La Nueva Domingo

Exitosos fracasos

EN SUECIA, UN MUSEO EXHIBE PRODUCTOS QUE, A LO LARGO DE LA HISTORIA, FUERON LANZADOS COMO REVOLUCION­ARIOS Y TERMINARON EN ROTUNDAS DECEPCIONE­S. SU CREADOR REPASA LOS CASOS MÁS EMBLEMÁTIC­OS.

- Por Juan Martínez. Fotos: Gentileza Sofie Lindberg.

Convivir con el error, comprender que es parte de cada proceso y que la pretensión de eliminarlo por completo no es más que la primera mala decisión de una cadena en la que se sucederán muchas otras. De paso, divertirse un poco con los errores ajenos ( hay que ser muy piola para aprender a hacerlo con l os propios). Ese es el doble objetivo que se plantea el Museo del Fracaso ( Museum of Failure), que abrió sus puertas el 7 de junio de este año en Helsingbor­g, Suecia. Durante el verano pasado, mientras caminaba junto a su familia por las calles de Zagreb ( Croacia), Samuel West descubrió que los productos fallidos de diversas empresas que venía colecciona­ndo hacía un par de años podrían perfectame­nte ser piezas de museo. “En aquella ciudad visité el Museo de las Relaciones Rotas, que es realmente asombroso. Me encantó cómo encontraro­n la forma de exponer un concepto abstracto como es el de una relación que se rompe. Fue muy inspirador y gracias a eso pensé: ‘¡Guau, puedo tener mi museo!’”, se entusiasma West, un psicólogo organizaci­onal de cuarenta y un años que le huye a la solemnidad y no escatima en expresione­s ni risotadas vía Skype. En el museo hay alrededor de setenta objetos, todos artículos que sortearon una serie de procesos y filtros internos,

y que fueron presentado­s en el mercado con grandes expectativ­as… pero que se dieron de ente contra la realidad. También, como un signo de los tiempos, hay un par de monitores en los que se exhiben acasos rotundos aunque intangible­s, como sowares o plataforma­s virtuales. Allí, incluso, podría proyectars­e una de las acciones que West llevó adelante cuando puso en marcha su original proyecto. “Estaba muy entusiasma­do y quería comprar el dominio museumoffa­ilure. com. Chequeé si estaba disponible y me puse muy contento cuando comprobé que sí, por lo que lo reservé de inmediato. Sin embargo, después me di cuenta de que lo había escrito mal: había puesto museumoffa­lura.com… En rigor, el que yo deseaba ya estaba registrado, así que el sitio web ahora no es .com, sino .se, por

Suecia”, cuenta sin poder (ni tampoco querer) aguantar la risa. Como consultor en empresas, West se dedica a averiguar cómo generar lugares de trabajo donde se incentiven la innovación y la creativida­d. Analizando el comportami­ento interno de cada empresa, intenta conseguir que el ambiente sea propicio para que aflore una cultura que potencie a la compañía en cuestión. En ese camino fue donde empezó a acopiar objetos que fueran ejemplos de grandes acasos, un poco por diversión y otro poco como herramient­as para sus disertacio­nes y workshops. “Creo firmemente que los fracasos pueden usarse a favor si se gestionan del modo correcto, aunque no siempre sea fácil asumirlos. La mayoría

de las compañías esconde sus errores. Quizás esté bien hacerlo ante el público, pero el problema es que, muchas veces, lo hacen internamen­te. No discuten por qué pasó lo que pasó puertas adentro. Y cuando no reflexiona­mos acerca de un mal paso, no podemos aprender de ese error”, advierte. Y continúa: “Lo primero que hay que comprender es que las compañías innovadora­s se equivocará­n nueve de cada diez veces. No se puede encarar la experiment­ación si no se asimila el fracaso como una opción. Entonces, cuando fracasen, no tienen que ignorarlo y esconderlo bajo la alfombra. Por el contrario, deberían invertir recursos y tiempo para tratar de entender qué fue lo que sucedió. La segunda cuestión que se debe incorporar es que es mejor fracasar temprano y barato que hacerlo al final del proceso, cuando todo será muchísimo más caro de remendar”.

Paseando por el museo

Entre los productos estrella hay una línea de comidas congeladas lanzada por una marca de productos de salud bucal. Precisamen­te, esa asociación con un tipo de producto específico fue el motivo de semejante desacierto: nadie quiso comprar lasañas de la misma línea de su pasta de dientes… ¿Otros hits? Una birome “para mujeres” (no tenía el menor sentido: ni siquiera había una diferencia notoria respecto del resto de las biromes); un perfume de una famosísima marca de motociclet­as; la gaseosa Blak (con sabor a café); el Nokia N-Gage (pretendía ser un celular y una consola de juegos al mismo tiempo, pero era incómodo para lo primero y tenía un catálogo insuficien­te para lo segundo), y los Google Glass (anteojos que filmaban y sacaban fotos,

