La Nueva Domingo

“Sinceramen­te, cada vez que pasa un caso así me trae recuerdos”

Oscar Utriera, padre de Ruth Evangelina, asesinada en mayo de 2004, en inmediacio­nes del surgente ubicado detrás de la ex Lanera San Blas, se refirió al crimen impune de su hija.

- “Siempre iba Detrás del

El surgente existente detrás de las instalacio­nes de la ex Lanera San Blas, ubicada en avenida Colón al 2.200, era visitado diariament­e para reemplazar la imposibili­dad de contar con una canilla domiciliar­ia por la cual disponer de agua.

El sector, descampado allá por 2004, era transitado por los más necesitado­s durante horarios diurnos, como único requisito precautori­o ante cualquier adversidad. Poco menos que la desprotecc­ión total, como históricam­ente vivieron y viven en la periferia

La familia Utriera ocupaba, como hasta ahora, la vivienda ubicada en Pacífico 440, que era de las que determinab­an el límite del área poblada por entonces.

Aquel martes 11 de mayo, como algunas otras veces, alrededor de las 14.30, Ruth Evangelina Utriera (19 años), estudiante de la Universida­d Nacional del Sur, donde cursaba la licenciatu­ra en administra­ción de empresas, había salido de su casa para cubrir esa necesidad básica.

“Siempre iba yo, porque nosotros no teníamos agua, pero ese día estaba estudiando porque hacía un curso de electricid­ad, por lo que fue una de las veces que ella salió sola. Pasados quince minutos, ella (por su mujer) me dice 'Oscar, Eva no vuelve', y recuerdo que le dije 'pero, Cati, no pensés mal'”, cuenta Oscar Alberto Utriera, a sus 76 años, y con los surcos del dolor y el esfuerzo reflejados en su rostro.

“Una vez que fui al surgente pude ver que había dos o tres tipos que iban a drogarse ahí, debajo de una especie de planta”, reconoce el hombre.

Y como pasaban algunos minutos y la joven no volvía, la familia comenzó a preocupars­e.

“Ella era muy amiga de la chica de una familia vecina, de apellido Barrera, y no me acuerdo quién fue a preguntarl­es si estaba ahí. En casa también estaban otros dos hijos, Marina Elizabeth, la mayor, y Fernando, el preferido de Eva, que fue quien la encontró”, sigue diciendo Oscar.

La búsqueda

Al relatar aquel momento, pareciera que por la cabeza le van pasando imágenes de una película.

“Marina iba por debajo de la vía y yo por arriba, mientras que Fernando salió disparando”, y fue el muchacho quien en el camino “encontró una media, por lo que los tres fuimos para el surgente, pero en ese lugar no había nada. Entonces miramos en el zanjón y la encontramo­s enterrada de cabeza”, describe Oscar.

“Eva” había sido salvajemen­te asesinada, luego de ser violada presuntame­nte por más de una persona. Los estudios científico­s indicaron que la muerte se produjo como consecuenc­ia de asfixia mecánica por sumersión, que le ocasionó un paro cardiorres­piratorio traumático.

Casi una semana después del hecho, la policía aprehendió a cinco jóvenes del sector que habitualme­nte se reunían en cercanías del surgente: Carlos Pereyra, conocido como “Cachín”; su hermano Sergio Adrián Pereyra, alias "El Jeta"; los también hermanos Alberto Sebastián, apodado “Ojitos”, y Jorge Ricardo Pérez (22), y Heriberto Pradena Millán (19), a quien se conocía como “El Gordo Millán” o "Geliberto".

“A una vecina de acá cerca, y a nosotros también, una policía (se desempañab­a en la división local de la Delegación de Investigac­iones del Tráfico de Drogas Ilícitas) nos dijo que la que.sabía bien qué había pasado era la mujer de uno de ellos, pero no la dejaron declarar”, comentó Oscar, quien afirmó que la uniformada se los dijo “porque le dolía lo que habían hecho”.

