La Nueva Domingo

Cómo afecta a otros rubros la revolución de la cerveza artesanal

- Federico Moreno

Hace menos de un año, la sección #LaNuevaLis­ta de la versión digital de este diario publicaba, en deta- lle, las diez opciones que tenían los bahienses para beber cerveza artesanal en la ciudad.

Partiendo de restaurant­es, pasando por bares recienteme­nte inaugurado­s y hasta incluyendo una peluquería donde se sirve cerveza tirada, la lista mostraba una cultura instalada en el mundo y otras ciudades del país que comenzaba a gestarse en Bahía Blanca.

Once meses después, los bahienses ya pueden sumar cinco cervecería­s nuevas, a las que se deben agregar los no pocos restaurant­es que, para no quedar afuera de la ola, también decidieron agregar el producto a sus cartas.

Otra pata de la mesa que no se puede soslayar son las fábricas de cerveza artesanal, las que, pese a no ofrecer servicio de comida en el lugar, subsisten gracias al expendio y relleno de botellones, algo cada vez más común entre jóvenes que empiezan a alejarse de las típicas cervezas industrial­es que se consi- guen en la góndola del supermerca­do.

Cabe analizar si este nuevo fenómeno, que sin dudas forja un paladar más sofisticad­o, implica para los amantes de la cerveza un mayor gasto que el habitual.

Dejando de lado la franja

“A los restaurant­es no tanto, les quitan público a los boliches” La reconversi­ón de los boliches ya empezó

horaria de 2x1 conocida como 'happy hour', en la que la pinta de cerveza se puede conseguir por unos 45 o 50 pesos, tanto en el horario de la cena como en las horas siguientes la pinta (medio litro) oscila entre 85 y 105 pesos, lo que se traduce en unos 200 pesos por litro de cerveza artesanal, contra los 55 de una primera marca de industria nacional.

También se debe evaluar si este tipo de salidas, que a priori se conciben como más económicas que una clásica visita al restaurant­e, son efectivame­nte más baratas.

Mientras que desde el rubro gastronómi­co afirman que las cervecería­s no les quitan mucha clientela a los restaurant­es, aquellas sostienen que su oferta no es la comida elaborada ni intenta serlo, sino que simplement­e apunta al tapeo, la picada y la comida al paso.

Sin embargo, una persona que consuma una hamburgues­a con papas fritas más un litro de cerveza a la hora de la cena, difícilmen­te gaste menos de 300 pesos en una cervecería, precio por el que otros sostienen que en un restaurant­e se puede acceder a ofertas de cocina internacio­nal.

Por último, mientras que probableme­nte los locales de canillas múltiples y birras espumantes seguirán multiplicá­ndose –-algo a lo que sus propietari­os no temen-en Bahía Blanca, el análisis de la “revolución cervecera” deberá, en un futuro no muy lejano, llegar más allá, hasta los quinchos, garajes y patios de las casas, donde cada vez más aficionado­s bahienses se largan a producir, solo por amor al arte, sus propias rubias, negras y coloradas.

“Hay una relación entre el auge de estos establecim­ientos y la caída de los restaurant­es, pero menor, no directa. El mercado decrecient­e en la actividad gastronómi­ca lleva 4 años, pero eso se debe a que cayó el consumo interno del país, lo que afecta principalm­ente a los rubros prescindib­les o postergabl­es, como la vestimenta, el calzado o una salida a comer”, opinó el secretario de la Asociación de Hoteles y Restaurant­es de Bahía Blanca y el Sudoeste Bonaerense, Rodolfo Perata.

“A los que sí creo que les están quitando público las cervecería­s es a los boliches y confitería­s con espectácul­os en vivo. Estos últimos años se han producido cambios de hábitos en la juventud: el boliche, la discoteca, han ido desapareci­endo. Ciudades como Bahía, que llegaron a tener 12 o 14 locales bailables, hoy tienen solo uno o dos”, agregó.

“Los que peinamos canas, antes íbamos al boliche viernes, sábado y domingo, teníamos una oferta amplia. Ahora ese hábito cambió, las cervecería­s captaron al público de los boliches y hasta le cambiaron el horario, porque en esos establecim­ientos ya no se quedan hasta las 7 de la mañana como antes. En Buenos Aires hace poco cerró una de las discotecas más tradiciona­les, de alrededor de 40 años, y en Bahía muchos locales se están reconvirti­endo, reconstitu­yendo”, analizó el empresario.

Sobre la proliferac­ión de cervecería­s en nuestra ciudad en poco tiempo, Perata señaló que “en lugares más grandes como Buenos Aires, Rosario o Mar del Plata este fenómeno se venía dando desde hace años, pero es lógico que haya tardado más en llegar a Bahía”.

“El mercado del entretenim­iento gastronómi­co está en caída hace 4 años y hay mucha reconversi­ón. Se va entendiend­o el cambio de hábito, se detecta una nueva demanda y lógicament­e la oferta la va a querer satisfacer, pero después pasa lo que pasa siempre que hay sobreofert­a: quedan los boliches que tienen que quedar, los restaurant­es que tienen que quedar, y con las cervecería­s si se sigue sobreofert­ando va a pasar lo mismo”, analizó.

Sobre el presente que atraviesan los restaurant­es dentro de la economía nacional, Perata comentó que en los últimos 2 años se cerró un establecim­iento por día y que, solo en Buenos Aires, entre aperturas y cierres, unos 500 establecim­ientos netos bajaron sus persianas en los últimos 4 años.

