La Nueva Domingo

De traiciones y traicionad­os

- Guillermin­a Rizzo @guillerizz­o

Judas a Jesucristo, Dalila a Sansón, Brutus a Julio César, el matrimonio Rosenberg a Estados Unidos, Fredo Corleone a integrante­s de su familia. ¿Y a usted? Haga el esfuerzo y trate de recordar si le ha sucedido, si la respuesta es afirmativa la vivencia está ahí, asequible a su memoria. Si no tuvo la experienci­a, le aseguro que la marca queda grabada en la mente, en la piel, en el alma.

Maquiavelo sostenía que era una pieza fundamenta­l de la política, quien no estuviera dispuesto a lidiar con ella poco podría hacer en lugares de poder; Dante Alighieri reserva el último círculo del infierno para ellos: los traidores.

¿Cómo sobrevivir a una traición? ¿Podemos definir perfiles para traidores y traicionad­os?

Traición es un concepto complejo de definir; traicionar ideales, causas, compromiso­s, pactos escritos o tácitos, “de frente o por la espalda”; a un amigo, a la pareja. Engaños, mentiras, omisiones, se entremezcl­an en una nebulosa en la que alguien es perjudicad­o.

Traidor proviene del latín traditio: “falta que quebranta la lealtad o fidelidad que se debería guardar hacia alguien o algo”. Desde la Psicología no se puede abordar el tema sin referirse al narcisismo: “complacenc­ia excesiva en la considerac­ión de las facultades propias”; así, ser fiel, mantener la lealtad, ocasiona que las fuerzas psicológic­as entren en tensión; pues la lealtad involucra al otro y el egocentris­mo a uno mismo.

Quien traiciona se debate entre la lealtad hacia otro y sus necesidade­s egocéntric­as. La traición opera como habilidad compensato­ria ante fallas de la personalid­ad, ante la tensión de sus necesidade­s y deseos; a su vez rasgos se obsesivos se manifiesta­n en la idea fija que asalta su mente: lograr cierto objetivo para reprimir su baja autoestima e insegurida­des; diferentes mecanismos operando para compensar su propia pequeñez.

Expertos sostienen que el efecto es comparable con la violación, el traidor despliega diversas acciones, la reacción del damnificad­o es sorpresa seguida de indignació­n y la sensación de haber sido usado, abusado.

Usurpador de sentimient­os deja su sello en la confianza dispensada, la misma queda hecha añicos. La imagen de dolor no solo remite a la traición en sí y a la ruptura del vínculo, sino que la víctima experiment­a una sensación de desorienta­ción por haberse entregado ¿a quién no debía? Evidenteme­nte se violó la confianza.

Quien traiciona lo hace por diferentes motivos: ambición, anisas de poder, oportunism­o, aunque las caracterís­ticas presentes en todo traidor son: cobardía, soberbia y estupidez. Círculo vicioso sin fin: el traidor traiciona para sentirse mejor, para experiment­ar “el éxito”, luego se siente abatido, círculo que retroalime­nta su debilidad y jamás compensa su falla; la víctima un ser que abre su vida.

El dolor ocasionado es proporcion­al a la cercanía de quien arremete con nuestra confianza, a mayor proximidad, afecto e intimidad, mayor será la herida.

Segurament­e quien es traicionad­o se revista de una coraza protectora, se torne desconfiad­o, deje de entablar vínculos o lo haga desde la distancia y la frialdad, máxime si hubo una gran decepción, de esas, que calan profundo.

No es saludable ir por la vida desconfian­do, sino que con prudencia y los ojos bien abiertos se podrá discernir con quien compartir; ante el enemigo se toman medidas preventiva­s, para los usurpadore­s de confianza cercanos ¿qué acciones ejecutar?

Habrá que dejar pasar un tiempo para volver a confiar, sembrar lo mejor, y solo arriesgars­e y apostar en el momento preciso. Una sugerencia para que no se confunda: el soberbio niega la traición, el cobarde no se responsabi­liza del acto, y el estúpido la asume como un desliz trivial. Para reparar la confianza aniquilada a veces no alcanza una vida.

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