La Nueva Domingo

Los “lujos” que se mantienen a pesar de la crisis económica

Para la mayoría de los varones, el fútbol con amigos o en ligas amateurs es "sagrado". Ellas se las rebuscan para tener siempre el dinero para la peluquería y otros cuidados. También hay cosas en común.

- Redacción “La Nueva.” laciudad@lanueva.com Las canchas

El partido de fútbol con amigos continúa siendo una cita obligada para ellos durante la semana. La peluquería, el gimnasio y otros cuidados personales son "obligacion­es" que ellas no pueden dejar. El difícil momento económico continúa impactando en la sociedad pero hay determinad­as actividade­s que no se resignan, de acuerdo a un relevamien­to de "La Nueva.".

En tiempos de ajustes económicos los hombres bahienses no renuncian a las actividade­s físicas, especialme­nte a jugar al fútbol. Tampoco, a las reuniones con amigos. Muchas mujeres, mientras tanto, hacen lo “imposible” por no dejar el gimnasio o el turno en la peluquería.

Las conclusion­es surgen de consultas a personas de diferentes edades y comer- ciantes de diferentes rubros que no ofrecen bienes de primera necesidad. La pregunta fue: ¿Qué gusto no dejarías de darte o qué actividad no dejarías de hacer aun en tiempos de crisis?

Las respuestas fueron variadas, pero todas apuntan al esparcimie­nto y actividade­s sociales. Entre los hombres prevaleció el partido de fútbol que se juega una vez por semana con amigos.

La muestra más contundent­e la ofreció Federico Crespo, un joven que reconoció gastar bastante más de 1.000 pesos por mes solo pa- ra jugar al fútbol los fines de semana.

El joven contó que participa de dos de las seis ligas de fútbol amateur que existen en la ciudad: la de Profesiona­les, que reúne a médicos, abogados y contadores, entre otros; y la Universita­ria, que nuclea a alumnos y exestudian­tes de la Universida­d Nacional del Sur (UNS) y otras institucio­nes.

“Gasto unos 1.000 pesos mensuales en la de Profesiona­les, que se juega en el Club Argentino, y apenas 150 en la UNS. A eso hay que sumarle que después de los partidos comemos algo con el equipo o tomamos unas cervezas y gastamos unos 100 pesos más, como mínimo, por partido”, contó.

Ante la disyuntiva de tener que “colgar los botines” o hacer otros recortes fue contundent­e. “Sería lo último que dejaría de hacer y hasta cortaría el cable: prefiero jugar al fútbol antes que mirar los partidos”, dijo.

Antes de terminar el diáloNueva.” go con “La confesó que al menos una vez por semana juega partidos de fútbol 7 y que se le van unos 60 pesos más para pagar el alquiler de la cancha y que toma algo al finalizar los partidos.

“Serán 100 pesos más por semana”, dijo, como intentando minimizar sus gastos. Los relatos de Federico se repiten en otros bahienses de entre 16 y 40 años.

Los hábitos de estos deportista­s amateurs fueron reafirmado­s por encargados de un par de canchas de fútbol de nuestra ciudad.

“El rubro no para de crecer, hay cada vez más canchas”, comentó Armando Mondelo, encargado de un complejo ubicado en avenida Cabrera. También estimó que en Bahía hay unas 40 canchas con césped sintético y otros 60 con otro tipo de piso.

“El fútbol una vez por semana y la cerveza o, en el mejor de los casos, el asado después del partido con los amigos, no se deja por nada”, opinó.

“Las crisis económicas o cuando la gente debe ajustar las cuentas no alteran la cantidad de turnos que tenemos. Lo único que puede hacer que haya menos movimiento es el frío o la lluvia”, aseguró.

A lo sumo, reconoció que “el ajuste” lo sufre el servicio de buffet disponible para el post partido. “En lugar de tomar diez cervezas se toman cinco o seis”.

Mondelo contó que el jugador promedio gasta entre 50 y 60 pesos por el alquiler de la cancha y una cifra similar para compartir unas cervezas después de jugar.

Similar fue la opinión de Carina Roschia, encargada de otro complejo de canchas de fútbol en Rafael Obligado al 4200.

“Los turnos pueden llegar a caer por el frío pero no por la situación económica. Donde sí se nota la crisis es en la cantidad de cervezas o gaseosas que se toman los jugadores”, dijo.

Para terminar de establecer que el fútbol fue la actividad elegida por el público masculino por sobre el resto de las mencionada­s como la juntada con amigos, la pesca o la asistencia al gimnasio, vale mencionar que en Bahía se juegan al menos seis ligas amateurs de manera permanente.

La Liga de Profesiona­les, la Comercial, la del Club Universita­rio, la Bancaria, La LiFaCAL que organiza el Club Liniers, y la Liga de la Universida­d Tecnológic­a Nacional (UTN).

Por todas se pagan sumas mensuales que van desde los 200 a 1.000 pesos por jugador. En esos gastos se incluye hasta la contrataci­ón de técnicos o preparador­es físicos.

Un recuento rápido determinó que existen más de 200 equipos en total y que nuclean a unos 3.000 hombres bahienses, teniendo en cuenta que cada plantel está compuesto por al menos 15 jugadores.

Peluquería: ¿el oficio que no siente la crisis?

Por el lado femenino, la mayoría de las mujeres consultada­s aseguraron que lo último que dejarían es la peluquería.

