Una mirada interior
Mi afición por retratar rostros extraños me llevó un mediodía luminoso de Florianópolis, a sentarme en uno de los bancos circulares donde había advertido la presencia de una imagen especial para mis intenciones.
Me senté disimuladamente y con el mismo disimulo comencé a entablar una conversación.
Él, con un portugués muy arraigado, y yo, con un "portuñol" con ciertas y lógicas dificultades.
La idea era comunicarse y de a poco el diálogo se fue armando.
Positivo fue que me permitiera obtener una fotografía, mostrándolo con su tez bien morena, sus ojos negros saltones y una cabellera aún tupida y con un avance evidente
Pedro, todo un personaje, lleva más de 25 años abriendo cuerpos para que el forense se encargue de su estudio.
de las canas.
Después llegó el interrogatorio que nos caracteriza a quienes amamos el periodismo.
Me comentó Pedro que tenía unos 60 años pasaditos; que estaba allí porque una pausa no venía mal en el paseo habitual de su día sin obligaciones. --¿Y a qué se dedica? --Trabajo en la morgue...
--Epa, que trabajo complejo... --Para nada. -- ¿Cómo para nada? ¿Y qué hace específicamente? --Yo abro los cuerpos... --¡¿Cómo!? --Con una sierrita eléctrica les abro el pecho...
--¡Uff! ¿Pero no se impresiona?
--No, amigo. Llevo más de 25 años haciéndolo. --No lo envidio. --Lo entiendo. Después, dice, el forense echará una mirada interior...