La Nueva Domingo

Columna de Noemí Carrizo.

- por Noemí Carrizo*

Ximena (35) dejó de lado la recreativa versión de un reportaje a una celebridad que estaba realizando en la redacción, tomó su bolso, se fue sin saludar y hasta olvidó su abrigo. Nos costó comunicarn­os con ella, encerrada en su cuarto, aislada del mundo exterior. Con una pareja en crisis, había conocido por chateo a su hombre ideal con el que se citó en una pla

ya paradisíac­a. Él fue claro: “No quiero unión verdadera. ¡ Linda experienci­a y ya está! Tengo familia e hijos”. Salir de esta decepción, que la ha dejado sin palabras, la está moviendo a diversos tratamient­os. Recienteme­nte se ha publicado un estudio que verificó que Facebook causó veintiocho millones de rompimient­os de relaciones. Parece que mi amiga no tuvo suerte. Cada vez se habla menos de salir “de levante”. La Argentina, primera en el ranking latinoamer­icano, figura como uno de los países en los que más se utilizan aplicacion­es de celular para encontrar al amor de la vida. Dos de cada tres parejas se forman por las redes sociales (su duración es variable). Y la fantasía aporta lo necesario de narcisismo compartido para brindar a esa ansiedad lejana –y brindarnos a nosotros mismos–, una imagen utópica y sublime. No importa si estamos en camisón, chinelas y tomando mate, que es más cómodo y menos exigente: publicamos imágenes que, con buena técnica, nos muestran como actrices consagrada­s. Ahora voy a ser subjetiva. He comprobado que mientras los señores cuentan con varios contactos femeninos, las señoras nos imaginamos haber logrado la perfección en seres que de f ieles, ni el pensamient­o. Me parece que lo mendaz no ayuda a formar ni siquiera un amorío a distancia. La ilusión no es lo mismo que la esperanza. ¿Cómo es posible mantener la frase “tengo una pareja” con un personaje al que se lo ve cada cuatro meses, siempre y cuando los compromiso­s se lo permitan? Los llantos femeninos me inundan la pantalla. La presunción, la imaginació­n y la inventiva no ayudan a la plenitud, aunque juguemos a que “con nosotras es distinto”. ¡ No quiero más lágrimas y congojas de desengañad­as que, amén de exitosas, son lindas, atractivas, inteligent­es y genuinas! Mis hijos se ríen porque mi último admirador vive en las antípodas de la Argentina: exactament­e en Australia. ¡Cuántas posibilida­des de cumplir quimeras se me presentan! Tampoco me interesa –aunque le agradezco– que atraviese mares para conocerme. ¿Qué hacemos con el después? La mayoría necesitamo­s un compañero de ruta, un ladero que nos ayude con el jardín, con la pérdida inesperada por una inundación y con el horno de la cocina que falla siempre. Alguien al lado con su edad, estado civil y “combo familiar” bien claritos. Las estadístic­as que afirman, por un lado, que las uniones de este tipo son tan exitosas o nocivas como las directas y, por el otro, que nada puede basarse en la simulación, me importan poco. Observo la realidad de féminas valiosas, tristes porque se les destiñó el sueño cuando creían que podían colocarse los t ules y azahares. Nada menos que Fiódor Dostoyevsk­i se animó a decir: “’ ¿ Quién sabe si quizás todo el amor mío no fue más que un engaño de los sentidos, de la fantasía?”. Me quedo con León Tolstoi, quien aseguraba que nada le gustaba tanto como la realidad de las cosas. Dice un proverbio árabe redondo y sabio: “Quien quiere hacer algo encuentra * un medio, quien no quiere hacer nada encuentra una excusa”.

“Me parece que lo mendaz no, ayuda a formar ni siquiera, un amorio a distancia. La ilusion , no es lo mismo que la esperanza. ? Como es posible mantener la frase ,tengo una pareja , con un personaje “al que se lo ve cada cuatro meses? .

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