“La que no se tiñe las canas se hace reflejos y eso necesita un mantenimie­nto mensual”, dijo Soledad Fernández, una bahiense de 35 años que trabaja en la administra­ción pública.

“Es una de las últimas cosas que dejan porque necesitan verse y estar bien. Ya sea por trabajo o por la imagen”, sostuvo Armando Gelabert, propietari­o de un local.

“Si la crisis es grave, en vez de venir todos los meses lo hacen cada mes y medio, pero es cierto que la peluquería es lo que no están dispuestas a dejar”, opinó. También dijo que el gasto promedio mensual es de entre 500 y 1.200 pesos como máximo.

Por último mencionó que los cambios se notan en el sector de Spa. “En eso la gente se cuida un poco más”, agregó.

Hace 40 años que María González hace peluquería a domicilio. “Siempre tuve el mismo volumen de trabajo a pesar de todas las crisis económicas que debí superar”, contó.

“En estos momentos visito entre 5 y 6 clientas por día. Noto que en los últimos años hay cada vez más hombres preocupado­s por la imagen, pero las mujeres son las que me dan un trabajo continuo”, explicó.

Al ser consultada por la forma en que sus clientas ajustan las cuentas, dijo que “como mucho las mujeres demoran en retocarse las raíces si es que tienen tintura, pero como máximo no superan los dos meses y que vuel- ven a pedir un turno. Gracias a Dios el trabajo no se corta”.

El gimnasio, un hábito saludable que no distingue sexo

Además del fútbol --siempre fue masivo-- y el running --empezó a serlo la última década--, el gimnasio hace muchos años que ocupa un lugar importante dentro de las costumbres de los bahienses.

Están quienes concurren por cuestiones físicas, estéticas, o hasta para sentirse bien anímicamen­te, pero a diferencia de otras actividade­s de esparcimie­nto, el gimnasio en ciertos casos puede parecerse más a una rutina diaria.

Los nombres (tae bo, aeróbics, step) pueden ir dejando paso a nuevas actividade­s (zumba, funcional, crossfit, spinning) pero el quid de la cuestión sigue siendo siempre el mismo: moverse, gastar energías, mantenerse saludable y estar en contacto con otra gente.

En épocas de vacas flacas el gimnasio es una de esas cosas que los bahienses no están dispuestos a dejar de lado, aun cuando deban resignar otros gastos para poder asistir.

Tras dialogar con 5 dueños o profesores de distintos establecim­ientos se corroboró esta tendencia. Solo en uno de ellos notaron una baja en el último año, aunque su dueño reconoció que ante la crisis el socio fiel intenta continuar con la actividad aunque sea pagando mitad de precio o lo que pueda negociar.

“En mi gimnasio no he tenido ningún cambio por la crisis, la actividad física es algo que no se deja de lado. En todo caso la gente prefiere dejar de lado una salida”, dijo Alan, dueño de un negocio en la primera cuadra de Patricios.

“En nuestro caso no se vio afectada para nada la concurrenc­ia. En Coronel Suárez sí está yendo mucha menos gente, mi viejo tiene un gimnasio allá y es más delicada la cuestión, incluso con despidos”, comentó Franco, due- ño de un gym en Cerrito y Sarmiento.

Andrés Iannamico, propietari­o de otro local en Zelarrayán al 1000, sostuvo que “el público está igual que otros años, yo no noté ninguna caída”.

“Este último mes tuvimos una baja, pero no sabemos si atribuirla a la crisis o a la época del año. Este es un gimnasio exclusivo para mujeres y en junio y julio suele venir menos gente por todo lo que implican las vacaciones de invierno de los chicos. Lo que sí, las fieles, las que vienen siempre hace años y toman la actividad física como parte de su vida, siguen viniendo”, explicó Betiana, profesora en Chiclana al 400.

“En invierno no baja tanto la concurrenc­ia como se cree, los meses más flojos son enero y febrero. Pero a nivel general sí, el último año fue un poco raro, bajó un poco la cosa”, comentó Mariano Miravalles, titular de un gimnasio en Las Heras al 500.

“La crisis afectó bastante, pero también lo hizo el nacimiento de nuevas actividade­s, ahora está mucho más repartido el mercado de la actividad física. La gente tomó mucha conciencia, hace más ejercicio que antes. Tenés grupos de running, natación, zumba, salsa, gimnasio, aeróbicas, crossfit, etcétera. Es un abanico muy grande”, agregó.

“La crisis se nota también al ver que hay muchas ofertas, los clientes te piden que les hagas precios, te explican que se quedaron sin laburo, que todavía no cobraron o que les subieron los servicios. Tratás de convencer a la gente para que siga y te pague como pueda. Yo particular­mente hago paquetes por trimestres y semestres, así por ejemplo terminan pagando 700 pesos en vez de 1.000 por mes. También hago descuento para jubilados, porque sé lo complicada que la tienen, o para aquellos que vienen en grupo”, añadió.

¿Y vos, a que no estás dispuesto a renunciar?

Los gimnasios sostienen un buen volumen de clientes. Realizar deporte, cuidar la salud y la posibilida­d de socializar son los principale­s atractivos.

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de alquiler mantienen la demanda, afirmó la mayoría de los consultado­s.
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EMMANUEL BRIANE-LA NUEVA.
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En algunos casos, las mujeres "estiran" el uso del último servicio estético. Pero tratan de no abandonarl­os.

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