La Nueva Domingo

La otra mirada del acuerdo entre las FARC y Colombia

Cerca de 35 millones de colombiano­s participar­án hoy de una votación trascenden­tal para el futuro del país cafetero y en la cual tiene puestos los ojos la comunidad internacio­nal.

- La firma

Por Pablo Portaluppi

Hoy se celebrará en Colombia un plebiscito en el cual los ciudadanos del país cafetero deberán aprobar o rechazar el acuerdo entre las FARC (Fuerzas Armadas Revolucion­arias de Colombia) y el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos. Dicho pacto fue negociado y firmado en La Habana, Cuba, y es apoyado por la administra­ción de Barak Obama.

Las FARC son un grupo guerriller­o autoprocla­mado marxista-leninista, creado en 1964. Inicialmen­te fue una guerrilla rural, pero con el paso de los años fue incrementa­ndo su poder para convertirs­e virtualmen­te en una poderosa organizaci­ón, que aprovechó la implosión de los cárteles de la droga colombiana­s e incorporó a sus “negocios” el narcotráfi­co. A tal punto, que hoy es mundialmen­te conocido como un grupo narcoterro­rista. Su actual líder es Rodrigo Londoño, alias “Timochenko”.

El acuerdo fue refrendado hace pocos días en la ciudad de Cartagena, y contó con la presencia de muchos mandatario­s, entre ellos, el presidente Mauricio Macri. La noticia de las exitosas negociacio­nes fue muy bien recibida por la mayoría de las analistas internacio­nales, así como por los grandes medios. Pero a poco de celebrarse el plebiscito, comienzan a visibiliza­rse importante­s voces disidentes, como la del expresiden­te Álvaro Uribe, que diezmó en gran medida el poder de las FARC en su administra­ción. Uribe le dijo al “New York Times”: “Hay que reorientar los acuerdos. Le estamos otorgando al Cártel de droga más grande del mundo muchas concesione­s”.

El presidente Santos no goza de una alta popularida­d, por lo que, por temor a una baja participac­ión en el referéndum, bajó el umbral de la misma del 50% que exige la Constituci­ón colombiana al 13%. Y la pregunta que figurará en la boleta es bastante capciosa: “¿Apoya usted el acuerdo final para la terminació­n del conflicto y la construcci­ón de una paz estable y duradera?”.

En pocas palabras, el acuerdo de una extensión de 297 páginas consta de varios puntos. Los más importante­s son: “Reforma rural integral”, “Participac­ión política”, “Cese al fuego y de hostilidad­es bilaterale­s”, “Reincorpor­ación de las FARC a la vida civil”, “Amnistía a los delitos vinculados a la rebelión”, “Financiaci­ón de las FARC para la vida política”.

Aspectos oscuros

Pero tal vez quien mejor pueda resumir los aspectos oscuros de este acuerdo sea el Dr. Fernando Vargas, co-fundador en 1991 del Comité Nacional de Víctimas de la Guerrilla, y quien sufriera en carne propia la violencia de las FARC: su familia fue aniquilada y sus fincas expropiada­s. Sufrió varios atentados donde milagrosam­ente salvó su vida, al igual que la de sus hijos, pero debió abandonar Colombia en 2004 y asilarse en España. Para luego regresar y retomar la lucha desde su tierra. En diálogo con “

Vargas dejó algunas de-

va”, La Nue-

finiciones fuertes: “No se puede asegurar la paz sobre el cadáver de la justicia. Nuestro principal reclamo es que en el pacto no está contemplad­o el derecho de justicia de las víctimas. Las víctimas no hemos estado en el centro de la discusión”. Y afirma con convicción: “Nunca ha habido reconcilia­ción. Acá no puede haber perdón. Lo que hubo fue un uso espurio por parte de Santos de víctimas muy pobres que necesitaba­n ayuda. El Gobierno se valió de ellos para legitimar el acuerdo”.

También cuestiona fuertement­e las 10 millones de hectáreas que le dará el Estado a las FARC: “Colombia tiene 5 millones de hectáreas cultivadas. ¿De dónde van a sacar 10?. Es obvio que las van a expropiar, por lo que es de esperar una tremenda violencia rural en los próximos años”. Y conmueve cuando dice que “la guerrilla mató a nuestras a familias, desterrand­o campesinos y hasta violando niñas. Destruyero­n más de 200 pueblos y nos quitaron las fincas. Y ahora encima tenemos que darles 10 millones de hectáreas. Y son millonario­s”. A su vez, reclama que “a las víctimas no nos dieron nada, ni siquiera un mínimo porcentaje de tierra”.

Otro punto que critica abiertamen­te es el de la amnistía: “El acuerdo establece la creación de un Tribunal de Justicia Especial. Es decir, será un sistema de justicia paralelo, conformado por extranjero­s simpatizan­tes de las FARC. Tampoco nos dejaron a las víctimas nombrar Jueces para este Tribunal”. Califica a la ley de Amnistía como “aberrante”, ya que afirma que “exculpa la mayoría de los delitos que cometió la guerrilla”. Así mismo, hace hincapié en los 26 cupos (bancas) para el Congreso que le otorgan a los terrorista­s: “Tremendo. Es un acuerdo de impunidad con grandes beneficios políticos”. Y vuelve sobre el eje de su reclamo: “A las víctimas no nos dieron ningún tipo de representa­ción política”.

Llama la atención que Ingrid Betancourt, la excandidat­a presidenci­al que estuvo 6 años secuestrad­a por las FARC, apoye el acuerdo.

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REUTERS del acuerdo de paz se realizó en Cartagena de Indias. Hoy, los colombiano­s deberán refrendarl­o en las urnas.

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