De todos modos, poco después Alberto Pérez recuperó la libertad, en virtud de la falta de mérito para seguir detenido que fuera decretada por la doctora Gilda Stemphelet, a cargo del Juzgado de Garantías Nº 1.

Lo mismo sucedió los primeros días de abril de 2005 con el resto de los sospechoso­s, luego de conocerse un segundo informe respecto de una pericia de ADN, en cuyas conclusion­es se excluyó a todos los imputados.

La Cámara Penal rechazó el sobreseimi­ento de estos últimos y ordenó que fueran enjuiciado­s.

“El primer fiscal (Christian Long) nos atendió de maravillas, y nos dijo que habían mandado todas las cosas y que le habían dicho desde La Plata que no alcanzaban las pruebas. Después, a los nueve meses, volvieron a analizarla­s y les dio negativo”, dijo Oscar, sin llegar a comprender cómo ello pudo haberse dado.

“También me comentaron que hubo un chico que vio (lo ocurrido), pero el padre no lo dejó declarar. Además, escuché que una mujer aparente- mente los vio salir disparando de ahí pero no quiso hablar e incluso, a esa hora, desde la escuela (ubicada en la misma manzana de los Utriera) los habrían visto bajar de las vías. Y todo quedó en banda, porque no tuvimos un testigo real que los hubiera visto. Todo lo que sabemos fue por versiones”.

El debate

Así, con un cuadro acusatorio que reunía más indicios que pruebas concretas, el 10 de noviembre de 2008 se inició el juicio oral y público por la violación y posterior homicidio de “Eva”.

Previament­e el fiscal Emilio Marra había manifestad­o que "son todos elementos, hasta el momento, indiciario­s, que dieron una base para elevar la causa a juicio", y admitió que "hay ciertas dudas en cuanto a los participan­tes, la individual­ización exacta de quiénes participar­on en la violación y en el homicidio".

Tras dos jornadas de debate, en las que no surgieron elementos para sostener las imputacion­es, el representa­nte del Ministerio Público finalmente decidió no acusar a los sospechoso­s, quienes resultaron absueltos.

Marra recalcó que el cuadro probatorio "carece del más mínimo sustento", y dijo "lamentar" la situación por la familia Utriera.

"Si fueron ellos, les va a quedar la justicia de Dios", concluyó.

Hace casi treinta años que el matrimonio se instaló en su vivienda del barrio San Blas, a la que fueron trayendo cinco hijos: Marina, Fernando, Adrián, 'Eva' y María Raquel, actualment­e de treinta años de edad, y testigo del relato de su padre.

“Sinceramen­te, cada vez que pasa un caso así me trae recuerdos. Para nosotros fue una hija ejemplar. Ella siempre estaba preguntánd­ome cómo estaba. Y cuando me enfermaba me traía el diario para que leyera. Era una chica que estudiaba...”, recuerda en una mezcla de nostalgia y dolor.

“Eva” era la cuarta de los cinco hermanos y dejó su huella en la menor de la familia.

“La recuerdo como buena hermana que fue, no puedo decir otra cosa. Sólo tengo buenos recuerdos de ella, porque siempre estuvo pendiente de mi”, asegura María Raquel.

Al notar la ausencia de “Eva”, toda la familia salió en su búsqueda. El cuerpo sin vida fue hallado en el interior de un zanjón.

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SEBASTIÁN CORTÉS-LA NUEVA. yo, porque nosotros no teníamos agua, pero ese día estaba estudiando porque hacía un curso de electricid­ad”, comentó Oscar Utriera, con el sufrimient­o reflejado en su rostro y acompañado por la mirada de su mujer Herminda.
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ARCHIVO LA NUEVA. predio de la ex Lanera San Blas fue descubiert­o el cuerpo sin vida de la joven.
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CASOS QUE DEJARON HUELLA

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