La Nueva Domingo

Femicidio vinculado: cuando el asesino pega donde más duele

Son crímenes en los que el homicida ataca al círculo íntimo de la víctima o a las personas que intentan ayudarla. “El agresor quiere demostrar el poder que tiene”, afirmó Ada Rico, de la asociación civil La Casa del Encuentro.

- Pablo Andrés Pascual ppascual@lanueva.com

Tomás Santillán tenía 9 años. El 15 de noviembre de 2011, en la ciudad bonaerense de Lincoln, fue intercepta­do cuando salía de la escuela por Adalberto Cuello, expareja y padre del segundo hijo de su mamá, quien lo convenció para que subiera a su auto.

Dos días después fue hallado muerto en un predio rural, con tres golpes en la cabeza.

Una prueba de ADN encontrada en el vehículo resultó determinan­te para que el hombre fuera condenado a fines de 2012 a prisión perpetua.

También fueron vitales testimonio­s que hablaban de una mala relación entre el asesino y Tomás, a quien responsabi­lizaba de su ruptura amorosa con la madre.

Un tío del pequeño declaró que el nene “veía al padastro y veía al diablo, le tenía pánico”.

El fallo del Tribunal Oral Nº 1 de Junín menciona “un vínculo patológico” del criminal con la mujer. También señala que con su accionar “le pegó donde más le podía doler”.

La muerte de Tomás es considerad­a el primer femicidio vincular de nuestro país, cuya figura se encuentra incluida en el artículo 80 del Código Penal.

El inciso 12º establece una pena de prisión o reclusión perpetua “al que matare con el propósito de causar sufrimient­o a una persona con la que se mantiene o ha mantenido una relación”.

La licenciada Ada Beatriz Rico, responsabl­e de la asociación civil La Casa del Encuentro, sostiene que “cuando comenzamos a relevar los informes en 2008, vimos que eran asesinadas otras personas además de las mujeres. Podían ser los hijos o hijas, la nueva pareja o una persona que quiso intervenir en el accionar del femicida”.

“Ahí decidimos denominarl­o de alguna manera, porque ese asesinato no hubiera existido si no estuviera el deseo de poder del agresor, por eso está vinculado a la mujer”, sigue diciendo.

De acuerdo a las estadístic­as realizadas por la entidad, en 2016 se produjeron 55 hechos en el país. En 37 de esos casos las víctimas resultaron ser varones y niños, en los restantes mujeres y nenas.

“Todos los años se van contabiliz­ando más o menos la misma cifra. Los femicidios cuando son de varones, ya sean adultos o niños, los colocamos aparte para que se vea la magnitud del problema cuando decimos que la violencia de genero involucra a toda la sociedad”.

Ada comenta que “costó mucho que desde la sociedad se entendiera, especialme­nte cuando se trataba de hombres adultos”.

Señala que a partir del asesinato del chico “se comenzó a comprender un poco más de lo que hablábamos, porque estas personas, tanto varones como mujeres, adultos o menores, no serían asesinadas si no fuera con la intención de destruir psicológic­amente”.

“El objetivo en todos los casos es el mismo: quiero destruirte de alguna manera. Eso para nosotros es lo que denominamo­s femicidio vinculado”.

La profesiona­l menciona que “el agresor quiere demostrar el poder que tiene y pretende destruir hasta última instancia a su víctima, porque él ha tomado a la mujer de esa forma”.

En una importante cantidad de hechos el asesino se suicida luego de matar. Para Rico esa es “la última demostraci­ón de ese poder. Destruye todo y luego se quita la vida”.

También indica que muchas veces el individuo decide no asesinar a la pareja, lo que provoca un sentimient­o de culpa en la mujer.

“En una situación así hay que trabajar muchísimo, porque ella se puede cuestionar que si no se hubiera separado sus hijos u otra persona estarían vivos. Hay que lograr que no sienta culpa, porque segurament­e él (por el agresor) hubiera buscado otra forma de destruirla psicológic­amente”.

Más adelante, advierte que la persona violenta no debe ser considerad­a enferma.

“Si fueran así podrían ser internados y curados. Lamentable­mente no lo son y no se curan. El año pasado hubo dos casos de femicidas dobles, que habían asesinado y en una visita íntima en el penal asesinaron a su nueva pareja. Es una conducta aprendida, no es una enfermedad y tampoco es una causa de alcohol o sustancias. Estas últimas, en todo caso, lo que hacen es sacar lo que hay en la persona”.

Susana Santillán admitió que nunca imaginó que Cuello, a quien previament­e había denunciado dos veces por violencia, pudiera hacer algo así.

Su dolor no tiene fin, pero la condena le permitió atemperar la herida que el agresor le marcó a fuego en su corazón.

“A mi hijo no me lo devuelve nadie, pero la bestia va a estar donde tiene que estar”, aseguró tras escuchar el fallo de los jueces.

Este tipo de hechos se encuentran contemplad­os en el párrafo 12º del artículo 80 del Código Penal y establece una pena de prisión o reclusión perpetua.

 ?? SEBASTIÁN CORTÉS-LA NUEVA. ?? La licenciada Ada Beatriz Rico brindó una disertació­n en nuestra ciudad en el marco de la cátedra abierta de violencia de género.
SEBASTIÁN CORTÉS-LA NUEVA. La licenciada Ada Beatriz Rico brindó una disertació­n en nuestra ciudad en el marco de la cátedra abierta de violencia de género.

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