¡Buscados!
ANTE LA NECESIDAD DE ENCONTRAR TALENTOS DIGITALES, LOS CODING BOOTCAMPS APARECEN COMO UNA NUEVA FORMA DE CAPACITACIÓN. PROMETEN UNA SALIDA LABORAL RÁPIDA EN UN MERCADO QUE CRECE A PASOS AGIGANTADOS.
Casi no hay aspecto de la vida cotidiana que no se haya visto afectado por la tecnología. Desde el trabajo, la diversión, hasta las relaciones interpersonales: vivimos a un clic de hacer una compra, contratar un servicio, concretar un negocio y hasta de encontrar pareja. No es de extrañar, entonces, que también sea una fuente inigualable de oportunidades laborales y de concreción de negocios. Según la Asociación Móvil Argentina (AMA), la industria mobile es una de las más flexibles en términos de empleo, cultura y formas de operar. “En pleno 2017, uno de cada cuatro emprendimientos es móvil. Las cifras sobre penetración de smartphones, de ingresos por publicidad, de cambio de hábitos hacia una mayor interacción con dispositivos móviles, y de generación de empleo, demuestran que es uno de los mercados más enérgicos que existen”, diagnostica Juan Di Nucci, miembro fundador de AMA y Managing Partner de Tomorrow Digital. Debido a este escenario de crecimiento sostenido, las empresas se ven ante el desafío de encontrar talentos digitales que acompañen ese ritmo. Desde AMA aseguran que si bien la tasa de desocupación de la industria es baja, la rotación, la competencia por el talento, la retención y hasta el impacto de empresas extranjeras que contratan profesionales cuentapropistas, son parte de las encrucijadas diarias. Di
Nucci describe: “Nuestro campo es muy dinámico. En la era de la innovación, nacimos como empresas con políticas flexibles de trabajo. Nos adaptamos rápido a las nuevas generaciones, pero de todas formas, con eso no alcanza. Necesitamos más talento para seguir creciendo”. Para paliar esta necesidad, se imponen las coding schools o coding bootcamps. Cada vez más relevantes en el mundo y en la Argentina, son escuelas que preparan a sus alumnos, de manera superintensiva y acelerada, para que puedan trabajar en un mercado que los reclama a gritos. Santiago Scanlan (29) es uno de los pioneros que se animó a traer este modelo de capacitación al país. El fundador de Plataforma 5 cuenta su experiencia: “Mientras trabajaba en una multinacional me enteré de los coding bootcamps que empezaban a surgir en los Estados Unidos, a fines de 2012. Se trata de cursos de doce semanas, de lunes a viernes, donde te metés de lleno a aprender a programar y lográs un nivel muy bueno”. En el país del norte, los porcentajes de éxito son asombrosos: el 98 % de los alumnos consigue trabajo dentro de los tres meses posteriores a su finaliza-
ción, con salarios muy auspiciosos.
Aunque Scanlan advierte: “Ahora bien, la demanda de programadores crece exponencialmente, pero no al ritmo de la cantidad de profesionales en el área. La brecha aún es muy grande”. Avizorando el fenómeno, el joven que estudió Relaciones Internacionales se asoció con un amigo e ingeniero electrónico para entrar en contacto con unos de los bootcamps más grandes de los Estados Unidos. “Ellos tenían un
programa de escuelas partner, una especie de franquicias. Hicimos todo el proceso de admisión y cursos, y nos terminaron aprobando. Ese programa después se canceló, pero al tener el know how, nos pusimos a desarrollar el contenido del curso –repasa Scanlan sobre los primeros pasos que dio su escuela, allá por
20⒗ Y profundiza–: Este sistema de capacitación ofrece la chance de convertirse en programador en poco tiempo. A diferencia de una universidad, se concentra en las habilidades que el mercado y las empresas solicitan actualmente”. Mariano Wechsler (44) es otro precursor en cuanto a coding schools. Desde diciembre de 2015, este ingeniero en sistemas es cofundador de Digital House
(DH). “Aprendí a programar a los quince años y me cambió la vida. Todo lo que hacemos está atravesado por algo que se vincula a un código. Por lo que significa a futuro, mucha más gente tendría que incorporar habilidades digitales”, destaca. Con respecto al impacto digital en las profesiones, Lina Zubiria, gerente general de la Asociación de Marketing Directo e Interactivo de Argentina
(AMDIA) subraya: “Hoy, el marketing va de la mano con la tecnología, y va cambiando tan rápido que requiere de una actualización constante. Por eso, la necesidad de formar talentos digitales”.
Del otro lado
Estos espacios no aparecen en detrimento de las universidades que, en varios casos, no pueden aggiornar sus programas a merced de la tecnología.
“No sabemos cuál va a ser el impacto de este tipo de formación, pero es innegable la demanda de desarrolladores y el boom alrededor de las tecnologías móviles” Martín Ramos Mejía
Zubiria es contundente: “Las universidades son la columna vertebral. Los co
ding bootcamps llegan para complementar y ayudar al desarrollo de perfiles digitales. No hablamos necesariamente de jóvenes, sino de cualquier individuo que pueda desplegar tales habilidades. Contamos con una infinidad de personas mayores de cuarenta años, con mejores perspectivas que los de veinticinco. Nada garantiza que un millennial sea un talento digital”.
Como docente universitario de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y CTO de una
startup, Martín Ramos Mejía se suma al debate y opina: “Estoy en contacto con los coding schools y noto la necesidad de sumar talentos para cubrir las demandas que hay en el mercado. No obstante, todavía no sabemos cuál será el impacto de este tipo de formación. Quizá recién a fin de este año podamos analizar cómo influyen en las estadísticas laborales. Sí me parecen un excelente primer paso para el que quiere hacer productos digitales. Es innegable la demanda de desarrolladores y el boom alrededor de las tecnologías móviles”. La pregunta clave es si es necesario tener conocimientos previos para ingre
sar a un coding school. Scanlan responde: “Tenemos dos grandes perfiles: aquellos especializados y los que estudiaron una carrera sin ninguna relación con la tecnología, pero que quieren cambiar de profesión. Hay mucha gente que entra sin saber lo que es programar y descubre que le apasiona. Nuestros mejores programadores provienen de otros ámbitos: tuvimos un abogado que era buenísimo y un profesor de inglés que era un genio”.
Wechsler coincide y concluye: “El perfil de los alumnos es muy variado. Aquí se anotaron desde un chico que estaba cursando el secundario hasta un piloto de las Fuerzas Aéreas y una Leona que fue medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Ellos no buscaban trabajar en programación –o, al menos, no exclusivamente–, sino incorporar conocimientos que complementaran sus estudios, sus carreras, sus actividades, sus profesiones. Lo apasionante que tiene la informática es que podés llegar a hacer un programa que después utilizarán millones y millones de personas. La potencia que te brinda eso no tiene límites. Lo único que se necesita es una computadora y nuestra cabeza. A lo que apunto es que no interesa cuánto uno sabe del tema previamente, sino lo que puede asimilar en cuestión de meses. Esto recién arranca, el poder de creación es infinito”.
“Las universidades son la columna vertebral. Los coding bootcamps llegan para ayudar al desarrollo de perfiles digitales” Lina Zubiria