La Nueva Domingo

El lago Baguilt, la meca para los pescadores y los audaces andinistas

Cerca de Esquel y de Trevelín, corazón de la Patagonia cordillera­na, este lago es el límite natural con Chile y último acceso al circuito Huella Andina.

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Corina Canale ti-bolsillos, los chocolates.

Fanático de los planos, sabe que el lago pertenece a la cuenca del río Futaleufú y que, a través del río Yelcho, en Chile, desemboca en las frías aguas del Océano Pacífico.

“La pesca con mosca y devolución es una de mis grandes pasiones”, agrega este hombre alto y robusto que viene de Salt Lake City, ciudad del estado norteameri­cano de Utah, una urbe a la vez cosmopolit­a y campesina.

Cuenta que “las montañas Rocosas abrazan mi ciudad y que la Isla Antelope, en el gran lago, es mi refugio cuando los caminos del mundo me devuelven al hogar”.

Más allá de la pesca de truchas, esta comarca cercana a Trevelin, la “ciudad del molino” de los galeses, desafía a los montañista­s con los 2.271 metros del Cerro Cónico, que custodia el lago con sus picos de nieves eternas.

Los que no alcanzan la cumbre llegan hasta el mirador desde el que se ve el glaciar colgante del Cónico, creador de este lago cordillera­no que se nutre de sus aguas.

El lago, a los 1.000 metros de altura sobre el nivel del mar, entre tupidos bosques andinos de lengas, ñires y cohiues, es el límite natural entre Argentina y Chile.

Estos árboles milenarios nos hablan del origen de la vida. Sentados junto a la chimenea a leña del albergue, en sillones cubiertos con cueros de ovejas, Andy aporta una mirada distinta sobre el sen- derismo, que en este siglo XXI se ofrece como un nuevo e interesant­e eslabón del turismo.

Él dice esto: “lo que ahora se llama senderismo fue una práctica ancestral de la humanidad, para abrir huellas en busca de alimentos. No lo hacían porque era bueno para la salud, porque no conocían ese concepto, y tampoco por placer. Era una necesidad”.

También admite que Pitágoras de Samos ya decía “apártate de los caminos frecuentad­os y camina por los senderos” y, también, que a comienzos del siglo XX el francés Henry Viaux introdujo el senderismo entre la burguesía.

Cree que lo que llamamos senderismo es el rescate del espíritu de aquellas viejas rutas de la “caminería”.

Para el viajero eterno de Utah “mirar el glaciar fue como penetrar en el misterio de la formación de los hielos de altura, en medio de una biodiversi­dad purísima”.

El lago Baguilt es el último acceso al circuito Huella Andina Patagónica, que une el Lago Aluminé, en Neuquén, con este lago de Chubut.

Se trata de un un trayecto señalizado con bandas azules y blancas, porque “aunque tú no sepas donde vas, el camino sí lo sabe”.

Retomé mi viaje hacia el norte, hacia la Isla de Chiloé, y dejé a Andy absorto sobre un mapa de la Antártida.

El síndrome del viajero eterno lo había atacado de nuevo.

El lago Baguilt se encuentra ubicado a 22 kilómetros de la ciudad de Trevelín. Su superficie es de unos 15 kilómetros cuadrados.

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FOTOS: ARCHIVO LA NUEVA.
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