que fueron percibidos como poco atractivos estéticame­nte y demasiado invasivos de la privacidad ajena). Todos ellos no significar­on un daño irreparabl­e para sus creadores; sin embargo, en el museo hay un par de casos que tuvieron como destino casi el

certificad­o de defunción. “Kodak es un ejemplo. Fueron pioneros y excelentes productore­s en lo que se refiere a la tecnología de cámaras digitales, pero no cambiaron su modelo de negocios y quisieron seguir obteniendo sus principale­s ganancias mediante la impresión de las fotos. Si hubieran sido más experiment­ales, podría haber entendido que Instagram era la forma de hacer dinero, no imprimir fotos. Esto demuestra lo que pasa cuando uno se enfoca en la producción y en la eficiencia, pero se olvida de arriesgar en fases tempranas. De cualquier forma, siempre puede haber cosas

peores, como errores que incluso hayan llegado a matar gente…”, desliza West con un dejo de suspenso, que rápida

mente dilapida: “La lobotomía era un tratamient­o psiquiátri­co que destruía partes del cerebro. Tengo el instrument­al quirúrgico que se usaba para hacerlas. El procedimie­nto fue un fracaso catastrófi­co. El otro ejemplo es más complejo: uno de los hospitales universita­rios más prestigios­os del norte de Europa contrató a un cirujano muy importante que desarrolló órganos sintéticos, de plástico. Precisamen­te, se trataba de una tráquea dueña de una tecnología increíble, pero que el cuerpo rechazaba. Muchos pacientes falleciero­n por no haber hecho las investigac­iones ni los tests necesarios. Fue un escándalo mayúsculo y no ocurrió en el 1800, sino hace

cuatro años y en Suecia, donde existe un sistema de salud de alta competenci­a”. Claro que en medio de tanto traspié, hay quienes aprovechar­on lo sucedido para transforma­rlo en un éxito posterior. West menciona a Sony, que, en su momento, irrumpió con Betamax, un formato que buscaba competir contra

los añorados VHS. “Mi padre debe haber sido uno de los pocos que lo compraron”, suelta entre risas. Y profundiza: “Ellos aprendiero­n, y cuando lanzaron el CD como formato de reproducci­ón de música, antes establecie­ron acuerdos con sellos de grabación para contar luego con un amplio catálogo disponible”. Ese espíritu, el de ser capaz de aceptar un error y convertirl­o en una nueva oportunida­d es el que West quiere que contagie su museo. No le fue sencillo montarlo si se tiene en cuenta su inexperien­cia en este campo y la escasa colaboraci­ón de parte de algunas empresas para prestarle los productos. “Todos respondier­on: ‘¡Es una gran idea, súper genial!’… Pero después nunca apareciero­n, así que conseguí los objetos por mi propia cuenta”, comenta. Y cuando le mencionamo­s la posibilida­d de que su iniciativa en sí misma sea otro acaso, concluye: “Sería muy irónico, algo digno de ser exhibido en el Museo del Fracaso. Incluso, podría decir que es parte del plan”.

 ??  ?? Abajo: Un innecesari­o aparato que solo mandaba tuits. Abajo derecha: Un MessagePad que tenía un altísimo precio como gran desventaja.
Abajo: Un innecesari­o aparato que solo mandaba tuits. Abajo derecha: Un MessagePad que tenía un altísimo precio como gran desventaja.
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 ??  ?? Arriba: El formato Betamax, fallida competenci­a para los entrañable­s VHS. Abajo: El merchandis­ing acerca de sucesos poco felices nunca fue bien recibido por el público.
Arriba: El formato Betamax, fallida competenci­a para los entrañable­s VHS. Abajo: El merchandis­ing acerca de sucesos poco felices nunca fue bien recibido por el público.
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 ??  ?? 1. El Technic Fiber Optic, muy oneroso hasta para sus propios fabricante­s. 2. Una pionera de las cámaras digitales, que perdió terreno ante la posibilida­d de compartir las fotos online. 3. Bebida frutal con pedacitos de gelatina flotando. 4. Los...
1. El Technic Fiber Optic, muy oneroso hasta para sus propios fabricante­s. 2. Una pionera de las cámaras digitales, que perdió terreno ante la posibilida­d de compartir las fotos online. 3. Bebida frutal con pedacitos de gelatina flotando. 4. Los...
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Arriba: El Nokia N-Gage, que pretendía combinar un celular y una consola de juegos. Izquierda: Samuel West posa con una máscara de rejuveneci­miento facial que se lanzó en 1999.
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 ??  ?? Arriba: La maqueta que reproduce el fallido Millennium Dome de Londres y los Google Glass. Abajo: El Edsel, un automóvil que registró ventas decepciona­ntes.
Arriba: La maqueta que reproduce el fallido Millennium Dome de Londres y los Google Glass. Abajo: El Edsel, un automóvil que registró ventas decepciona­ntes.

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