La tecnología ya impacta de lleno en nuestra vida de todos los días. La casa inteligente, los robots y un sinfín de dispositivos son laderos de la rutina. Curiosos y útiles: así son los aparatos modernos.
APOYADOS EN LA ROBÓTICA, LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y LA INTERNET DE LAS COSAS, LOS ÚLTIMOS ADELANTOS DE LA INDUSTRIA APUNTAN A FACILITARNOS EL DÍA A DÍA. AQUÍ, LOS MÁS INNOVADORES.
No han venido solos, claro. De hecho, los inventamos nosotros mismos. Pero ha habido una certera razón: muchos hacen “funcionar” la vida de manera más eficaz. En una época plagada de apremios por un tiempo que no abunda en las cargadas agendas, distintos dispositivos tecnológicos fueron específicamente pensados para optimizar al máximo nuestros minutos. Paralelamente, eso conlleva un desgaste menor, lo que no es poco. Según la consultora tecnológica Gartner, alrededor de todo el Planeta hay seis mil quinientos millones de aparatos conectados a Internet. De aquí a menos de cinco años, se estima que la cia se elevará a más de veinte mil millones. Por lo tanto, ¿cómo serán los años que se vienen con tantos adelantos que modificarán nuestra cotidianidad, nuestras sensaciones, nuestras vivencias? La respuesta puede hallarse en los diversos encuentros mundiales que reúnen, cada año, a miles y miles de fanáticos de los ultimísimos gad
gets… O aquí mismo, en las líneas que siguen a continuación. ¿No lo cree? Pase, vea y sorpréndase.
La casa inteligente
Este concepto está mucho más cerca de lo que imaginamos alguna vez. Todo empieza de la puerta para afuera, precisamente en el jardín, ya que existe una maceta que riega las plantas de forma automática, al mismo tiempo que mide y analiza los parámetros que son necesarios y vitales para su crecimiento. ¿Cómo funciona? Se conecta al smartphone mediante bluetooth para visualizar y cuidar la planta de una forma interactiva. Cuando vaya a tocar el timbre, se encontrará con el portero siglo XXI. Ideal para aquellos que pasan horas y horas fuera de su hogar, está dotado de wifi, micrófono y cámara HD de gran alcance. A través de una app descargada en el celular, no solo se puede chequear lo que sucede en las inmediaciones de la vivienda, sino también hablar con el visitante en cuestión. Arranquemos el tour interno por la cocina, un ambiente cuya funcionalidad es revisada y mejorada año tras año. Para este 2017, se esperan las superficies de vitrocerámica (que permiten medir y pesar los alimentos y calentar ollas) y las heladeras con sensores que notifican cuando un alimento se está por vencer y con cámaras internas para curiosear su interior sin que escape el ío. Mientras camina por el living, con televisores curvos dueños de pantallas amigables con el medioambiente y capaces de reproducir hasta mil millones de colores, procure no tropezarse con un discreto y pequeño controlador domótico de forma cuadrada con esquinas redondeadas. Quizá la terminología “domótico” confunda, pero no se trata de esos domos que se asocian a las cámaras de vigilancia, sino de una especie de tablet, con un display capaz de controlar desde la calefacción interna (mediante cabezales termostáticos) hasta la seguridad de la vivienda. Pasemos al baño, no sin antes hacer una advertencia: los más chiquitos, a veces un tanto remolones a ponerse bajo la ducha, ya no tendrán excusas. ¿Por qué? Porque una bañera permite regular el nivel del agua, su temperatura y hasta el aroma de nuestra inmersión ( pueden cargarse hasta cuatro sales de baño distintas). Para este mismo espacio, contamos con otra buena nueva: un cepillo de dientes con sensores que se conectan a nuestro smartphone. Usted se preguntará: ¿Para qué? Para
recibir un instructivo sobre cómo cepillarse y, posteriormente, un análisis con un mapa visual de la boca en 3D para mejorar nuestra técnica. Hay más: la aplicación en cuestión permite compartir los datos personales con el odontólogo para que pueda indicarnos las áreas que necesitan más atención. Camas que se amoldan al cuerpo y al peso del usuario; lavarropas que se manejan desde el teléfono y que cuentan con dos tambores para poder hacer dos lavados en simultáneo; aspiradoras que cumplen exigentes estándares de higiene sin dejar nubes de polvo en el aire gracias a la filtración de partículas; planchas inalámbricas con sensores de movimiento y ajuste automático de temperatura y vapor; tenedores que se “preocupan” por nuestra digestión y vibran cuando notan que comemos a un ritmo acelerado; y lámparas que se asemejan a una vela y responden a la presencia física, y se encienden cada vez que detectan algún movimiento. Sí, cambia, todo cambia. Hasta las mascotas gozan de las ventajas de una era que no detiene su marcha. Ya salió un rastreador GPS portátil que, por ejemplo, se cuelga del collar de nuestro perro, con el fin de seguir sus movimientos durante un lapso de cuatro días.
