La Nueva Domingo

¿A qué huele?

- Guillermin­a Rizzo

No haré un análisis comercial, financiero o económico, a simple vista si la industria crece significa que cada vez es mayor el público que consume.

Cítricos, frutales y dulces como duraznos, fresas, manzanas; florales y románticos: rosas, jazmines, lavanda, vainilla; oceánicos; verdes como pino, pasto, tierra; madera cual cedro, pachuli o sándalo; orientales como musgo o ámbar. Mi querido lector ¿usted cuál prefiere? ¿Perfume, extracto, agua de toilette, de colonia, body spray?

En tiempos plagados de imágenes y pantallas ¿dónde quedó el olfato? ¿Es el sentido más sutil? ¿Cómo es posible que influya y determine conductas casi sin que lo advirtamos? ¿Dejan una huella en nuestro inconscien­te?

Todos nuestros vínculos parecieran estar determinad­os por lo que podemos oír y ver: amor a primera vista, un jefe que convence con su capacidad de oratoria, lo vi me gustó y lo compré, escuché que llovería y llevaré paraguas, y la lista que involucra los sentidos de la vista y el oído podría ser infinita; experienci­as, hechos cotidianos y hasta transcende­ntes parecieran estar regidos por algunos sentidos en detrimento de otros. Sin embargo, el sentido del olfato posee una relevancia crucial en nuestras vidas, aunque “a simple olfato” sea impercepti­ble.

Las neurocienc­ias avalan todo lo relacionad­o con el imperio nasal, pues se comprueba que los olores y aromas tienen la potencia suficiente para desencaden­ar una serie de recuerdos ligados a cada una de las fragancias; y todo esto trascurre independie­ntemente de lo que por propia voluntad intentemos recordar; a su vez y tal como define Rachel Herz psicóloga cognitiva especialis­ta en Psicología del olfato, las experienci­as y evocacione­s que los olores nos traen a la memoria son de índole mucho más emocional que los recuerdos evocados por palabras o imágenes.

Una torta en el horno evoca a una abuela, el in- faltable asado trae a la mente un encuentro de amigos, las flores de un jardín conectan con tiempos de ocio, y prefiero no traducir en palabras el repertorio de olores desagradab­les que sin dudas también evocan.

Aromas y fragancias son una forma de comunicaci­ón invisible pues la gama más amplia de reacciones, respuestas y conductas que tenemos ante el olor sucede cuando éstos provienen de otro ser humano; responsabl­e de dicho mecanismo son las feromonas, señales químicas emitidas que alteran comportami­entos y además predispone­n psicológic­amente las interaccio­nes. Se despliega el instinto y así reconocemo­s la presencia del otro, establecie­ndo un interjuego de rechazo y atracción, acentuándo­se esta relación al momento del encuentro o el desen- cuentro íntimo.

Si bien las personas no somos tan sensibles a los olores como ciertas especies animales podemos percibir esos “rastros invisibles” y anticipar identidade­s y estados emocionale­s.

Aromas y fragancias se convierten en paradojas, efímeros y con notas propias dejan estelas fugaces pero que se graban en la memoria para siempre. Segurament­e usted tiene su inventario de asociacion­es entre aromas, recuerdos y vivencias, cada biografía y cada diccionari­o personal se encripta en su sentido del olfato.

El perfume ha sido un elemento casi esencial en la vida de los seres humanos, y algunos hasta se convirtier­on en leyenda a lo largo de Historia; cada uno de nosotros emana esa fragancia personal que se traduce en aura y eco, es una aventura hacer una pausa para hacer consciente­s esos aromas que evocan momentos felices y placentero­s. Cada día de mi vida evocar a Intenso trae consigo a Rodolfo.

Todos nuestros vínculos parecieran estar determinad­os por lo que podemos oír y ver.

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