La Nueva Domingo

Minimizar el tropiezo de una semana negra

- Lo que

Hay funcionari­os del gobierno que en las últimas horas hacían un control de daños y al mismo tiempo buscaban minimizar el alcance de los contratiem­pos de una semana verdaderam­ente negra. En especial por los reveses impensados que Cambiemos sufrió en el Congreso. Esos mismos hombres encuentran consuelo en una sensación que ha comenzado a campear en otros despachos del poder: la escena se va a poner cada vez más difícil en la medida en que los fragores de la campaña electoral vayan tomando la verdadera temperatur­a de lo que viene y por lo que está en juego.

Es cierto que a veces hay distintas miradas y opuestos estados de ánimo o de temple a la hora de hacer aquel repaso. Lo que para algunos pareciera un maremoto que les cayó encima, para otros más fogueados y con mayor experienci­a se trató apenas de un rio de aguas encrespada­s.

La síntesis de esas cavilacion­es dice que el gobierno sintió el golpe de la jugada de Elisa Carrió que tiro para atrás el proyecto para reformar el Ministerio Público Fiscal, que buscaba el modo de forzar una salida anticipada del cargo de Alejandra Gils Carbó.

También que ahora mismo ni siquiera en los sectores más duros del macrismo, tras el nuevo revés que les propinó la diputada, hay ánimo de insistir por la vía del juicio político. Un objetivo inalcanzab­le porque se necesitan mayorías especiales que Cambiemos no tiene ni de lejos.

Otro impacto se produjo tras el fallido intento por avanzar en Diputados con el proyecto de ley de Participac­ión Público-Privada en la obra pública. Una iniciativa cara a los sentimient­os del presidente. Hay que decirlo: en despachos de la Casa Rosada se reconoce que más que una derrota del oficialism­o se trató de una torpeza de la propia tropa que en todo caso, se enojan los confi- dentes, no debió pasar. La verdad es que si hubo falta de coordinaci­ón entre los jefes de bloques de Cambiemos y Emilio Monzó se notó. Igual en el Ministerio del Interior reducen el tema a una simple vuelta del texto a comisión, y descuentan que segurament­e esta semana el proyecto será aprobado.

Hasta justifican la euforia del kirchneris­mo que comanda Héctor Recalde. "Ellos celebran el daño que le pueden hacer al gobierno, es lo que les ordenan hacer".

Todo hace más ruido que el acostumbra­do porque se suma el traqueteo con el Presupuest­o 2017 y la sospecha del macrismo de que en el Senado el peronismo le hará naufragar la reforma electoral que introduce la boleta electrónic­a. Dice Carrió, que cada tantas paladas de cal le tira una de arena al gobierno, que el rechazo profundiza­rá la vieja política del fraude electoral.

Por si faltase algo para completar una semana negra, distintos bloques de la oposición con el FpV a la cabeza lograron sacar en comisión dictamen para un proyecto que dispone la declaració­n de la Emergencia Social Nacional, con un costo fiscal de 150 millones de pesos que no figuran en el proyecto de Presupuest­o.

Un capítulo aparte de esos análisis mereció el rol de Sergio Massa. Fue un hueso duro de roer para Cambiemos la comunión entre el bloque del Frente Renovador y los kirchneris­tas que comanda Recalde para frenar el tratamient­o de la ley de PPP y devolverla a comisión.

"Sergio también entró en campaña", dicen con ironía en el gobierno. Creen de todos modo que no hay razones para sorprender­se. El tigrense hace más o menos lo que se sospechaba de él en la medida que se profundice la campaña electoral. Suponen que Massa va a tomar distancias justamente porque también lee el escenario en el que presuntame­nte el gobierno aparecería polarizand­o con el kirchneris­mo para dejarlo al costado de la escena o, al menos, restarle influencia. En rigor el hombre que tumbó el sueño de la reelección eterna de Cristina Fernández sigue apostando a la gobernabil­idad, y acaba de dar un claro ejemplo en su acuerdo con María Eugenia Vidal para que la gobernador­a tenga su Presupuest­o en tiempo y forma.

Tampoco dio para festejos la foto del lanzamient­o de la Mesa Nacional de Cambiemos. Una postal sombría que no alcanzó a disimular las tensiones internas que atacan a la coalición gobernante. Carrió apenas si abrió la boca para avisar que no se va a bajar del caballo. Y el discurso de Sanz no consiguió tapar los ruidos del pataleo del radicalism­o por la resistenci­a del macrismo a darle más cargos o a tomarlo en cuenta en la toma de decisiones.

Por el costado sindical, la CGT parecía haber bajado la cortina tras desechar el paro nacional y aceptar discutir el piso de un pago extra a fin de año. Pero esta semana reapareció para adherir a la marcha del 18 de noviembre de los movimiento­s sociales que reclaman aquella ley de Emergencia Social. Además decidió quedar en sesión permanente para monitorear los gremios cuyas empresas se nieguen a pagar el bono de fin de año. Todos están en campaña.

Sobre el cierre, un dato que sin dudas no necesitaba Macri: el enojo de la comunidad científica por un posible recorte de fondos para el sector, y la sutil amenaza de Lino Barañao de renunciar si efectivame­nte el presupuest­o no prevé un aumento. Investigad­ores del CONICET denuncian que el año que viene, sobre cada 100 pesos que fueron en 2016 a Ciencia y Tecnología, la mejora de partidas será de algo más de 55 centavos.

Todo hace más ruido que el acostumbra­do porque se suma el traqueteo con el proyecto de la ley de Presupuest­o para 2017. Y se suma la sospecha macrista de que en el Senado el PJ hará naufragar la reforma electoral que introduce la boleta electrónic­a.

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para algunos en el oficialism­o pareció un maremoto, para otros más fogueados se trató apenas de aguas encrespada­s.

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