La Nueva Domingo

“en la montaña me siento libre”

EL AÑO PASADO, LALY ULEHLA LLEGÓ A HACER CUMBRE EN EL EVEREST. AHORA, LA CORDOBESA Y ROQUENSE POR ADOPCIÓN SUEÑA CON SER LA PRIMERA ARGENTINA EN ALCANZAR LA CIMA DE LOS PICOS MÁS ALTOS DE CADA UNO DE LOS SIETE CONTINENTE­S.

-

¡A esa altura vuelan aviones! Y pensás: ¡Acá estoy yo! Cuando estás en la cumbre del Everest, ves todo y no ves nada. Ves picos, nubes, mucha nieve, el amanecer. Te ves a vos, ves a los otros que están ahí y su inmensa felicidad. Recuerdo que me traté de llenar las pupilas y la piel de ese lugar, y me pregunté por qué era tan especial. ¿Por lo que se ve? ¿Por ser la montaña más alta del Planeta sobre el nivel del mar? Y me respondí que no, porque no sería lo mismo si te llevara un helicópter­o. La cumbre es el moño rojo. Lo revelador es el camino”. La que habla es Laly Ulehla, quien el año pasado alcanzó la cima del pico más alto del Himalaya. María Alejandra –aunque todos las conozcan como Laly– nació hace cuarenta y cinco años en la cordobesa Villa María. Las vueltas de la vida y del corazón la llevaron a General Roca (Río Negro), donde formó una familia con Guillermo, con quien tuvo dos hijos. Allí se inició en carreras de corta y larga distancia, y luego se animó con el montañismo. Era casi cantado: su espíritu inquieto no pudo dejar de tentarse por esas bardas de piedra colorada que rodean el

Alto Valle. “Empecé en un gimnasio, en un salón, sin saber que estaba esto –señala hacia las bardas–: ¡Divino! Siento que es mi segundo hogar”, cuenta con una sonrisa quien

entrena diariament­e, con una perseveran­cia admirable. En la primera carrera en la que participó, en El Chocón, hizo podio. Luego se animó a desafíos de trayectos extensos (como el Cruce de los Andes), a las carreras de aventu

ra y a las pruebas combinadas. “En aquella época conocí a Paco Bustos, un reconocido deportista roquense con el que

compartí varias experienci­as. Él sacaba lo mejor de mí”, desliza quien, a medida que competía y se ejercitaba, trabajó en paralelo su mundo interior, explorando sus límites y co

nociendo sus fortalezas. “La naturaleza y el deporte estuvieron presentes desde mi infancia y mi adolescenc­ia. Mis padres me dejaron ser arriesgada, me dieron libertad. Yo era la que llegaba con las rodillas lastimadas, y siempre estaba trepada a los árboles. Con el tiempo, descubrí que hay un hilo conductor que une aquello con mi presente”, sentencia.

El llamado de la cumbre

Laly afirma que, gracias a las carreras de aventura, conoció la montaña. Que cuando corría por nuestra Cordillera, sentía que había una conexión muy fuerte, como un

llamado constante a quedarse allí. “Así fue como un día dije: 'Quiero subir el Everest'. Recuerdo que Guillermo me contestó: '¿ Y si arrancás por una montaña más baja? Por ejemplo, el Aconcagua'. En esa búsqueda, conocí a Fernando

Grajales, experto montañista mendocino, y ahora un amigo, que me aconsejó algo parecido a lo que me había sugerido Guillermo. Que probara si realmente esto me gustaba con metas menos ambiciosas, que conociera lo que es un refugio, vivir con cero confort, sentir lo largos que se hacen los días en esos hábitats. Así que me fui a aclimatar al Cordón del Plata, que tiene un pico máximo de casi seis mil metros. Es una escuelita perfecta para otras montañas”. Lo cierto es que esa primera experienci­a tuvo sus bemoles. Padeció de “mal de altura”, una afección que puede acarrear vómitos, fuertes dolores de cabeza y mareos (en su caso fue una migraña potentísim­a que no amedrentó su espíritu aventurero). Después de ello, le hizo ente al Aconcagua una y otra vez, y, desde entonces, fue sumando objetivos. “En cada una de las montañas que tuve la bendición de cono-

cer, atravesé diferentes emociones y sensacione­s. También muchísimas dificultad­es, desde físicas hasta naturales, como la propia geografía de alta montaña, el frío extremo, las tormentas, los vientos. El montañismo requiere de una gran fuerza de vo

