El cuestionado portal se convirtió en postal
Contra toda la opinión especializada de la época, el ingeniero Jorge Aguilar decidió llevar adelante la obra.
El portal de acceso al parque de Mayo, en la esquina de la avenida Alem y Córdoba, cumplió 75 años. Construido en abril-mayo de 1942, su ejecución no estuvo exenta de polémica. Profesionales de la arquitectura cuestiona- ron su diseño y los vecinos, su ejecución. Diseñado por un comisionado, el ingeniero Jorge Aguilar, fue realizado con mano de obra municipal.
La década del 40 fue clave en la consolidación del parque de Mayo como paseo, luego del fracaso de materializar en ese espacio el primer barrio parque del continente. El municipio avanzó poco a poco con la expropiación y compra de muchos de los terrenos, con la voluntad de sumarlos al parque municipal original, que ocupaba el centro del barrio.
Se pavimentaron sus calles, se construyeron fuentes, pérgolas y hasta un singular rincón criollo, además de plantar cientos de árboles.
Aguilar notó entonces que el lugar "carecía de fachada", lo cual llevó a delinear "un portalón de entrada". Para elló eligió un lenguaje colonial, con un diseño al que calificó de "bello y asutero".
Explicó además que la obra tendría la responsabilidad de generar la sensación de que el parque "merezca ser visitado".
"Si el continente es bello y agradable, el contenido debe tener el mismo signo de austeridad y gracia íntima y serena", agregó.
Aguilar trazó el portal y evitó ponerlo a consideración de la comisión municipal de Estética Edilicia --integrada por profesionales de la talla de Enrique Cabré Moré, Manuel Mayer Méndez, Raúl Costa Varsi y Manuel Vallés--, encargados de dar su parecer sobre ese tipo de intervenciones.
Vallés, por caso, especuló que no había sido puesto a consideración "por temor a no obtener un dictamen favorable". De hecho, agregó que, de haber pasado por la comisión, "hubiera sido difícil su aprobación". Molestos por la actitud de Aguilar, todos los integrantes renunciaron a la comisión. También hubo críticas de los vecinos, que consideraban que la obra "no llevaba ninguna necesidad imprescindible".
Pero Aguilar no dio tiempo a que alguna oposición frenara su inquietud, iniciando los trabajos en abril, recurriendo a personal obrero municipal, evitando los tiempos que exigiría una licitación. Culminada la cons- trucción, en dos meses, el municipio reconoció los servicios de Juan Servidio, Mateo Feuronato, Máximo Pelizari, Juan Ferrandi, Francisco Martorelli, Jacobo Metzger, Pedro Argüello, Juan Cortezi, Elpidio Fidani, Juan Guagliardi, Pedro Zengarini, Raúl Servidio y Faustino Acosta.
Meses después, este diario mencionó, "de acuerdo a muy buena fuentes", que la construcción había demandado "20 mil pesos", costo que, se dijo, "justifica los comentarios en contra del vecindario".
El estilo colonial era común en la década del 40, propuesto como el más relacionado con una arquitectura autóctona. En particular el del parque guarda una similitud total con el existente en el acceso a una estancia de Coronel Brandsen, a pocos kilómetros de La Plata, cuya foto fue publicada, a fines de la década del 30, en la revista "Nuestra Arquitectura".
Si la obra bahiense es copia de aquel no es simple de dilucidar hoy, aunque el parecido entre ambas es contundente, hasta en sus mínimos detalles. El farol central fue realizado por uno de los más talentosos herreros de la ciudad. Su apellido era Daub y su hijo, Walter, estaba llamado a ser un destacado docente de la UNS.
Lo cierto es que el portal sirvió para dar una medida a la avenida Alem, una referencia que todavía se mantiene, casi como el otro extremo de la calle que se inicia en el Teatro Municipal. Sin hacer valoración de su estética, hoy es sin dudas una de las postales de la ciudad.