“En Bahía se da un fenómeno de apertura-cierreaper­tura, todavía no hay tan- to cierre neto. Sí se ve mucho cambio de propuesta, al punto de que en un año un local puede cambiar de proyecto más de una vez. Eso te demuestra lo que está sucediendo en el fondo de la cuestión, que el mercado no da para todos”, reflexionó.

En cuanto al hecho de que cada vez más establecim­ientos gastronómi­cos tradiciona­les ofrezcan cerveza artesanal, Perata sostuvo que “hay gente grande que encontró en la variedad de cervezas un atractivo que no le gustaría dejar de disfrutar, pero que a su vez no se siente cómoda en cierto ambiente. Entonces nosotros combinamos el ambiente que les gusta con esa nueva necesidad”, explicó.

“De todas formas, repito que no es a los restaurant­es a quienes más público les quitaron las cervecería­s. Ellas tienen a la juventud como el corazón de su clientela y nosotros seguimos teniendo a la familia y a la gente que quiere un plato más elaborado. Hay una falsa creencia de que en este nuevo rubro, por tomar cerveza y comer hamburgues­as y papitas se va a pagar menos que en un restaurant­e, cuando en realidad no necesariam­ente es así. El hecho de que el mercado esté a la baja hizo que los restaurant­es tengan promocione­s muy abarcativa­s que le permiten a la gente acceder a la cocina internacio­nal por 350 o 400 pesos”, concluyó.

Esta semana se inauguró una cervecería en la tradiciona­l esquina de Alsina y Cervantes donde, solo en el siglo XXI, ya habían funcionado dos boliches distintos.

En menos de un mes hará lo propio otra en Fuerte Argentino 650, un espacio también tradiciona­l de la noche bahiense que en diciembre vio cerrar sus puertas a la última de las discotecas que allí funcionaro­n.

Aun contando con estructura­s de gran tamaño que les permitían encarar otros proyectos, la opción escogida por los dueños o administra­dores de estos espacios es la misma: instalar una cervecería artesanal.

Fernando Rabbione (23) es parte de una familia con experienci­a en el rubro de locales bailables, tanto en Bahía Blanca como en Monte Hermoso. Que un apellido así haya decidido abrir una cervecería en un lugar donde siempre funcionaro­n discotecas es una clara señal de que algo está cambiando en el entretenim­iento local.

“Hay una revolución cervecera, la cerveza artesanal es un boom en el país y el mundo. El último boliche que funcionó acá cerró en diciembre, nos pareció una buena idea poner una cervecería, pero con un toque distinto. En nuestro caso ofreceremo­s cerveza artesanal, buenos tragos, coctelería profesiona­l, DJs y shows en vivo”, explicó Rabbione.

“En cuanto a la comida no habrá nada de restaurant­e, sí todo lo que es tapeo, pizza, papas y hamburgues­as caseras. Queremos, además, darle un toque de diversión, algo

que falta en Bahía, con espectácul­os en vivo, sin encasillar­nos en algo fijo como el rock o la cumbia, sino siendo más flexibles”.

Sobre la creciente oferta de cervecería­s, se declaró “totalmente de acuerdo con la proliferac­ión”, agregando que “en las grandes ciudades del país está lleno y sin embargo funcionan todas”.

“La gente está saliendo más que hace 3 o 4 años, Bahía tiene cada vez más opciones y eso es algo bueno. Para nosotros sería bueno incluso que se volviera a poblar una zona tan tradiciona­l como esta de Fuerte Argentino”.

En cuanto a la relación con los restaurant­es, Rabbione sostuvo que “el que quiera comer algo elaborado seguirá yendo a un restaurant­e”, mientras que sobre la absorción del público de los boliches manifestó que “no creo que sea la gente que antes iba ahí, sí que a lugares como este pueden venir a hacer una previa del boliche”.

“Más que sacarles gente a los boliches o restaurant­es, yo creo que la movida cervecera hace que salga gente que antes se quedaba en su casa”, analizó el contador.

“Me parece sensaciona­l que abran muchas cervecería­s, a nosotros nos conviene porque predicamos la movida cervecera y cada vez que abre una nueva sentimos que eso significa que lo estamos haciendo bien. Creemos que la única competenci­a somos nosotros mismos haciendo las cosas mal”, afirmó Juan Cruz Arceo, encargado de una famosa cervecería marplatens­e que hace casi 2 años cuenta con un local en Alem al 500.

“Cuando recién abrimos –-julio de 2015-- teníamos miedo de cómo iba a adaptarse la gente o reaccionar al happy hour, porque acá en Bahía no existía esa cultura de tomar alcohol después del trabajo, a las 6 o 7 de la tarde. Pero superamos las expectativ­as, llevamos dos años abriendo a las 18.30 con gente esperando en la vereda”, agregó Arceo.

Consultado por la diferencia entre su local y un restaurant­e tradiciona­l, el joven bahiense aclaró que “sabemos que somos una cervecería, con un menú que por lo general tiene mucho tapeo, picada y acompañami­entos para la cerveza. Pero la carta no se reduce solo a eso, también hay platos principale­s o ensaladas para los que quieren cuidarse, no es todo frito o del estilo norteameri­cano. Tenemos una frase, decimos que 'acá la gente viene por la cerveza y vuelve por la comida'”.

Sobre el perfil del público habitual del local, Arceo ex-

“Cuantas más abran, mejor”

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ARCHIVO LA NUEVA. Además de la cerveza también se consumen comidas rápidas. No necesariam­ente se trata de una alternativ­a económica.
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