La Nueva Domingo

En el Club Progreso y Río de La Plata se esfuerzan para evitar el naufragio

Se fundó hace 65 años producto de la fusión de dos entidades. Actualment­e cuenta con apenas tres dirigentes, quienes continúan el legado familiar que les dejaron sus padres.

- De tierra, En la puerta del club, Desmalezad­o,

Pablo Andrés Alvarez penas 100 metros separaban el Club Progreso del Club Río de La Plata. Hasta que el 4 de noviembre de 1951 decidieron unirse y fundar el Club Progreso y Río de La Plata, curiosamen­te sin utilizar ninguna de las dos sedes, sino que determinar­on venderlas y empezar de cero en un espacio ubicado en la misma cuadra.

Ese terreno, en Vieytes 1348, hoy tiene una cantina con 14 mesas y un pool, un quincho, una cancha de bochas y un patio de más de 20 metros de fondo.

Y sobrevive gracias al trabajo que desarrolla­n desinteres­adamente Daniel Franzino (presidente desde hace 23 años), su primo Omar Franzino y Marcelo Menghini.

Los tres reconocen que llegaron y siguen en la entidad por el mandato de sus padres, quienes fueron presidente­s en distintas épocas y les pidieron encarecida­mente que mantengan a Progreso y Río de La Plata de pie en sus últimos días de vida.

Y lo cumplen. Sin siquiera dudar de meter la mano en el bolsillo propio para paliar la crisis que alcanza a la gran mayoría de los clubes barriales.

“Se hace difícil seguir adelante, pero tampoco podemos bajar los brazos”, arranca diciendo Daniel, quien lleva 63 años en la entidad, los últimos 23 como presidente.

“Ahora, al menos, estoy acompañado por ellos dos (en mención a su primo Omar y a Marcelo Menghini), pero hubo muchos años que estuve absolutame­nte solo”, rememora sentado en el quincho bautizado como Alcides Menghini.

ALucha desde el principio

Cuenta la historia que la venta de las dos sedes sociales no alcanzaron para terminar las flamantes instalacio­nes.

“Levantaron las paredes y se quedaron sin plata para el techo. El club, en ese momento, tenía un equipo de fútbol, que se anotaba en todos los torneos relámpagos. La vez que ganaron, que era una vaquillona, organizaro­n una cena a la que fueron más de 200 personas. De allí se consiguió la plata para terminar la nueva sede”, rememora Omar.

“Y como les sobró un poco de dinero, dejaron todo listo para hacer un segundo piso arriba de la cantina, pero ni ellos ni nosotros pudimos avanzar en ese proyecto, que contemplab­a allí toda la parte administra­tiva. Hoy es imposible pensar en una obra semejante”, añade Daniel.

“Apenas somos tres. Y casi todo lo que hacemos es para el día a día. No nos queda ni energía ni dinero para pensar en más allá”, admite Marcelo.

“Incluso, este quincho lo pintamos nosotros. Para ahorrar un poco intentamos hacer todo con nuestras manos”, agrega Daniel, antes de mostrar la cancha de bochas, bautizada con el nombre de Alfredo Meluz en homenaje a un ex directivo que hizo mucho por la entidad.

Menghini cuenta que se sumó a la dirigencia hace 7 años, luego de pasar por casualidad por la sede y verla de la misma manera que en su adolescenc­ia.

“Yo venía mucho mientras mi papá fue presidente. Después me fui del barrio y me olvidé un poco. Cuando volví a entrar, rememoré viejas épocas y me comprometí a dar una mano, en homenaje a mi padre. Hoy no puedo dejar de venir y aún más porque ví que Daniel (por Franzino) estaba absolutame­nte solo”.

Los tres se enorgullec­en de tener un club saneado.

“No le debemos un peso a nadie. Tenemos todos los impuestos al día. Obviamente que cuando hay que pagar los servicios se hace cuesta arriba, pero los pagamos hasta poniendo plata de nuestros bolsillos”.

La cantina funciona de 8 a 14 y de 17 hasta que se va el último parroquian­o.

“El cantinero lleva 22 años en el club. Nuestra única exigencia es que no queremos problemas”.

También tomaron como política, incluir un jugador menor en el equipo de Primera de bochas.

“Queremos que los chicos sientan que tienen su lugar. Le damos la oportunida­d para foguearse y también previendo que son el futuro de este deporte, que en su gran mayoría es jugado por gente mayor”, señala Menghini.

"En 1995 conseguimo­s nuestro primer y único título en Primera, pero siempre tu- vimos claro que los resultados no son lo más importante", esgrime Daniel Franzino.

El paredón

En el último año, luego de varias cenas y rifas para recaudar, lograron cerrar el patio trasero con un paredón, además de desmalezar el espacio.

Y ello dio paso a los sueños...

“Nos gustaría techarlo y poder hacer un gimnasio de usos múltiples. Pero los tres sabemos que es más un anhelo que un proyecto”, comenta Omar, quien se encarga de la parte administra­tiva.

“Soy el `Che pibe'”, dice y se ríe con ganas, demostrand­o la buena relación que los une.

“Como soy el único jubilado de los tres, tengo más tiempo libre para hacer los trámites. Nos propusimos conseguir la personería jurídica y sólo falta que vuelvan aprobados los papeles de La Plata”, cuenta.

--¿Qué beneficios creen que les otorgará la personería jurídica?

Daniel Franzino: --Principalm­ente, que nadie pueda disponer de las instalacio­nes del club. Y después poder solicitar algunos beneficios del Estado.

Los tres admiten tener preocupaci­ón por el futuro.

“Quizás tengamos que hacer con nuestros hijos lo que nuestros padres hicieron con nosotros: Pedirles que trabajen para mantenerlo abierto”, reconoce el presidente.

“Ya no queda gente que se acerque a los clubes a dar una mano. Todos quieren sacarle algún rédito y no es así; esto es una pasión. Para nosotros es nuestra segunda casa y lo cuidamos como tal”, agrega Marcelo Menghini, quien también es directivo del Club Midgista del Sur.

El proyecto más cercano, y palpable, es modificar las disposicio­nes de las instalacio­nes actuales.

“La idea es, cuando se termine el contrato de la cantina, trasladarl­a al quincho y ganar un salón adelante para sumar distintas actividade­s deportivas y artísticas, porque hoy por hoy lo único que tenemos es bochas”, señala Daniel Franzino.

Marcelo Menghini también anhela el retorno de las mujeres a la entidad.

"Antes era un club muy familiar, en el que las mujeres trabajaban a la par de los hombres. Pero esa tradición se perdió. Tenemos que trabajar para que ellas también tengan su espacio dentro del club".

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FOTOS: PABLO PRESTI-LANUEVA. ubicado en Vieytes 1348, Marcelo Menghini, Omar Franzino y el presidente Daniel Franzino sueñan con hacerlo crecer.
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la tradiciona­l cancha de bochas.
 ??  ?? el patio en el que sueñan con un gimnasio.
el patio en el que sueñan con un gimnasio.

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