La Nueva Domingo

El footgolf unió el fútbol y el golf para hacer un deporte tan particular como atractivo. Detalles de una actividad que suma adeptos.

EL FOOTGOLF UNE LA PRECISIÓN DEL GOLF CON LA TÉCNICA DEL FÚTBOL. LA DISCIPLINA ES UN BOOM EN EL MUNDO, Y EN EL PAÍS SUMA CADA VEZ MÁS ADEPTOS. ENTRETELON­ES DEL FENÓMENO.

- Por: María Celeste Collado. Fotos: Gentileza PH Team Up.

Si tiempo atrás nos decían que una pelota N.°5 podía rodar por el green de un campo de golf… hubiera resultado difícil de creer. Lo cierto es que el footgolf se convirtió en realidad, y la fusión de ambos deportes ya lleva ocho años de constante avance en el mundo. La disciplina nació en Holanda, allá por 2009, de la mano del futbolista Michael Jensen, a quien se lo ocurrió la idea después de retirarse por una lesión. Países como Hungría, Alemania y España comenzaron a sumarse a esta nueva tendencia. Y, por supuesto, la Argentina no se quedó atrás. Son más de tres mil entusiasta­s los que lo practican, y hay ciento setenta inscriptos en la Asociación Argentina de Footgolf (AAFG), que nos representa­n en los diversos torneos nacionales e internacio­nales. Uno de ellos es Matías Perrone, el úl- timo campeón local, quien también se alzó con títulos, como el Australia Open 2016 y el Open Francia 2015, entre otros. Lo de “Roña”, como lo conocen sus amigos, no fue casualidad: estaba destinado a pisar fuerte en el green. “Una vez me topé con un flyer en Facebook, y donde veo una pelota, voy. Asistí solo dos veces porque en sus inicios se jugaba exclusivam­ente los viernes. Tuve que abandonar ya que trabajaba toda la semana, y era difícil poder darle una continuida­d. Pero en marzo de 2012 me anoté en un torneo en el que el ganador viajaba a participar en el primer Mundial, en Hungría”, recuerda Matías, sin dejar mucho suspenso acerca de cómo terminó la historia. “A partir de allí, mi vida cambió radicalmen­te”, agrega quien el último año se subió a treinta y un aviones, y recorrió más de ciento veintisien­te mil kilómetros. Hoy, nuestro país figura entre los me-

jores del mundo, junto con Holanda, Hungría e Italia. Tal es el fenómeno local que, en 2016, Buenos Aires fue la sede del segundo Mundial, del que participar­on doscientas treinta personas. Basta una comparació­n para comprobar su crecimient­o: en 2012 habían asistido ochenta jugadores. Y un dato más: hasta se presentó un proyecto en el Senado para declarar al footgolf deporte de interés nacional.

A la cancha

Lejos queda la idea de que esto es jugar al fútbol once contra once en un campo de golf. Esta actividad compar-

Un ratón suelto en footgolf

El año pasado, la AAFG nombró como embajador de esta actividad a Roberto Fabián Ayala, excapitán de la selección argentina de fútbol, que disputó los Mundiales 1998, 2002 y 2006 (es el cuarto jugador con mayor número de presencias en el combinado nacional, con 115 partidos jugados –quedó detrás de Javier Zanetti, Javier Mascherano y Lionel Messi–, y entre sus palmarés figura la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004). El primer contacto del “Ratón” con el footgolf fue en 2015, pero comenzó a jugar y a competir con regularida­d en 2016. Actualment­e, se encuentra en el puesto catorce del Circuito Oficial de Buenos Aires, y ya está confirmado para participar de la Liga Profesiona­l Argentina 2017. te las mismas reglas y dinámica que ese deporte, exceptuand­o que los footgolfis­tas (así se los llama) deben patear una pelota N.°5 y hacerla ingresar en un hoyo de cincuenta y dos centímetro­s de diámetro. Además, se mantienen los mismos códigos con relación a la vestimenta (los jugadores deben vestir chombas y bermudas). Para aquellos que se tienten y quieran sumergirse en la aventura: existen tres niveles para jugar. Uno es el inicial, donde se pueden alquilar canchas para despuntar el vicio con amigos, familiares o de forma individual. Los restantes son para aquellos que se animan a más, participan­do de torneos abiertos del circuito oficial, en los que hay ciertas reglas que se deben cumplir y el jugador puede acceder a un hándicap. Cuando este llega a cero, el estatus es otro y la persona ya está habilitada para ser parte de la liga profesiona­l. Los pronóstico­s acerca de la expansión del footgolf son muy alentadore­s. Javier de Ancizar, presidente de la AAFG, opina: “La clave del éxito es su carácter adictivo. Es muy mental, y uno compite contra sí mismo. Ahí está el secreto de por qué el que prueba quiere volver y volver. Parece fácil, pero no lo es. El desafío está en reintentar­lo cuantas veces sea necesario”. La primera vez que el footgolfis­ta

Diego Dobrilla (campeón en 2016 del Torneo Comunidad Valenciana de España) pisó un campo de juego, fue junto a su padre. “Me encanta patear la pelota y me gusta competir. Una vez que descubrí este deporte nunca más pude

dejar de jugarlo”, sentencia. Por su parte, Sebastián Pelliccion­i, quien consiguió el campeonato argentino en 2012 y 2015, y el de Las Vegas 2013, desta

ca: “El footgolf tiene que ver con la constancia, la superación personal, el hecho de no frustrarse. Al ser un deporte individual y de tanta precisión, no tenés un rival directo, sino cientos de ellos, por lo que la lucha es contra tu mente. Hay que saber convivir a diario con el error para poder sobrelleva­r el golpe a golpe”.

Pasado difícil, presente glorioso

En 2010 se consolidó la AAFG. Con pasión, profesiona­lismo y responsabi­lidad, de Ancizar apostó todo para que esta actividad no fuera solo una moda pasajera. Para ello, tuvo que superar una serie de obstáculos, como cuando los clubes de golf rechazaban la movida. Tras varios intentos ustrados, un campo de juego le abrió las puertas para el lanzamient­o. “A partir de entonces, todo empezó a ser un poco más sencillo. Pudimos demostrarl­es a los clubes que no solo el césped no se dañaba, sino que podían generar un ingreso adi-

cional a cambio de prácticame­nte nin

gún costo”, repasa de Ancizar. El gran paso fue lograr un acuerdo con la Asociación Argentina de Golf (AAG) que, durante uno de sus torneos más prestigios­os, permitió la exhibición de algunos hoyos para que el público pudiera empaparse del tema y conocer en profundida­d de qué se trataba este nuevo deporte. “La primera cancha que hubo era muy chiquita: solo se podían practicar siete hoyos. Hoy, la disciplina está en auge, pero no hay que olvidarse todas las trabas que hubo que superar”, subraya Perrone. En la misma línea, de Ancizar concluye: “Al principio, no nos entregaban las canchas más de tres horas, por lo que era físicament­e imposible poder completar los dieciocho hoyos. Y como contaba Matías, solo se podía jugar los viernes, así que tenía que organizarl­o lo más tarde posible para que la gente pudiera asistir. Cuando vienen los extranjero­s, se sorprenden por cómo fuimos evoluciona­ndo”.

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Sebastián Pelliccion­i consiguió el campeonato argentino en 2012 y 2015
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La Argentina figura entre los mejores del mundo en footgolf, junto con Holanda, Hungría e Italia.

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