¿Ciencia ficción o realidad?
Para los fanáticos de las cuatro ruedas, también hay innovaciones tecnológicas. Las principales automotrices ya anunciaron planes de movilidad inteligente, con mejoras en lo que se refiere a conectividad, experiencia del usuario y vehículos autónomos. Detengámonos en este último punto, porque si el manejo dependerá de la máquina, lo que primará en las temporadas venideras será el diseño interior, la funcionalidad y el confort de los pasajeros. Por ello, tome nota y no se sorprenda si, a través de hardware y software de vanguardia, su auto puede reconocer su rostro, “comunicarse” con otros vehículos para evitar congestiones de tránsito (y, por ende, accidentes) o climatizar la cabina para disminuir el estrés y las tensiones del conductor (poniendo música o modificando la luz interior). En este tema, los robots no son meros actores de reparto: para el 2018, las ventas mundiales de androides domésticos se elevarán a treinta y cinco millones de unidades. Cada vez más inmersos en nuestra cotidianidad, dejaron de ser de ciencia ficción o salidos de un cuento de Julio Verne (de hecho, en el Japón, en Francia y en los Estados Unidos son aprovechados pa-
ra atender los negocios). En la actualidad, la interacción con los humanos llega a límites antes insospechados: cuentan cuentos, juegan al fútbol, barren, trasladan objetos, pasan la aspiradora y hasta bailan. Incluso, pueden detectar nuestros estados de felicidad o tristeza, y levantarnos el ánimo con conversaciones o música. Asimismo, cada vez son más utilizados para cuidar ancianos o a niños con trastornos neurológicos, para auxiliar a aquellos con problemas de sociabilización, o como rescatistas, para ayudar en zonas de catástrofes. En materia de celulares, lo más llamativo ya no son las cámaras fotográficas (que, dicho sea de paso, cada vez ostentan mejor calidad). Lo que deja boquiabierto es la función que implica el reconocimiento facial a través del iris. Entre otras cosas, esto servirá para desbloquear los celulares o efectuar pagos sin necesidad de introducir contraseñas o usar huellas dactilares. Del mismo modo, algunas profesiones y actividades recreativas se ven atravesadas por el fenómeno tecnológico. Los dibujantes, por caso, podrán profundizar su talento con un tablero de dibujo digital: se trata de un monitor horizontal que se apoya en un escritorio y se conecta a la computadora. La idea es que se use para dibujar, crear una animación o, sencillamente, tenerlo de herramienta para complementar lo que el usuario haga en su máquina. Los escritores despuntarán el vicio con una tablet/netbook que, amén del teclado digital, posee un lápiz con el que se puede escribir sobre un papel y en la pantalla, y digitalizar lo que se redacta en forma simultánea. Por su lado, los fanáticos de los videojuegos, conocidos últimamente por el sofisticado término gamers, estarán más que satisfechos con proyectos que invitan a vivir una experiencia totalmente “inmersiva”, ya sea con computadoras que constan de tres pantallas con una resolución inmejorable, o con sistemas que proyectan los elementos que son parte del videojuego ¡en el propio entorno físico! A través de cámaras 3D y un software que detecta tanto los muebles como la iluminación del ambiente, los creadores de este adelanto no hicieron más que cerrar la brecha sensorial entre el usuario y la pantalla. Es que el futuro ya llegó. Solo es cuestión de abrocharse los cinturones y dejarse llevar.