Nicolás Pauls es un artista todoterreno. Hoy, se destaca como protagonista en una ficción televisiva, pero también se dedica a la música y a la escritura.
ACTOR, MÚSICO, ESCRITOR… NICOLÁS PAULS PROTAGONIZA EN LA PANTALLA CHICA UNA SERIE QUE, COMO ÉL, HABLA SOBRE FÚTBOL, JÓVENES Y VALORES.
Si había algo que le gustaba de chico era jugar a la pelota. Asegura que le encantaba, y cuando lo dice, su mirada se ilumina. Amén de enseñarle arte, música y otros tantos valores, su papá Axel lo llevó, junto a su hermano Gastón, a probarse a varios clubes, como Ferro y Excursionistas. Ellos querían jugar a la pelota. Y él les dio el gusto. Lo cierto es que tuvieron que pasar unos cuantos años para que la actuación y el fútbol se unieran en un proyecto que a Nicolás Pauls le calzara a medida. Se trata de Once, una serie internacional que apunta al público juvenil y a todos aquellos amantes de ese deporte que es pasión de mul-
titudes. Allí interpreta a Francisco, un director técnico que aún siente nostalgia por los tiempos en que el fútbol se vivía sin la obsesión por los resultados ni por el dinero. “A él lo angustian los mismos motivos que me hicieron alejar del fútbol profesional. Cuando empecé a darme cuenta de que todo estaba teñido de negocios y de cosas que nada tienen que ver con lo lúdico, dejó de interesarme –repasa. Y ahonda sobre Francisco–: También está en contra del exitismo que reina en ese universo tan competitivo, donde, a veces, pareciera que uno tiene que pisar al otro para llegar a la meta. Una característica que me enamora del personaje es que, constantemente, les transmite a los chicos la importancia de jugar en equipo. La única forma de conseguir algo es trabajando en conjunto. Resaltar eso me pareció buenísimo”.
–Nicolás, ¿se puede utilizar al fútbol, por ejemplo, para superarse, para inculcar valores?
–Es muy delgada la línea que separa el hecho de jugar a la pelota y hacer algo que te gusta con el de transformarte en una megaestrella. Y ahí es difícil sostener el equilibrio. Si no contás con referentes cercanos que te contengan y que te ayuden, es más fácil dar pasos equivocados. Por eso, aquellos que se convierten en jugadores de elite tienen que tener los pies sobre la tierra. Conozco a muchísimos jugadores que manejaron su vida y su profesión con suma humildad, demostrando que ese era el camino. Me pasa cuando lo escucho a mi ídolo, Juan Román Riquelme: la sinceridad con la que habla… El fútbol ha ayudado a mucha gente, a salir de situaciones muy complejas.
Codo a codo con Gastón, Nicolás lleva adelante un proyecto de voluntariado llamado Casa de la Cultura de la Calle, que organiza talleres de teatro, escritura, fotografía y música. “Una noche me encontré con un grupo de cinco chicos que vivían en situación de calle. Me acerqué a uno de ellos, de no más de once años, le pregunté qué necesitaba y me contestó: ‘un lugar para expresar lo que siento’. Ese fue el punto de partida de este proyecto”, reveló Gastón en una entrevista. De esta idea nacieron discos ( Canciones de cuna I, Canciones de cuna II y Sueños de niñez), con temas escritos por niños que van desde los seis años hasta jóvenes de veintidós, y que luego fueron grabados por artistas de la talla de Fabiana Cantilo, Liliana Herrero, Chango Spasiuk, Miguel Mateos y Ale Sergi, entre tantísimos otros. Nicolás fue el encargado de producirlos: “¿Por qué Canciones de Cuna? Surgió una noche en que mi hermano se planteó cómo se irían a dormir quienes asisten a nuestros talleres. ¿Alguien les habrá cantado una canción para que se durmieran? Tal vez nadie los acunó… Así fue como les propuse a los chicos que escribieran una canción de cuna. Reuní todo ese material y convoqué a músicos. La primera placa quedó más triste que la segunda, porque algunas historias son muy tremendas. Luis Alberto Spinetta me dijo una vez: ‘Son letras pavorosas’. Es que hablan de ausencias, del sueño de que las cosas sean distintas… El segundo disco es más luminoso, más esperanzador”.
