Esclavos
DOCENTES. A veces escucho rezongar a mis hijas maestras porque las correcciones, preparación de las clases, planificaciones, etc. las hacen trabajar como esclavas.
Eso me lleva a recordarles que en la antigua Grecia el pedagogo era el esclavo encargado de guiar hacia la escuela a los hijos de su amo y confiarlos al maestro, con frecuencia también esclavo.
La esclavitud también proveía de nodrizas, institutrices y, en ocasiones, de médicos. La recompensa era el derecho a la supervivencia y no hacer los trabajos de los no instruidos. Como se puede apreciar, las mejoras para los docentes entre el siglo VI a.C. y el siglo XXI no resultan para nada impresionantes.
El final del año lectivo es muy tenso para los buenos docentes. A las correcciones diarias que pueden estirarse hasta la medianoche, se suman las evaluaciones y análisis de cada alumno y de todas las variables que lo acompañan. Lejos de los tres meses de vacaciones de verano, más las de invierno, y un trabajo diario de sólo cuatro horas que supo afirmar la ex presidenta, los buenos docentes son los que más duramente trabajan a cambio de un sueldo que está por debajo de la línea de la pobreza. Son los trabajadores especializados peor pagos, y por eso no debe sorprender que su calidad promedio haya caído tanto. Generalmente ningún muchacho o chica con futuro prometedor tendría a la docencia como opción de futuro, pues en los comercios se paga con dinero y no con vocación. Las relaciones con los padres de los alumnos, por variadas razones, frecuentemente son motivo de una pesada tensión, y las disposiciones sobre inclusión transformaron el aula en un muestrario de diversidades tan complejo que resulta abrumador para muchos docentes.
Esta innegable realidad no se ve reflejada en el sueldo docente, y no ha merecido ninguna observación seria por parte de los gremios docentes, corresponsables del desastre educativo de estas últimas décadas, claramente evidenciado en el bajo nivel intelectual y moral de nuestra clase dirigente. Es triste concluir que las cosas son así porque los docentes, por razones obvias, tienen muy limitada capacidad de daño material; los gobiernos priorizan las demandas de los más violentos.