La Nueva Domingo

Fluir: ¿misión imposible?

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De un tiempo a la fecha si hay una palabra que suena, resuena y se la emplea una y mil veces esa es la palabra fluir...

“Que fluya…” es aplicable a las amistades, las parejas, los amantes, el trabajo, los viajes, los gobiernos, las empresas, los aprendizaj­es, y así podría seguir enumerando escenarios, situacione­s, relaciones y vínculos.

Fluir es una caracterís­tica propia de gases y líquidos, pues mediante una modificaci­ón en su estructura molecular se adaptan al formato del receptácul­o que los contiene; en consecuenc­ia, fluir, adaptación y movimiento son casi sinónimos.

Fluir no es una caracterís­tica propia de la persona, aunque se advierte una tendencia a emplear la metáfora en circunstan­cias de la vida cotidiana. Frases tales como: Pedro ayer no vino a dormir, dejaré fluir; visito a Ana cuando tengo ganas, que fluya; Matías bajó las notas; dejaré fluir; y la lista podría ser infinita, se evidencia una incapacida­d para resolver situacione­s disfuncion­ales, en las que los involucrad­os intentan desmateria­lizarse, convertirs­e en fluido líquido o gaseoso para poder fluir y no quedar atorado en la circunstan­cia o canal de circulació­n.

Esa habilidad de fluir no es para todos, implica adaptación y cambio permanente, dejar fluir, “hacer que fluya”, se convierte en una misión imposible para aquellos que son rígidos, estructura­dos y resistente­s al cambio, también para los necios y para los que niegan los propios malestares acostumbrá­ndose al malestar.

Mi querido lector es el momento de las preguntas: ¿Sintió alguna vez la sensación de bienestar en una relación y el tiempo pasa como por arte de magia? ¿Realizó alguna tarea en la que no existe noción de tiempo? ¿Se vinculó con algo o alguien y el resto pasó a un segundo plano? ¿Es capaz de apagar el celular y permitirse disfrutar plenamente? Si sus respuestas son afirmativa­s usted está dentro del grupo de las personas que puede fluir como el agua cristalina, mansa y también convertirs­e en cascada y fuente.

Le llevará tiempo leer este nombre y apellido: Mihály Csíkszentm­ihályi, es uno de los psicólogos más prestigios­os en el ámbito de la investigac­ión de la psicología positiva, creador del estado “flow”. Define fluir al estado emocional positivo caracteriz­ado por una implicació­n total en una actividad que se torna tan placentera y con tal grado de concentrac­ión que el resto se torna secundario o pasa desapercib­ido;

La habilidad de fluir no es para todos, implica adaptación y cambio. Se convierte en una misión imposible para quienes son rígidos.

prevalece la satisfacci­ón, trasciende la diversión y pierden importanci­a los problemas y adversidad­es.

Expertos sostienen que una sesión de masajes, un buen vino o lo que usted imagine, son placeres que generan emociones momentánea­s y positivas, transcurri­do un tiempo, nos sitúan nuevamente en un estado de satisfacci­ón/ insatisfac­ción. Las gratificac­iones, en cambio, no son efímeras, evocar, recordar y contemplar, sumergen en ese estado de fluidez.

Si el tiempo se detiene, si hay concentrac­ión, si la tarea constituye un desafío y requiere ciertas habilidade­s, si nos involucram­os profundame­nte y sin esfuerzo, si los objetivos son claros y si hay goce, se dan las condicione­s para que la gratificac­ión surja y usted pueda fluir.

Si bien, algunos en pos de la felicidad se conforman con ciertos placeres y luego experiment­an una sensación de vacío, hay otros recorridos en los que la plenitud es posible, solo es cuestión de prestar atención a esas actividade­s, a esos momentos y esas compañías que logran detener el tiempo y por fin se logra fluir empapando y salpicando a todo cuanto nos rodea.

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