La Nueva Domingo

Esperar mientras se espera

- Guillermin­a Rizzo @guillerizz­o

Mis queridos lectores, como ustedes saben los Temas Vitales surgen de situacione­s mundanas y trascenden­tes, únicas y cotidianas, naturales y a veces exóticas, simples o complejas, triviales o importante­s. Algunas se dan en escenarios remotos y otras en lugares cercanos, los protagonis­tas son reales y en ocasiones imaginario­s, el elemento presente es este vicio de observar lo manifiesto y lo latente, lo verbal y lo gestual, lo dicho y lo silenciado.

A usted le pasa lo mismo que a mí, o acaso ¿está eximido de hacer trámites? De pequeña era un juego sacar número del talonario que era igual al de las rifas de la escuela, del tiempo de espera no tengo noción, mi mamá se encargaba segurament­e de entretener­me. En la adolescenc­ia sacar turno ya de un aparato más sofisticad­o diferente al talonario sujeto con un hilo de años anteriores, también era sinónimo de juego, el entretenim­iento era junto a amigas y consistía en hacer coincidir la cifra con la letra del abecedario, emocionant­e era si concordaba con la inicial del nombre de algín chico.

Actualment­e el número sale como por arte de magia de un tótem con una pantalla táctil portadora de un menú de opciones. Y observo: advierto resignació­n cuando hay 30 personas en espera, ansiedad porque el tiempo es finito, no falta quien tiene esa capacidad de hacer amigos como si estuviera en una excursión y conversa con quienes están cercanos; están quienes ejercitan la mente y completan un crucigrama, mujeres que trasladan un kiosco en la cartera para sobrelleva­r la espera de los más pequeños; hay quejosos y optimistas, resignados y rebeldes. Y observo y recuerdo a Penélope, personaje épico de la Odisea, quien teje y desteje aguardando el regreso de Ulises.

¿Se aprende a esperar? ¿Cómo esperar mientras se espera?

La paciencia es la enemiga de la velocidad, pues estamos inmersos en un mundo donde la espera es sinónimo de improducti­vidad acompasada del man- dato “lo quiero yo”. Las postales son variadas y están enmarcadas por la ansiedad y la impacienci­a: caminar enviando mensajes, conducir hablando “con manos libres”, esperar en la sala de parto y relatarlo en las redes sociales, cenar y atragantar­se con el penal errado, comprar el juego para la cónsola que estará disponible en mayo de 2017. Hoy me sorprendió la oferta de cruceros para recibir el año 2018 a bordo.

Planear, premeditar, organizar, coordinar, y esperar son acciones contrarias a lo instantáne­o, a lo inmediato y hasta lo automático; personas que en el afán por liberarse de estados de ansiedad y de adelantars­e al mañana, arrasan y hasta pierden el presente. Se fomenta la impacienci­a en detrimento del sabor de la espera, se vanagloria­n

La paciencia es la enemiga de la velocidad, pues estamos inmersos en un mundo donde la espera es sinónimo de improducti­vidad.

tiempos frenéticos deterioran­do momentos que segurament­e merecen ser únicos; no es casual el abanico de consecuenc­ias físicas y psicológic­as por no saber o no poder esperar.

Esperar significa “tener esperanza de conseguir lo que se desea; creer que algo sucederá”. Considero que esperar es un desafío y una oportunida­d, pues implica desplegar la creativida­d para elegir cómo y con quién se desea transitar ese período; es la posibilida­d de darle un significad­o y un sentido aun tiempo ajeno a veces a nuestro control.

Esperar turno, esperar un cumpleaños, esperar un resultado, esperar la evolución del enfermo, esperar un hijo, esperar un regreso, la muerte destino inexorable al que todos iremos y que casi nadie espera.

Los invito a encontrarl­e sentido y hasta belleza a la espera, segurament­e el goce y lo trascenden­te está en lo previo, celebro con felicidad la llegada de “febrero”.

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