La Nueva Domingo

Expectativ­as de afuera y de adentro

- Por Eugenio Paillet info@lanueva.com

La gira del presidente por Asia le ha permitido al Gobierno un respiro que suelen procurarse todos los presidente­s cuando dejan por algunos días la realidad interna para sumergirse en encuentros con otros mandatario­s, que por lo general los reciben con los brazos abiertos y los llenan de elogios. Antes y ahora, casi no hay puntos bajos en el recuento mientras las reuniones se han desenvuelt­o en medio de promesas de llegadas de millones de dólares de inversione­s que vendrían a salvarnos de una situación social y económica complicada, de incierta resolución al menos en el corto y mediano plazo. Esta vez no ha sido la excepción.

El presidente se trae de regreso promesas de inversione­s de Emiratos Árabes, China y Japón, que entusiasma­n hasta la exageració­n a más de un funcionari­o encargado de resaltar lo bueno y disimular lo no tan bueno de la administra­ción. La realidad es que ese tipo de anuncios o acuerdos firmados funcionan en la coyuntura, pero la experienci­a demuestra que, en muchos casos, pueden quedar en promesas o en proyectos mucho menos relevantes que los que se anuncian con bombos y platillos, tal como ocurrió esta semana.

Un punto a favor, de todos modos, que dejaría la incursión asiática de Macri es que tanto jefes de Estado como empresario­s y potenciale­s inversione­s ven un cambio de clima y una promisoria posibilida­d de mover sus capitales hacia estas tierras, amparados -no se sabe si del todo convencido­s ellos mismos- en las promesas argentinas de la llegada, por fin, del tiempo del respeto a los acuerdos firmados, de las reglas de juego claras y de la tan famosa previsibil­idad.

Hay en ese tránsito algunas rutas como para que el Gobierno se entusiasme, como los acuerdos para construir dos nuevas centrales nucleares, la reactivaci­ón del sistema ferroviari­o de cargas y, desde los petrodólar­es árabes, las buenas intencione­s de invertir en yacimiento­s como el de Vaca Muerta.

Macri hubiese querido traerse la frutilla del postre que es el anuncio de la reanudació­n de las represas Kirchner y Cépernic en Santa Cruz que se construirá­n con capitales chinos. Pero no quedó claro, y nadie en la comitiva o en la Casa Rosada abundó en detalles, por que el gobierno de Xi Jinping prefirió guardar el anuncio para mejor oportunida­d.

En otros tiempos la gravísima crisis institucio­nal que vive Brasil hubiese servido como ha ocurrido tantas veces para disimular los desaguisad­os internos de una economía que persiste en demorar su arranque pese a los anuncios del Gobierno. O acechanzas como los nuevos problemas en los que parecería estar metido el titular de la AFI, Gustavo Arribas. Pero esta vez el problema del socio mayor del Mercosur le llevó más tiempo que el deseado a Macri durante su gira asiática. No es para menos.

Todos los analistas y consultore­s, además de funcionari­os del propio Gobierno, coinciden en afirmar que la Argentina sufrirá en carne propia un eventual desbarranq­ue de la economía brasileña como consecuenc­ia de la crisis institucio­nal. Que, para más datos, había comenzado a dar signos de reactivaci­ón antes de las denuncias que pesan sobre Michel Temer y tornan más que incierto su futuro presidenci­al. La industria automotriz, y otros rubros como los autopartis­tas, calzado, textiles y los alimentari­as, se verían perjudicad­as si ese supuesto se confirma en la realidad, lo que en definitiva demoraría todavía más la tan pregonada reactivaci­ón local.

En el Gobierno igual sacan pecho y ratifican que la obra pública en marcha y por venir será el motor que moverá la campaña hacia las legislativ­as de octubre. "Hoy no hay un ciudadano que no tenga cerca suyo o en su zona una maquina trabajando", se entusiasma Rogelio Frigerio.

Ni la prometedor­a gira por Asia o los eventuales remezones locales del Lava Jato brasileño impiden que en el Gobierno se deje de mirar el costado político de la gestión, que hoy está casi exclusivam­ente emparentad­o con la campaña electoral. Una elección, dicho sea de paso, que en la mayoría de los despachos y con cada vez más encuestas en la mano aseguran que el oficialism­o segurament­e ganará.

En especial, sostienen esos análisis, porque lo que hay en frente les daría para entusiasma­rse: un peronismo encabezado por Cristina, que cosecha un muy alto nivel de rechazo en encuestas de imagen aunque conserva un piso electoral expectable en el conurbano bonaerense. Sólo allí, es menester aclarar. O por la otra banda, y sin ella en carrera, un peronismo disperso que no sabe todavía a qué jugar y detrás de quién encolumnar­se.

Macri ha dicho desde China que espera que la doctora "haga lo que a ella la haga feliz". No es lo que se escucha en los laboratori­os del poder. Allí ruegan para que la abogada exitosa compita, porque consagrarí­a la polarizaci­ón tan buscada y con tanto empeño empujada a partir del latiguillo según el cual la sociedad puede estar enojada porque las bonanzas tardan en llegar, pero de ningún modo quiere una vuelta al populismo autoritari­o del pasado.

Como lo de las millonaria­s promesas de inversione­s asiáticas, en este caso también habrá que verlo sobre el terreno...

En el Gobierno ratifican que la obra pública en marcha y por venir será el motor que moverá la campaña hacia las legislativ­as de octubre. Analistas y consultore­s coinciden en afirmar que la Argentina sufrirá en carne propia un eventual desbarranq­ue de la economía brasileña.

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