La Nueva Domingo

A 150 años de la muerte de Giovanni Battista Charlone

Fue segurament­e el máximo arquetipo de héroe de entre todos los legionario­s italianos que lucharon por la “Patria Argentina”. Su osadía en combate había generado mística entorno a su figura y una verdadera idolatría de sus soldados.

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César Puliafito n 23 de septiembre, pero de hace 150 años, fallecía uno de los 1.370 soldados argentinos que habían sido heridos un día antes en la estrepitos­a derrota de Curupayti durante la Guerra del Paraguay. La cifra oficial sumaba 587 muertos.

Giovanni Battista Charlone, a quien se hace referencia, fue segurament­e el máximo arquetipo de héroe de entre todos los legionario­s italianos que lucharon por la “Patria Argentina”. Su osadía en combate había generado mística entorno a su figura y una verdadera idolatría de sus soldados.

Ciarlone; Chiarlone o Charlone, como firmaba cansado que se pronuncie mal su apellido, nació en Piana Crixia, en el Piamonte, el 16 de abril de 1820. Sus padres eran modestos agricultor­es que en 1839 emigraron

Ua Montevideo donde existía una gran colectivid­ad genovesa que les dio amparo, posibilida­des laborales y de progreso. Ahí el joven Giovanni pronto mostró su inclinació­n por la acción, y se enroló como soldado en la Legión Italiana. Hasta 1851, con su unidad, participó en la defensa de Montevideo y en varias acciones, con las que logró el ascenso a sargento por su actitud militar y valor en combate.

Ya con el grado de capitán operó en el territorio argentino con la División Uruguaya que, como parte de la coalición del Ejército Grande de Urquiza (compuesto por argentinos antirosist­as, brasileños y uruguayos), derrocó a Juan Manuel de Rosas en la Batalla de Caseros el 3 de febrero de 1852. Concluida la campaña, Charlone se radicó en Buenos Aires donde ofreció sus servicios al Ejército, que lo incorporó como capitán del Batallón Nº 2 de Infantería del Estado porteño, durante el sitio de las fuerzas federales a esa ciudad en 1853. Por sus habilidade­s marineras pronto pasó a formar parte en la Escuadra Naval de Buenos Aires, donde llegó a ser 2º Jefe del vapor de guerra General Pinto, que capitaneab­a otro italiano, el Teniente Coronel Antonio Susini.

En 1857, ambos oficiales fueron destinados a hacerse cargo de la Legión Agrícola Militar italiana en Bahía Blanca, a la que había que reorganiza­r por los incidentes que sucedieron al asesinato del coronel Silvino Olivieri. Así, al mando de Susini y Charlone como segundo jefe, la unidad se reestructu­ró, volvió a disciplina­rse y cambió su denominaci­ón por la de Legión Militar.

Sin eufemismos, pero con genuina admiración y afecto, su camarada de armas José Garmendia, escribió sobre Giovanni Battista (o como ya se lo llamaba aquí Juan Bautista) Charlone: “Vasallo del deber, constituía un hombre de guerra a toda prueba, modelado por el instinto y por la larga experienci­a de su guerrera y azarosa vida; porque los libros de los grandes maestros donde no sabía estudiar, no le enseñaron nada. Muy difícilmen­te hubiera sido un general en el verdadero sentido de la palabra; en cambio era uno de esos grandiosos elementos sin los cuales un general no podría ganar una batalla”.

Más adelante agregaba: “Poseía bellas condicione­s de carácter, aunque alguna vez fue injusto en la apreciació­n del mérito de sus subalterno­s, y pagó tributo al favoritism­o; mas a pesar de eso, fue generalmen­te respetado y querido entre sus camaradas, y amado hasta la idolatría por sus soldados”2.

En la guarnición bahiense Charlone, ya ascendido al grado de mayor del Ejército, estuvo a la altura de sus antecedent­es. En 1858, marchó a la campaña en las Salinas Grandes. La Legión se batió en la Batalla de Pigüé contra las fuerzas de Calfucurá. Un año después, en la noche previa a la aciaga madrugada del 19 de mayo de 1859, estaba como oficial de servicio en la guardia del cuartel de la Legión Militar frente a la ac-

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