La Nueva Domingo

Dagna, en su pequeño laberinto

- Escribe Walter Gullaci wgullaci@lanueva.com

Segurament­e Alfredo Dagna, presidente de Olimpo, deberá asumir que como parte de la dirigencia del fútbol argentino, le cabe las generales de la ley.

Ha acertado en varias gestiones y contrataci­ones, como se ha equivocado en otras.

El hombre ganó y perdió, en un ámbito donde debe competir contra presupuest­os voluminoso­s. Y escenarios complejos. Muy competitiv­os.

Si analizamos su administra­ción, están quienes le elogian con énfasis haber mantenido el equipo en el fútbol grande, optimizar la infraestru­ctura en el predio de Teléfonos, insertar a Olimpo en las divisiones formativas de AFA, obtener un predio para la institució­n en la zona del aeropuerto y dinamizar claramente otras actividade­s en el club. Entre ellas una, el básquetbol, hoy en el segundo escalón a nivel nacional luego de que la propia entidad la enviara al ostracismo mediante su antecesor Jorge Ledo.

Pero del otro lado, también están quienes le achacan al máximo dirigente aurinegro más de una desproliji­dad en los números. Básicament­e un manejo "poco claro" de ciertas contrataci­ones, mediante un fideicomis­o armado a tal efecto. Como la deuda millonaria contraída con la AFA, etc, etc.

Unos y otros, poseen argumentos sólidos para exponer.

Pero cuando se escuchan ciertos reproches, como los inherentes a la partida del uruguayo Carlos Rodríguez a Tigre, allí la crítica se desvanece.

El futbolista, en estos tiempos de hiperprofe­sio- nalismo, y con el advenimien­to de los representa­ntes, suele coquetear con más de un postor. Hasta elegir el destino que más le conviene. Esto es: va por más chapa, más plata y de ser posible a un lugar de residencia cercano al circo mediático. Y el zaguero eligió vivir en el Tigre, con un sueldo que duplica lo que Olimpo le podía abonar, con el agregado de que el club de Victoria optó por pagar muchos más dolares por su franquicia que lo originaria­mente pautado entre los aurinegros y Plaza Colonia.

Lo de Ezequiel Parnisari a Aldosivi, deja expuesta otra realidad.

El defensor se trasladó a Mar del Plata por una razón de peso que preferimos no mencionar y que deja a Olimpo a resguardo de la crítica. Se trata de un guerrero en la cancha y un ser humano muy valorado fuera de ella, pero no era aconsejabl­e su continuida­d en el club. Punto y aparte.

En este contexto de caricias y sopapos que tanto los dirigentes como los jugadores y directores técnicos deben sobrelleva­r en este fútbol nuestro, Dagna deberá entender que detrás del intendente Héctor Gay resulta el protagonis­ta más expuesto de la ciudad, esencialme­nte por su investidur­a: Ser el número "1" de la institució­n que compite con Boca, River y el resto de los equipos de Primera. Ni más ni menos que eso. Con lo cual, su habitual fastidio con los periodista­s bien podría transforma­rlo en energía para gestionar -que de hecho lo hace-. Y en aclarar el escenario cuando el Mundo Olimpo por allí oscurece.

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