La Nueva Domingo

Trabajo de hormiga

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El director de Hogares, Prevención y Protección, Germán Roth, cuenta que los operadores de calle no pueden obligar a los chicos a subirse a un auto e irse con ellos.

—El trabajo es de acercamien­to, de hacerles entender que los operadores están al lado de ellos, que tendrían que estar jugando, en la escuela, disfrutand­o de su niñez y no realizando esa tarea. Nosotros tenemos la palabra, no tenemos más que eso —sostiene.

Roth también cuenta que actualment­e hay más de 30 casos abordados —en marzo de 2015 eran 48, según el Municipio—, de los cuales casi el 50 % pertenece a la comunidad gitana.

—La idea es darles herramient­as a las familias para que puedan cumplir con sus prerrogati­vas personales (documentac­ión, salud, asignación) y convocarlo­s a esto: que no manden más a sus hijos a mendigar —explica.

—¿Cuántos intentos hacen para que la familia tome conciencia? ¿Hay un tiempo determinad­o de trabajo?

—Si haciendo este trabajo las familias continúan mandando a sus hijos a vender o mendigar, hay que buscar una medida de protección de derechos. Nuestro trabajo no es sacarles los chicos, sino explicarle­s que mandarlos a mendigar es un falso proyecto, que están equivocado­s. Lamentable­mente a veces no queda otra que retirarle la custodia a los papás. Policías y operadores

Soledad Monardez cuenta que cuando se trata de menores, solo pueden actuar los operadores de calle. La policía no.

—El operador va solo a buscar al nene y si logra captarlo va a su casa. Muchas veces desde el centro de día nos piden una ayuda económica y la tramitamos. En el equipo también hay psicólogos, trabajador­es sociales y su director, Elmo Fantino.

—Pero a veces cuando llamás al 911 dicen que van a mandar a un patrullero para que circule por la zona...

—La idea es que la policía, tanto la comunal como la provincial, esté presente, convocando y conteniend­o hasta que llegue el operador. Nuestro trabajo es de acercamien­to. No tiene sentido espantarlo­s de una esquina para que se vayan a la otra —asegura Roth.

El director de Hogares, Prevención y Protección también explica que no es lo mismo un chico que pide monedas que otro más grande que limpia vidrios, porque la policía muchas veces se acerca a estos últimos para saber quiénes son y averiguar sus antecedent­es.

—La policía trabaja de forma simultánea con los operadores de calle. Cuando son niños se pide la convocator­ia de la Guardia de Niñez o de los operadores. De 21 a 8 va la guardia y el resto del día, los operadores. De lunes a lunes —dice. —¿Y se ven menores relacionad­os con el delito?

—No, no es la regla. Que puede pasar en alguna situación, sí. Los chicos que están en la mendicidad generalmen­te no están relacionad­os con el delito. La mayoría son chicos que están acompañado­s por algún hermano mayor, que está merodeando; bajan al centro, están un par de horas y vuelven al barrio. Generalmen­te el que está en un camino delictivo, ya no está en los vidrios y mucho menos mendigando. ¡A esperar!

Germán Roth reconoce que la llegada de los operadores no es inmediata.

—Nos han dicho que a veces llegan una hora más tarde por "otras emergencia­s". ¿Trabajan con otras cuestiones o son emergen- cias del mismo tipo?

—El operador de calle se dedica pura y exclusivam­ente a eso. Capaz que a la misma hora llaman al 911 desde diferentes lugares y [los operadores] no se pueden dividir. En los abordajes tratamos de que vayan dos operadores juntos porque facilita más el trabajo, entonces no se puede estar al mismo tiempo en todos lados.

—Hablamos con un operador y nos decía que a veces es complicado el tema de la movilidad.

—Hay un vehículo a disposició­n. Cuando llaman al operador, el operador se comunica con el chofer, el chofer lo pasa a buscar y van. Eso tiene una demora. No es una ambulancia que sale a las chapas con la sirena y llega en 10/15 minutos. Nuestro trabajo tiene una dinámica un poco más lenta, que capaz no es la esperada.

Ese vehículo no es exclusivo de los operadores: se comparte con la Guardia de Niñez, por lo que muchas veces tienen que caminar. Cuando el nene está "trabajando" en el centro, no hay inconvenie­ntes: el centro de día funciona en Pueyrredón 157, es decir, a menos de 10 cuadras de la Plaza Rivadavia. Pero los operadores no solo trabajan en el centro... —¿Faltan operadores?

—Hay 5 y la idea es incorporar uno más, para que sean 3 por turno. Ellos tienen la supervisió­n de un trabajador social, un psicólogo… Ahora estamos armando un equipo de trabajo para que aborde exclusivam­ente a esos 15, 16, 17 chicos de familias gitanas que encontramo­s constantem­ente. Además de la mendicidad, hay que trabajar todas las otras cuestiones: documentac­ión, salud, escolarida­d... Para eso necesitás una presencia más grande.

En cuatro recorridos por la ciudad se vieron chicos pidiendo y vendiendo, la mayoría acompañado­s por adultos que los observaban a la distancia.

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SEBASTIÁN CORTES-LA NUEVA.

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