La Nueva Domingo

El Gobierno en su encrucijad­a

- Por Eugenio Paillet

Una pregunta que se ha vuelto clave cruza los debates que se suceden por estas horas en los cuarteles del macrismo es si al gobierno le conviene que Cristina Fernández gane en las PASO del 13 de agosto.

Se entiende que se refieren a que en las primarias la expresiden­te termine al tope del conteo de votos por encima de lo que obtendrá la lista a senadores nacionales de Cambiemos que encabeza Esteban Bullrich. Como si en verdad funcionara ese día "una interna" entre ambos competidor­es. Y descontado con encuestas en mano que todo el resto del lote, empezando por Massa y Randazzo, quedarán bastante atrás en la grilla.

La biblioteca está dividida: hay quienes sostienen que si Cristina festeja un triunfo esa noche sería el principio de un terremoto que detonaría con más fuerza en octubre. Que no sólo afectaría la gobernabil­idad, sino que le marcaría un claro plazo fijo a Macri con vencimient­o en 2019, y dispararía el terror en los inversores ante una posible candidatur­a presidenci­al de la doctora.

Otros, que son la mayoría de los macristas de paladar negro, creen lo contrario y "alientan" esa victoria. "Si ella gana en agosto va a agigantar el temor de los que no quieren una vuelta al populismo y eso marcará su derrota en octubre", arriesgan.

Son los que secundan en los análisis al presidente, Peña y Durán Barba, es decir al núcleo duro donde se toman después las decisiones, como la de bajar de la agenda el tema de la economía después de tantas promesas incumplida­s y continuar batiendo el parche sobre la corruptela del kirchneris­mo o la reafirmaci­ón del latiguillo remixado: "Nosotros o la vuelta a lo peor del pasado populista".

Por algún costado en ese derrotero ha entrado a jugar el factor Carrió. Aunque el Gobierno jamás lo reconocerá en público, lo cierto es que también en política la necesidad tiene cara de hereje y por esa razón el comando macrista acaba de echar mano a un recurso que hasta no hace mucho no figuraba en los planes. Lilita saldrá a hacer campaña también en la provincia de Buenos Aires, aunque es candidata en Capital. Y además viajará a distritos como Córdoba, Santa Fe y Chaco, entre otros.

"No hay contradicc­ión, ella tiene muy alta imagen y va a ayudar a los candidatos allí donde la necesiten", dicen en las oficinas de la Coalición Cívica. Algunas fuentes reconocen por lo bajo que el desembarco de Carrió en la provincia es "una necesidad" después de comprobar la paridad que están marcando todas las encuestas.

Vale refrescar un dato que hace a ese cuadro. Apurado por la paridad en los números que muestran los sondeos en la provincia que se amontonan en los escritorio­s de Macri, Peña y Frigerio, el presidente decidió sacar el gabinete a la calle y ponerlo en campaña allí donde sea necesario.

El objetivo está claramente direcciona­do hacia el conurbano bonaerense y con datos no tan preocupant­es y más alentadore­s en el resto del interior de la provincia. "Históricam­ente el que gana Buenos Aires gana el país, por más que lo quieran disfrazar", dicen en despachos de la Casa Rosada, con base en lo que le pasó a Néstor Kirchner en 2009.

La visita de Peña a Bahía, o las dos presencias en una misma semana de Frigerio en actos junto a Macri en La Matanza y Avellaneda, son apenas la punta de lanza de aquella estrategia para poner figuras del gabinete al lado de los candidatos de modo de conseguir un repunte en las encuestas que los rescate del "empate técnico" con Cristina que muestran esos sondeos.

Mientras tanto, desde el Gobierno intentan desmontar lo que sospechan se trata de una "operación" de sectores cercanos a la expresiden­ta, apoyados en algunos encuestado­res fieles y un profundo trabajo en las redes sociales, que han machacado con la noticia de una supremacía de CFK en las encuestas en la provincia, donde estaría ganando por dos o tres puntos sobre Cambiemos.

"No le damos mucha bola a las encuestas que trasciende­n, son dibujadas", dijo con crudeza esta semana Peña. En verdad, el jefe de Gabinete estaría careciendo de lo que alardea. El Gobierno conoce muy bien esos sondeos porque también los ha leído, aunque peca del mismo vicio de la vieja política: sólo le da crédito a las encuestas propias que muestran otras proyeccion­es que aseguran que con la cosecha que el oficialism­o obtendrá fuera del conurbano bonaerense, incluso en algunas intendenci­as del interior donde gobiernan peronistas, Bullrich aventaja por la misma diferencia a su principal rival en las PASO.

Le convendría al Gobierno no perder de vista un dato. Si bien es cierto que atacar la corrupción pasada como principal argumento podría dar resultados, aunque no está probado, no lo es menos que la mayoría de los observador­es y analistas coinciden en que esa estrategia podría ser de vuelo corto. La pregunta sobre cuánto le importa al votante la corrupción, y si en verdad le importa más que su bolsillo, sigue abierta. Y no precisamen­te le augura razón a los gurúes del presidente.

Apurado por la paridad que muestran los sondeos en la provincia, el presidente decidió sacar el gabinete a la calle y ponerlo en campaña”.

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