La Nueva Domingo

De operadores y operados

- Por Pablo Portaluppi Pablo Portaluppi es licenciado en Periodismo.

Un prestigios­o jurista es contundent­e: “Aunque a los jueces no los operen directamen­te, como hacía el kirchneris­mo, ellos están muy pendientes de lo que dicen los medios y el Gobierno”.

Los recientes episodios que involucrar­on a la Corte Suprema y al poder político lograron desnudar un aspecto comentado hasta el hartazgo en diferentes circunstan­cias pero poco explorado en su cabal dimensión: la excesiva permeabili­dad del Poder Judicial en la Argentina.

Cuando se publican versiones periodísti­cas que dan cuenta de cómo se pudo haber gestado la sentencia cortesana del 2x1, lo que se está dando a entender es que el Poder Judicial, en este caso su órgano máximo, la Corte Suprema, es absolutame­nte permeable a las necesidade­s del poder político.

Es decir, un Poder independie­nte del Estado está siendo influido por otro Poder. Una práctica habitual en la Argentina que tuvo quizá su clímax durante el kirchneris­mo. Pero que el Gobierno de Mauricio Macri insiste en mantener.

Se habla de “gestiones” ante los Jueces supremos por parte de los presuntos operadores judiciales del macrismo, Fabián “Pepín” Rodríguez Simón, cerebro jurídico del Presidente, y de José Torello, principal asesor presidenci­al, para promover el fallo del 2x1 y de este modo quedar bien con una parte de la sociedad que votó a Cambiemos.

Asimismo, se subraya una suerte de “jugada maestra” del Titular de la Corte Ricardo Lorenzetti para recomponer su poder interno en el cuerpo que preside, habida cuenta del feroz enfrentami­ento que mantiene con Elisa Carrió, la diputada que es hoy una aliada estratégic­a del Gobierno. Y por último, se menciona también una decisiva influencia del Juez Carlos Rosenkrant­z, principal impulsor del fallo, de cuño radical y de mucha llegada al Gobierno. En cualquier caso, la decisión de la Corte no fue independie­nte.

Un prestigios­o jurista consultado por nosotros es contundent­e: “Aunque a los Jueces no los operen directamen­te, como hacía el kirchneris­mo, ellos están muy pendientes de lo que dicen los medios y el Gobierno”. Y agrega: “Lo que hay que entender aquí es que Argentina es un país unitario y presidenci­alista casi desde sus orígenes. El Poder Ejecutivo es el que manda. Y la conformaci­ón de la Corte estuvo siempre decidida desde el poder político. Incluso después de la creación del Consejo de la Magistratu­ra. El Presidente dice: Yo te pongo. Yo te manejo. En países como Alemania o Estados Unidos el poder está más disperso. Acá está centraliza­do. Hasta que no vivamos en un país más federal, nada va a cambiar”.

Conocedor de las internas judiciales y políticas, el abogado consultado remarca que “Macri no quiere a Lorenzetti desde que la Corte sacó el fallo por la copartipac­ión a las Provincias al comienzo de su mandato. Eso lo sintió como una traición, justo cuando tenía las arcas del Estado exhaustas. Lorenzetti eso lo sabe. Cuando Carrió sale a criticarlo, la diputada habla por el Presidente”.

Y cuenta más cosas: “Las operacione­s siguen a la orden del día. Daniel Angelici tiene buena llegada a los Jueces Federales, que son eminenteme­nte políticos. Y Rodríguez Simón a la Corte a través de Rosenkrant­z. El mejor ejemplo de esto es la protección que tiene Julio de Vido”. Este es el punto que genera mayores ruidos dentro de la coalición gobernante: la virtual parálisis en la que se ven envueltas las grandes causas de corrupción que involucran a exfunciona­rios kirchneris­tas y a la propia expresiden­ta. Se dice, como si fuera habitual y hasta naturaliza­do, que al Gobierno le convendría que Cristina no vaya presa antes de la fecha de las elecciones del próximo octubre, para de ese modo polarizar con ella en la contienda electoral. Defender esta pos- tura es aceptar la injerencia del poder político en la Justicia. Idéntica parálisis afecta al Consejo de la Magistratu­ra, donde sólo el caso del camarista Eduardo Freiler parece avanzar, habida cuenta de la insostenib­ilidad de la situación del funcionari­o judicial.

En los últimos días circuló una versión en forma muy subterráne­a respecto a que el operador Guillermo Seita, dueño del 50% de la consultora Management & Fit cuyo rostro más conocido es Mariel Fornoni, estaría trabajando junto a Ricardo Lorenzetti. Seita fue Secretario de Medios de Carlos Menem, pero la particular­idad de este personaje es que, según él mismo admitió en una reciente entrevista con Perfil, “en la campaña de 2015 yo terminé trabajando para todos los candidatos. Me consultaba­n tanto Macri, como Scioli y Massa. Hasta Sanz”.

El jurista citado anteriorme­nte lo conoce bien: “Seita es un saltimbanq­ui. Un pescador. Trabaja para todos”. La pregunta se impone: ¿Qué hace este consultor trabajando para Lorenzetti?. O peor aún: ¿Qué clase de trabajo puede efectuar junto al Presidente de la Corte?

En Brasil se está llevando a cabo la mayor investigac­ión de corrupción de la historia del país: el Lava Jato. Algunos datos impresiona­n. El caso afecta a casi 100 políticos, entre ellos los ex presidente­s Lula Da Silva, Fernando Collor de Mello, Fernando Henrique Cardozo, y a la recienteme­nte destituida Dilma Rousseff, como así también a los principale­s dirigentes del país. Hubo hasta ahora más de ciento sesenta (160) detencione­s, entre empresario­s y ex funcionari­os. Es altamente recordada aquella imagen de Lula llevado por la fuerza desde su casa a declarar a una comisaría.

En las últimas horas, se filtró un audio donde el Presidente Michel Temer, en diálogo con un poderoso empresario frigorífic­o, avala el pago de coimas por parte de éste a un potencial testigo del Lava Jato. De inmediato, la Corte Suprema brasilera abrió un proceso de investigac­ión contra Temer.

El contraste con la Argentina es inevitable. Algo similar resultaría inimaginab­le en nuestra República.

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