personal. Solo aquellos que con denuedo me han dicho “estoy a seis cuadras de tu casa y paso a buscarte” o “Acabo de estrenar un depar tamento en Buenos Aires y necesito que lo conozcas”, lograron convencerme. El tema me preocupa. ¿Estaré a la altura de las expectativas? Hasta ahora he logrado amigos como Deoliria Paladini, de Rosario, con la que viajé varias veces a Punta del Este y convivimos como hermanas aquerenciadas, más otras varias relaciones igualmente valiosas y entrañables. Desde ya que me dispongo a cambiar cada día, a cada instante, con cada comentario o e-mail que me envían, y sé que conseguiré abrazar a mis seguidores uno por uno, aunque me digan, como me ha pasado: “¿ Cómo es posible, pensando con lógica, que te hayas divorciado dos veces y ahora estés sola?”. Vencer los miedos a la crítica ajena también tiene que ver con una perentoria búsqueda de perfección personal (Facebook ayuda a mostrarnos ideales). Asegura Charles Augustin Sainte-Beuve: “el éxito consiste en vencer el temor al fracaso”. Y el que nunca ha fallado es porque no intentó nada nuevo o no persistió o se dio por vencido. Es cuando aparece la voluntad como motor esencial. Walt Disney fue despedido de una publicación por falta de imaginación; Steve Jobs se deprimió cuando lo eliminaron de la compañía que él mismo había creado; Oprah Winfrey fue invitada a retirarse de un programa porque su tipo no respondía a las normas televisivas y Einstein comenzó a hablar a los cuatro años, por lo que sus médicos af irmaron que era probable que padeciera retraso mental. Entonces, la obstinación y el empeño invierten su poderosa motivación. Los expertos aconsejan anotar en una hoja las incapacidades que se cree tener y, en otra, las posibles soluciones, conf iando estas últimas a un ser querido. A la vez, hay que responder con criterio propio, las salidas potables de nuestros inevitables pánicos. Al no coincidir con la opinión ajena, que es lo que suele pasar, encontraremos la razón profunda de nuestros resquemores bien taponados con una sonrisa y “todo bien, estoy de diez”. El encumbrado emprendedor canadiense Brian Tracy considera que para alcanzar la culminación personal hay que hacer un hábito diario de la tarea que más rechazo o desasosiego nos causa. Creo que tiene razón Henry Ford cuando af irma: “Cualquier meta, no importa lo grande que sea, puede lograrse si la partes en suficientes pedazos pequeños”. ¡ Casi nada! Prefiero a nuestro Pablo Neruda cuando asegura: “Si no escalas la montaña, no podrás disfrutar del paisaje”.