–¿Encontrás alguna similitud entre su tarea en la Casa de la Cultura de la Calle con lo que podría hacer un técnico en el trabajo cotidiano?
–Nunca lo pensé de esa manera… Sí creo que debemos reflexionar acerca de buscar herramientas más convocantes para mostrar que hay posibilidad de transmutar este mundo tan complicado. El arte es una herramienta absoluta-
mente transformadora. Lo que hace la Casa de la Cultura de la Calle es reinsertar a niños y jóvenes que tienen vulnerados sus derechos. A lo largo de los últimos catorce años, fui testigo de transformaciones que no solo fueron hermosas, sino que hubieran sido imposibles de conseguir si no se encaraban a través del arte. Tuvimos chicos que no se animaban ni a hablar en las primeras clases de teatro, y años después, fueron los profesores de los nuevos alumnos.
–Solés hablar con frecuencia de seguir los sueños, no claudicar ante ello…
–En la vida cuesta mucho encontrar algo que te guste hacer. Cuando sucede, hay que ir con todo detrás de eso. Después, te podrá ir mejor o peor a nivel económico, pero si seguís lo que realmente sentiste hacer, nunca funcionará mal. El fútbol no es solo una carrera o una profesión que te puede provocar un sinfín de satisfacciones, sino que, además, es algo que está ligado al espíritu deportivo, a una vida activa. Yo creo que por eso papá nos llevó a Ferro cuando le pedimos jugar a la pelota. Era –y es– un club familiar, que ponía como condición que los chicos no dejaran sus estudios; incluso se lo exigían a los jugadores de Primera División. El fútbol no tiene por qué abarcarlo todo.
De Caetano al vegetarianismo
Las facetas de Nicolás son diversas. Se mueve como pez en el agua tanto delante de las cámaras, como en su rol de músico, productor de discos y hasta como escritor de cuentos infantiles. Vamos por partes. “Hago música desde mucho antes de dedicarme a la actuación. Toqué la batería en varios grupos –La terminal, Las cuatro estaciones, Horizonte– y hace unos años, empecé
a componer mis propias canciones, y las fui grabando en la intimidad de mi hogar o en la casa de amigos. Sinceramente, lo hice sin ningún tipo de urgencia, tampoco con la idea de editar un disco”, desliza Nicolás. Pero el primer álbum solista apareció ( Comienzo) y con un bonus track: una perlita de Caetano Veloso. “Amo profundamente Oraçao ao tempo, porque habla de la vida, del amor y del desamor, de los hijos. Seguí mucho a Caetano: su palabra, su música, su mirada. Tuve la dicha de conocerlo y me demostró todo lo que venía pensando sobre él. Es una persona con una seriedad profesional extraordinaria”, sentencia este fanático de la vida al aire libre que, para confirmarlo, llegó a la entrevista pedaleando en su bicicleta. Sus hijos, Olivia y León, también son los responsables de esta máquina de generar proyectos. Por ejemplo, fueron ellos los que lo inspiraron a editar Feliz escape (con ilustraciones de Juan Casal), que surgió de los cuentos que Nicolás les inventa para dormirlos por las noches, improvisando de principio a fin personajes y aventuras. Como si todo esto fuera poco, nuestro protagonista se define como un aficionado a la gastronomía. “Me encanta, es lo que más me gusta en la vida –suelta entre risas. Y profundiza–: Todo el tiempo estoy pensando en la comida, en lo que voy a cocinar. Para mí el alimento es fundamental, y no me refiero exclusivamente a la comida en sí. Lo que leo, lo que escucho, la forma en la que escribo, tiene que ver con todo aquello que leí y escuché, y eso nos forma como alimento”.
–Sos vegetariano hace veinticinco años.
–Sí. Y así, la vida es maravillosa, liviana. Me gusta mucho la cocina de la India, con especias. También, los alimentos crudos: necesitamos oxígeno y si cocinamos demasiado la comida, se lo quitamos. El abanico de posibilidades vegetarianas es gigantesco. Muchos dicen que la opciones son escasas, pero son absolutamente más coloridas.