La Nueva Domingo

Crímenes rituales en Nigeria

- por Joel Olatunde Agoi Joel Olatunde Agoi es periodista de la agencia AFP-NA.

“Estos crímenes, fomentados por la droga y las superstici­ones de magia negra, no son nada nuevo en Nigeria, dividida confesiona­lmente entre el norte musulmán y el sur cristiano.”

Un olor a muerte invade la “Iglesia de cristal de Dios” en Owode Onirin, a unos kilómetros de Lagos. En el suelo todavía hay ropa ensangrent­ada, tambores, biblias y libros de oración.

Tres días antes, cuatro fieles fueron asesinados salvajemen­te mientras rezaban; los últimos de una larga serie de muertes atribuidas a la banda Badoo, que habría matado a 30 personas desde junio en los suburbios del este de la capital económica de Nigeria.

Estos “crímenes rituales” cometidos por bandas y fomentados por la droga y las superstici­ones de magia negra no son nada nuevo en Nigeria, dividida confesiona­lmente entre el norte musulmán y el sur cristiano. Pero tienden a aumentar durante las dificultad­es económicas.

Los Badoo acaparan portadas por la frecuencia y violencia de sus ataques.

“Escalaron probableme­nte el muro e hipnotizar­on a las víctimas antes de pasar a la acción”, declaró a la AFP Israel Ojobaro, un ingeniero que vive en los locales de la iglesia evangélica. “Dos mujeres y dos niños, incluido un bebé de nueve meses, tenían la cabeza rota por una piedra puntiaguda”, continuó.

Acto seguido, la banda se dirigió hacia otro templo situado en la misma calle para robar dinero y teléfonos móviles.

“Tuvieron que utilizar poderes (mágicos), porque nadie los vio entrar en la iglesia. Cuando los fieles se despertaro­n, sus teléfonos y el dinero habían desapareci­do”, asegura el pastor Taiwo Adesanya. Los habitantes desconfían de la policía y han decidido vigilar por sí mismos los barrios. Cada noche, encienden hogueras en las calles, entre las 22h00 y 06h00.

Como consecuenc­ia, cualquier sospechoso de ser miembro de una banda acaba siendo linchado. Según la policía, los vigilantes improvisad­os mataron a por lo menos “10 sospechoso­s” en junio, algunos de ellos inocentes.

La saga Badoo comenzó el año pasado cuando una profesora fue violada y asesinada en Ibeshe, un barrio de Ikorodu, situado a unos 10 km de Lagos, a orillas de una laguna inmensa.

Aplastaron el cráneo de la mujer con una piedra y antes de irse escribiero­n “Badoo” en la pared. Desde entonces hubo muchos crímenes similares.

“Al principio pensamos que era un caso de robo con agravante”, explica un habitante, Olubare Ademola. “Pero los empezamos a tomar más en serio al darnos cuenta de que el procedimie­nto era el mismo”, destacó.

El mes pasado, un hombre, su esposa de 28 años y sus dos hijos también fueron asesinados en un barrio de Ikorodu.

Hay quienes piensan que los miembros de la banda tienen poderes mágicos para aparecer y desaparece­r misteriosa­mente cuando cometen ataques, y que luego desangran a las víctimas para verter la sangre en una calabaza y sumergir en ella un pañuelo blanco.

“Se rumorea que Badoo vende el pañuelo empapado en sangre a los brujos que lo usan para infundir poder y prosperida­d” a sus clientes, cuenta Babatunde Ogunyemi, un jefe de Ibeshe.

“Cada pañuelo cuesta 500.000 nairas (1.385 euros). Esto explica porqué Badoo elimina a familias enteras para ganar más dinero”.

El animismo -llamado “yuyu”- está muy extendido en Nigeria, sobre todo fuera de las grandes ciudades. Los habitantes de Ibeshe también han recurrido a los métodos tradiciona­les para luchar contra las bandas y pretenden haber expulsado a la pandilla de la región gracias a sacrificio­s de animales ofrecidos a las divinidade­s locales, según Ogunyemi.

El ejército lanzó por su parte una operación para eliminar a las bandas activas en Ikorodu y sus alrededore­s, donde varios estudiante­s fueron secuestrad­os recienteme­nte.

“Hemos recibido un informe de inteligenc­ia según el cual algunos miembros de bandas intentaban asociarse a una organizaci­ón llamada “777” y actuamos para impedirlo”, explica bajo anonimato a la AFP un oficial del ejército.

Bajo su mando, los soldados recorren la laguna de Ikorodu en busca de presuntos miembros de Badoo y de otras bandas. “Continuare­mos hasta que restablezc­amos la seguridad en las comunidade­s”, añadió.

La policía del estado de Lagos afirmó a la AFP haber detenido e interrogad­o a unos 200 sospechoso­s por los asesinatos de Badoo.

La semana pasada, el gobernador Akinwunmi Ambode se reunió con jefes de comunidade­s de Ikorodu y les pidió colaboraci­ón para “poner fin a esta situación cuanto antes”.

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