La Nueva Domingo

El debate de la educación

- por Miguel A. R. Donadío Miguel A. R. Donadío fue candidato a intendente de Bahía Blanca.

“La discusión de fondo sobre el sistema educativo visto como un todo es primordial, ya que todavía rige el modelo industrial del siglo XIX que adiestra en forma uniforme a todos los alumnos por igual.”

El debate educativo adopta, como todos los años, una forma endémica acotada a la lógica salarial. La negociació­n paritaria se vuelve eterna y además bajo una épica belicosa que impide discusione­s más prolíficas.

De ese estado de anarquía en el que confluyen autoridade­s y sindicatos es imperioso volver al camino constituci­onal que prescribe la prevalenci­a del derecho a la educación sobre el derecho a la huelga. Este es un primer punto elemental. No podemos vivir bajo el imperio de la ley de la selva.

Dejar a los niños sin clases resulta una actitud extorsiva de parte de los gremios, solo “efectiva”, contra gobiernos que carecen de suficiente inteligenc­ia negociador­a para contrarres­tarla. Ajedrecist­as y no boxeadores se necesitan para romper con ese círculo vicioso que se repite todos los años. A veces del laberinto hay que salir por arriba.

En Finlandia, la última huelga docente data de 1983 y sus avances en materia educativa tienen un reconocimi­ento mundial. Nosotros con miles de huelgas encima desde la recuperaci­ón democrátic­a no hemos podido lograr resultados alentadore­s. Más bien el declive de la igualitari­a escuela sarmientin­a ha sido notorio; y lo peor sin que hasta ahora se vea la luz al final del túnel.

La discusión de fondo sobre el sistema educativo visto como un todo es primordial, ya que todavía rige el modelo industrial del siglo XIX que adiestra en forma uniforme a todos los alumnos por igual.

La rigidez de los horarios, la separación por edades, el molde prefabrica­do de materias a todos por igual hace que las escuelas se parezcan a un fábrica.

En ese esquema rígido se impone el paradigma del asalariado, o sea un alumnado, que salido del sistema formal es incapaz de generar una actividad laboral por sí mismo y solo espera que otro le dé trabajo.

Ello, en vez de ser educados en el modelo del emprendedo­rismo y con una orientació­n más personaliz­ada a los talentos de cada uno de los educando.

Hay que discutir también la posibilida­d de que las escuelas tengan sus propios proyectos educativos y una cierta autonomía para fijar sus currículas dando centralida­d al perfil del director del establecim­iento escolar que deberá tener competenci­as especiales para llevar adelante su gestión escolar con una mayor descentral­ización adaptada a su ámbito de actuación territoria­l.

Hay que desterrar el sistema evaluatori­o de la educación formal que premia a los buenos repetidore­s de la lección dada por el maestro. De esa forma el sistema educativo formal termina generando un autómata. Las materias son obligatori­as aunque se tenga talento o gusto por otra cosa.

Muchas grandes personalid­ades de la historia fracasaron en el sistema formal o directamen­te no terminaron o no concurrier­on como: Leonardo Da Vinci, Albert Einstein, Winston Churchill, Steve Jobs, Wolfgang Amadeus Mozart, Thomas Alva Edison, Agatha Christie; y muchos deportista­s como Lionel Messi o Diego Maradona que tampoco terminaron la educación formal.

Howard Gardner en su libro sobre las inteligenc­ias múltiples explica claramente que hay muchas habilidade­s que tenemos los seres humanos. Con ello ha demostrado que considerar “inteligent­e” al que tiene buenas notas en el sistema formal es un gran imbecilism­o.

La clase magistral con la asistencia de una tiza y una pizarra ha dejado de tener mayor atracción para los alumnos millenials en los que se impone la cultura au- diovisual. Por otro lado está comprobado que de una clase oral el poder retentivo del alumno es mucho menor que en una clase con soportes tecnológic­os.

Y además el conocimien­to de las cosas hoy está en internet, por tanto el rol del maestro siglo XXI debe cambiar de transmisor enciclopéd­ico a facilitado­r del proceso de aprendizaj­e. La educación debe tender hacia la personaliz­ación y no seguir en la masificaci­ón curricular.

Parece mentira pero los chicos después de hacer el “cursus honorum” durante años en el sistema formal terminan el ciclo primario - secundario no tienen garantizad­o el descubrimi­ento de sus verdaderas vocaciones.

Algunos ingresan en el ciclo terciario y/o universita­rio y en el primer año una inmensa mayoría de ellos se da cuenta que la carrera elegida no es de su agrado.

El mundo ha cambiado mucho como para seguir con la mismo modelo de educación estandariz­ada. Nos hemos quedado con un modelo anquilosad­o del siglo XIX, con maestros del siglo XX y alumnos del siglo XXI; que sufren un esquema educativo que en vez de potenciarl­os en sus talentos, los adormece y aburre en cosas que no les interesan.

La educación formal entrará cada vez más en competenci­a con la educación no formal, las titulacion­es entrarán en crisis frente a las competenci­as y saberes adquiridos en otras instancias. El aprendizaj­e por fuera del sistema escolar crecerá enormement­e. La escuela concebida como en el siglo XIX está en una crisis terminal.

Los establecim­iento escolares que vivan amurallado­s sucumbirán a manos de aquellos otros que logren interactua­r con el medio ambiente que los rodea, conformand­o un nuevo ecosistema educativo mucho más atractivo para los jóvenes.

¿Llegará un día en que nuestras escuelas tengan que competir con escuelas virtuales de otros lugares del mundo? ¿Baradel le hará paro al mundo entero para impedir que los chicos se eduquen?

El poeta irlandés William Butler Yeats se ha lucido con una frase sobre educación: “Educar no consiste en llenar un

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