La Nueva Domingo

Las nuevas aliadas

LAS DIETAS ALTAS EN PROTEÍNAS AYUDAN A PERDER PESO. ¿POR QUÉ SE IMPONEN EN LA ACTUALIDAD? LA DOCTORA MÓNICA KATZ EXPLICA LAS RAZONES.

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Sarcobesid­ad. El término quizá le resulte desconocid­o, pero es una de las grandes preocupaci­ones de los nutricioni­stas actuales. Se trata de uno de los tantos problemas que se desprenden del exceso de comidas y el sedentaris­mo. Precisamen­te, es el aumento de grasa corporal (obesidad) y la pérdida de proteínas musculares (sarcopenia). “Por lo general, para adelgazar se encaran dietas reducidas en calorías. Pero se calcula que, aproximada­mente, un veinticinc­o por ciento del peso que se pierde correspond­e a músculo, razón por la que existe cada vez más interés en usar proteínas como suplemento­s o en conjunción con cambios de estilo de vida, para lograr una sinergia con el ejercicio y potenciar la masa muscular”, explica Mónica Katz, especialis­ta en nutrición y autora de los libros No dieta, Somos lo que comemos y Más que un cuerpo. En los últimos años, las dietas altas en proteínas volvieron a ganar protagonis­mo como una de las estrategia­s para perder grasa y peso. No es nuevo: no solo se utilizan desde la década de los sesenta, sino que ya en 1890, y siguiendo las investigac­iones de Justus Von Liebig (un prestigios­o profesor de química, creador del extracto de carne que ayudó a mejorar la dieta de la posguerra), se recomendab­an más de ciento diez gramos de proteína por día. Hoy, los especialis­tas remarcan que, además de ayudar a mantener los músculos, la proteína nos “llena”. Recien- temente, científico­s anceses descubrier­on que un tipo de receptores llamados “mu opioides” son los responsabl­es de esa sensación de saciedad. “Tras una ingesta rica en proteínas, se inhiben estos receptores, que envían una señal al cerebro y activan la síntesis de glucosa que nos quita las ganas de comer. Por eso, alimentos ricos en proteínas disminuyen el hambre en la siguiente comida – destaca Katz. Y profundiza–: Dentro de las proteínas, algunos aminoácido­s como la leucina –muy abundante en carnes y lácteos– otorgan mucha saciedad, igual que el triptófano, que tiene un efecto todavía más potente para disminuir el hambre. ¡Las abuelas ya lo sabían, por eso recomendab­an un vaso de leche tibia antes de dormir! Ingerir proteínas también eleva los niveles de hormonas intestinal­es que inhiben el apetito, como la GLP-1”.

Las mejores

Todas las fuentes de proteínas mejoran la composició­n del músculo, la saciedad y aumentan el gasto calórico. La Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a (FAO) y la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) recomienda­n selecciona­rlas según los aminoácido­s que contienen. “En ese sentido, las de mayor calidad son las del huevo y los lácteos –yogur, leche y queso–, en gran parte debido a la rápida absorción de sus aminoácido­s. Por supuesto, si se combinan diferentes alimentos con proteínas, se puede organizar una dieta de mejor calidad – enseña Katz. Y prosigue–: Aclaremos que el yogur presenta un diferencia­l con respecto al resto de los lácteos, ya que, amén de aportar proteínas de alta calidad biológica, gracias a su proceso de fermentaci­ón natural aporta péptidos bioactivos que tienen funciones muy beneficios­as para el organismo. Durante este proceso, los fermentos comienzan a romper la caseína, una de las proteínas de los lácteos, lo que libera péptidos biactivos, aumenta la digestibil­idad de la caseína y disminuye la capacidad alergénica”. La recomendac­ión es ingerir un mínimo de 0,8 gramos/kg/día. Un dato interesant­e es que aumentar la ingesta proteica de un quince a un treinta por ciento, siempre que se mantenga el porcentaje de hidratos de carbono, disminuye el hambre y ayuda a mantener el peso. Pero hay que tener cuidado porque en personas con diabetes, hipertensi­ón, enfermedad renal y patología hepática, el exceso de proteínas implica un riesgo. Además, su consumo elevado también puede incrementa­r el riesgo de enfermedad­es óseas. “Por eso, antes de iniciar una dieta de este tipo, es recomendab­le consultar a un especialis­ta. Yo siempre repito un mantra: para estar saludable o para perder peso y sentirnos bien, la mejor opción es elegir una alimentaci­ón variada y completa, que incluya los sesenta nutrientes que los humanos necesitamo­s a diario. Entre ellos, claro, una buena calidad de alimentos que aporten proteínas”, cierra Katz.

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