De la miopía a los prejuicios
Mi querido lector, seguramente está planificando la mesa navideña y los deseos para el nuevo año, paralelamente y a gran velocidad su rutina se reparte entre fiestas, despedidas, balances económicos y también el recuento personal de los objetivos que aún quedan pendientes.
El calor, el viento y los cortes de luz lo tienen a mal traer y tal vez espera encontrar en esta columna un mensaje alentador. Me temo que lo voy a defraudar, no obstante, le propongo que me acompañe hasta el final, las letras de hoy devienen como catarsis y arrojan una pregunta: ¿qué tienen en común Gustavo y Martín?
Gustavo acude la cita oftalmológica y se somete al interrogatorio clásico sobre si tiene algún problema de visión, si utiliza lentes y un recorrido por los antecedentes familiares; finalmente se enfrenta a la tabla de Snellen para revisar su agudeza visual. Intenta leer esas letras ubicadas azarosamente y que línea tras línea se vuelven más pequeñas. Las letras se suceden y las lentes también. Diagnóstico: los ojos no refractan la luz adecuadamente para ver las imágenes con claridad, los objetos cercanos y conocidos se ven claramente, los distantes se ven borrosos. Conclusión: miopía.
Martín aparentemente tiene la visión perfecta, no necesita lentes, sin embargo, no ve los objetos lejanos, no distingue características personales en los otros, ni en los cercanos ni en los lejanos. Diagnóstico: aún no definido. Conclusión: prejuicioso.
Prejuzgar se refiere a ese juicio apresurado que se formula y en el que se construye una opinión de alguien o algo cuando se carece de los elementos y conocimientos previos para argumentar con solidez dicho concepto. Así, sin saber, sin tomarse el tiempo para interiorizarse y conocer, frecuentemente se tilda a una persona con características y etiquetas muchas veces inmerecidas.
¿Somos victimarios o víctimas de los prejuicios? ¿Quién prejuzga padece de maldad, haraganería por tomarse un tiempo por conocer o simplemente tiene una lengua mordaz, bífida?
Quien no desea dedicar un tiempo en conocer, analizar y reflexionar sobre las características y biografías ajenas le resulta más sencillo prejuzgar y en ocasiones hasta denigrar al prójimo; padece de miopía emocional pues no distingue atributos lejanos, obviamente si se acercara e interiorizara tal vez se llevaría una grata sorpresa, solo que su propia inseguridad impide acercarse y enfrentarse así a sus propias miserias.
El prejuicio es negativo, poco edificante y sumamente destructivo, máxi-
Prejuzgar se refiere a ese juicio apresurado que se formula y en el que se construye una opinión.
me cuando parte de supuestos misóginos. Si bien se enarbola la bandera de la igualdad de oportunidades, las mujeres a diario deben mostrar títulos académicos y habilidades porque nunca falta un miope que no puede distinguir y muchos menos asumir que las mujeres desempeñen otros roles con idoneidad.
El prejuicio parte del desconocimiento y de las propias inseguridades, emparentado con la intolerancia, nubla la vista y cercena la oportunidad de vincularse con otras personas que pueden aportar y enriquecer la vida y el entorno. Seguramente no es tarea sencilla borrar los pensamientos previos, aclarar la mirada, acercarse y permitirse desde el respeto conocer al otro. Ser conscientes y asumir que emitir juicios solapadamente lejos de construir muy poco aporta es el primer paso.
Maru Botana, además de cocinar exquisiteces es Licenciada en Administración; Aníbal Pachano, antes de consolidar su carrera artística, se recibió de Arquitecto; Diego Peretti es actor y psiquiatra.
Algunos se cultivan y desarrollan varios perfiles, el prejuicioso cual miope, se priva de ver valores ajenos. ¡Una pena!