No se puede quejar: “murió” en su ley
No me vengan con el verso. No hay derrota que no se te quede atragantada en la laringe. Y si la digerís, seguro te termina quemando las tripas. Podés jugar bien, mejor que el rival, hacer todos los méritos para empatar o dar vuelta un resultado, pero si perdés es porque en algo te equivocaste y el de enfrente no te perdonó.
Lo bueno es que este Olimpo es dueño de su propio destino. No se traiciona a sí mismo, respeta sus convicciones, enarbola la bandera de una misma idea futbolística y va a matar o morir como un soldado que defiende a su patria en medio de una guerra con final incierto.
El aurinegro, que tuvo buen comienzo y mejor final, jugó como siempre. Sin la posesión del balón, ese 4-4-2 que ya es inamovible mutó entre la presión media y alta, no le dejó espacios a Newell's y se sacrificó al máximo con tal de que no traccionen Maxi Rodríguez y los muchos volantes que puso en cancha Diego Osella.
Pero como digo una cosa, también digo la otra. Defensivamente, Olimpo volvió a cometer errores más graves que agudos, y esta vez se encontró con un adversario que no lo perdonó.
Porque este Ñuls tiene oficio y jerarquía, y no es lo mismo dejar sólo a un jugador de un equipo que está en la misma que vos que a Maxi Rodríguez, quien le rompió el arco a Gabbarini en el primer mano a mano franco que tuvo.
Pero antes, Olimpo había llegado al empate, y aquí hay una cuestión para analizar. Iban 2 minutos del complemento, y si se hubiese jugado con público, ¿cómo hubiese reaccionado la gente de Newell's?
El dueño de casa jugó sin presiones de ningún tipo, sin la obligación de ir al frente por la exigencia de sus hinchas.
Se puso 3-1 arriba, e increíblemente se replegó, le dejó campo y pelota a la visita y terminó pidiendo la hora.
En un momento me pareció que estaba viendo visiones. Pero no, el rojinegro parado decididamente de contra y Olimpo atacando y preocupando a un elenco agobiado por los problemas extrafutbolísticos y las deudas en los salarios.
Olimpo, con el alma y el corazón, fue al frente. A morir con las botas puestas. A dejar en claro que es así, que no hay otra forma. Con cuatro delanteros en cancha estuvo a punto de empatarlo. Hubiese sido demasiado premio, pero este equipo de Sciacqua no está para fijarse en merecimientos. Porque los puntos son como el agua, y los va a buscar siempre, de local y de visitante. Aunque ayer se haya muerto de sed...