“Calle Belén” acompaña a los chicos vulnerables
Así se llama el proyecto social de la Pastoral de Adicciones y Drogadependencia. Involucrarse y comprometerse impulsan la tarea del grupo.
Yaro tiene 23 años, dice que su sueño a corto plazo es aprender a leer y escribir. También quiere trabajar.
“Me levanto a las 7 y recorro obras en construcción, verdulerías y negocios buscando trabajo. Me piden que les deje mis datos y dicen que después me van a llamar. Te desilusionás con eso, porque nunca te llaman”, admite con amargura.
Tiene una historia familiar muy dura, se la “rebusca” haciendo malabares en la calle y pidiendo comida en algunos negocios.
La realidad de Alejandro, de 20, no es muy diferente. Vive con su madre y hermanos, pero la violencia que existe en su hogar lo empuja a la calle.
“A los 13 años tuve que salir a trabajar para vestirme y comer”, comenta.
Ellos son apenas dos de los tantos chicos bahienses a los que el contexto social, la falta de oportunidades y el desamparo deja a merced de los peligros que nuestra sociedad padece: adicciones, delincuencia y marginalidad, entre otros.
“Estamos acostumbrados a recibir el bombardeo de índices y estadísticas que, con cifras y porcentajes, pretenden mostrarnos la actualidad de diversas situaciones socioeconómicas, pero es muy poco común recepcionar y demandar noticias de aquellos rostros, sueños e historias de vidas concretas que se pierden dentro de ese número frío y anónimo. Un número no se puede ver ni tocar, no podés dialogar con él, no sufre, no ama, no sueña...”, señala el padre Javier Di Benedetto de la Pastoral de Adicciones.
El sacerdote integra el proyecto social “Calle Belén”, dedicado al acompañamiento de jóvenes en estado de vulnerabilidad.
Una reunión en la capilla Santa Lucía, un mate o patear la pelota en la plaza Rivadavia son algunas de las tantas excusas para estar cerca, escucharlos y hacerles sentir que no están tan solos.
“Desde nuestro acompañamiento cotidiano, cuerpo a cuerpo, de tantos pibes y pibas vulnerados en nuestra ciudad, queremos compartir la pequeña experiencia de re- cibir sus vidas como vienen. Somos unos convencidos de que cada uno, cada rostro, y cada historia es digna de ser amada”, agrega.
Junto a Javier participan de la iniciativa Cecilia Conti, Nicolás Marín, Enrique González, Matías Mata y Federico Benavente.
Consideran que las situaciones de violencia que se observan en la calle pueden solucionarse colocándose en el lugar del otro.
Cecilia recuerda a la psicoanalista bahiense Silvia Bleichmar, quien sostenía que “lo que regula la violencia entre los seres humanos (su grado de inhibición) es un mayor nivel de confort afectivo, no la represión”.
“Ese crecimiento en nuestro bienestar emocional, en el confort afectivo, podría co- menzar, tal vez, con mirarnos un poco más a los ojos y no esquivarnos la mirada cuando nos pasamos cerca. ¿Y si empezamos con un revolucionario no tenernos tanto miedo?”, se pregunta.
Federico sostiene que “quizás el camino de la verdadera convivencia sea el de intentar abrazar la complejidad del otro, que siempre es distinto a mí: diferente historia, educación y oportunidades”.
Por su parte, Nicolás asegura que es primordial dejar atrás “prejuicios estereotipados” y pensar por qué siempre “demandamos que los cambios vengan de arriba o de afuera”.
Precisamente, involucrarse y comprometerse son dos motores que impulsan la tarea del grupo.
“Es necesario sentirse partícipe y protagonista de esta Bahía Blanca que habitamos, porque podemos transformarnos en ese número de estadística que no siente, no piensa y no decide”, advierte Enrique.
Finalmente, Matías destaca que “en la plaza o en la puerta de tu casa puede andar esa persona que necesita una palabra afectuosa o un gesto amable. Atreverte a acercarte también puede transformar tu vida”.
Aquellos interesados en unirse a la actividad deben comunicarse con el teléfono 155041013 (Matías) o escribir al correo proyectosocialcallebelen@gmail.com.