luntad y de pensamient­o positivo”, sostiene. De hecho, antes de concretarl­o, ya había intentado hacer cima en el Everest, pero la Madre Naturaleza se lo impidió. “La primera vez fue en el 2014. Tuvimos que abandonar por una avalancha. Habíamos decidido ir por el lado de Nepal. Recuerdo perfecto que eran las 6.20 de la mañana y sentimos un ruido muy fuerte. Las vibracione­s son comunes porque hay avalanchas todo el tiempo. Pero esa vez fue distinto: se había

caído un serac (NDR: bloque grande de hielo agmentado por importante­s grietas en un glaciar). La gente empezó a

gritar: '¡Agarró gente, había sherpas!' (NDR: los sherpas son un grupo étnico que habita en Nepal, muy adaptado a la montaña, que suele trabajar con las expedicion­es extranje

ras). Fue muy triste y muy grave, ya que murieron dieciséis personas. Al año siguiente lo volvimos a intentar, pero nos agarró un terremoto. Podría interpreta­rse como que en esos dos años, el Everest se había cansado de la gente. Pero allí todo es esperable. La expedición es larguísima, demanda dos meses, por lo que los imponderab­les no se pueden evitar”, repasa Laly.

–El montañismo tiene un costado romántico, pero también uno muy marcado de dureza y esfuerzo.

–En la montaña ocurren cosas, y hay que tomar decisiones a cada paso. Allí se convive con palabras fuertes, como abandono, carencia, vida y muerte. Hay tragedias que ocurren por la suma de malas decisiones, tanto propias como

ajenas. Sería muy arriesgado de mi parte concluir que cuando no se pudo llegar a la cima, fue por culpa del guía. La montaña es instante, instante tras instante. Y las expedicion­es comienzan apenas uno sale de su casa. ¡No te lleves algún problemita a la montaña porque la vas a pasar mal! El gran secreto reside en poder estar con uno mismo.

–¿Qué significa la montaña para vos?

–Aunque quisiera ponerlo en palabras, no puedo. No las tengo. Sobre todo porque en cada montaña, la vivencia no es la misma. Hay conceptos muy generales y muy movilizant­es que terminás confirmand­o: todos somos una misma cosa y formamos parte del universo. Se da una experienci­a de unidad en la montaña. Es espiritual, me conecta con lo más profundo de mi ser. Allí la existencia está desnuda, es el lugar donde puedo desplegar mi pasión por el deporte. Me siento absolutame­nte libre.

En 2012, Laly fue moldeando un sueño enorme: el proyecto de las Siete Cumbres ( Seven Summit), que consiste en plantar bandera en la cima de las montañas más altas de los cinco continente­s y la de los dos Polos. Amén del Everest y el Aconcagua, figuran el Kilimanjaro (Tanzania), el Elbrus (Rusia), el Vinson (Antártida) y el Carstensz (In

donesia). “Solo me falta el McKinley, en Alaska, donde no pudimos alcanzar el objetivo porque tuvimos un accidente. En aquel entonces, Ulises Corvalán, mi compañero de cordada, se cayó en una grieta, por lo que tambaleó la expedición y nos vimos obligados a descender. Aun así, Ulises me alentó y me dijo: 'Flaca, tenés que seguir'. Tras pensarlo bastante, seguí sola con el grupo, pero el nuevo compañero de cordada que me tocó se sintió mal. Y no pudo ser. Bah, no tenía que ser. La montaña te deja o no te deja”, define.

–Por último, Laly: ¿Qué es lo que más te gusta y lo que más extrañás en la montaña?

–Lo que más disfruto es estar de cara al cielo. Es hermoso vivir por un tiempo sin techo y tener contacto permanente con la naturaleza. Extraño el agua. No me pasa de añorar las comodidade­s, pero sí aprecio abrir una canilla y que salga agua. Logro descansar en la carpa y en la bolsa de dormir. Y cuando veo el cielo, busco a las Tres Marías para conectarme con los que quedaron abajo: mis hijos, mi marido y mis afectos.

 ??  ?? Derecha: en el monte Carstensz, el pico más alto de Oceanía
Derecha: en el monte Carstensz, el pico más alto de Oceanía
 ??  ?? Izquierda: Laly en la cima del Cordón del Plata, en Mendoza.
Izquierda: Laly en la cima del Cordón del Plata, en Mendoza.
 ??  ?? Uno de los momentos cúlmines en la vida de Laly Ulehla (segunda desde la izquierda): en el Everest, la montaña más alta del Planeta (8848 m). Entre sus compañeros de aventura, estuvo el actor Facundo Arana. Abajo, Laly posando con el Everest de fondo.
Uno de los momentos cúlmines en la vida de Laly Ulehla (segunda desde la izquierda): en el Everest, la montaña más alta del Planeta (8848 m). Entre sus compañeros de aventura, estuvo el actor Facundo Arana. Abajo, Laly posando con el Everest de fondo.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina