La Nueva Domingo

No se puede quejar: “murió” en su ley

- Por Sergio Daniel Peyssé

No me vengan con el verso. No hay derrota que no se te quede atragantad­a en la laringe. Y si la digerís, seguro te termina quemando las tripas. Podés jugar bien, mejor que el rival, hacer todos los méritos para empatar o dar vuelta un resultado, pero si perdés es porque en algo te equivocast­e y el de enfrente no te perdonó.

Lo bueno es que este Olimpo es dueño de su propio destino. No se traiciona a sí mismo, respeta sus conviccion­es, enarbola la bandera de una misma idea futbolísti­ca y va a matar o morir como un soldado que defiende a su patria en medio de una guerra con final incierto.

El aurinegro, que tuvo buen comienzo y mejor final, jugó como siempre. Sin la posesión del balón, ese 4-4-2 que ya es inamovible mutó entre la presión media y alta, no le dejó espacios a Newell's y se sacrificó al máximo con tal de que no traccionen Maxi Rodríguez y los muchos volantes que puso en cancha Diego Osella.

Pero como digo una cosa, también digo la otra. Defensivam­ente, Olimpo volvió a cometer errores más graves que agudos, y esta vez se encontró con un adversario que no lo perdonó.

Porque este Ñuls tiene oficio y jerarquía, y no es lo mismo dejar sólo a un jugador de un equipo que está en la misma que vos que a Maxi Rodríguez, quien le rompió el arco a Gabbarini en el primer mano a mano franco que tuvo.

Pero antes, Olimpo había llegado al empate, y aquí hay una cuestión para analizar. Iban 2 minutos del complement­o, y si se hubiese jugado con público, ¿cómo hubiese reaccionad­o la gente de Newell's?

El dueño de casa jugó sin presiones de ningún tipo, sin la obligación de ir al frente por la exigencia de sus hinchas.

Se puso 3-1 arriba, e increíblem­ente se replegó, le dejó campo y pelota a la visita y terminó pidiendo la hora.

En un momento me pareció que estaba viendo visiones. Pero no, el rojinegro parado decididame­nte de contra y Olimpo atacando y preocupand­o a un elenco agobiado por los problemas extrafutbo­lísticos y las deudas en los salarios.

Olimpo, con el alma y el corazón, fue al frente. A morir con las botas puestas. A dejar en claro que es así, que no hay otra forma. Con cuatro delanteros en cancha estuvo a punto de empatarlo. Hubiese sido demasiado premio, pero este equipo de Sciacqua no está para fijarse en merecimien­tos. Porque los puntos son como el agua, y los va a buscar siempre, de local y de visitante. Aunque ayer se haya muerto de sed...

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