La Nueva Domingo

Nadia rompió el silencio al saberse embarazada de su propio padre

Denunció que su progenitor abusó de ella desde que tenía 8 años de edad, y hasta los 20. Hoy busca proteger a su bebé y la condena social para el acusado, que tiene prisión preventiva.

- Anahí González agonzalez@lanueva.com

“No quería ese infierno para mi hijo”.

Así argumentó Nadia Andrade, de 22 años, oriunda de Coronel Pringles su decisión de dar a conocer públicamen­te una historia de maltratos, abuso y sometimien­to que calló desde los 8 años.

Decidió romper el silencio al enterarse de que estaba esperando un hijo de su padre. La prueba de ADN arrojó un 99% de compatibil­idad entre su bebé y el acusado.

Fue un elemento determinan­te para que el Juzgado de Garantías Nº 3, a cargo de Susana Calcinelli, dictara el pasado 23 de mayo la prisión preventiva para el acusado.

La historia

Al enterarse de que estaba embarazada de su padre, Nadia Andrade, quien entonces tenía 20 años, denunció ante la Justicia que había sido víctima de abuso sexual por parte de su progenitor desde que tenía 8 años. Aseguró que este hombre tuvo la misma conducta con su hermana mayor quien hoy tiene graves secuelas psicológic­as.

"Yo vivía con mi papá y cuatro hermanos, dos mujeres y dos varones. Mi mamá se fue cuando era bebé. Nunca hablaba con nadie. Lo que pasaba en casa, quedaba en casa. Y no pasó durante un año o dos. Fue toda mi vida".

Asegura que soportó este tormento durante años por temor a represalia­s, vergüenza y miedo de que no le creyeran. Hasta que algo sucedió que le hizo quebrar el silencio: supo que estaba embarazada de su progenitor.

Desesperad­a confesó su historia a un profesiona­l de la salud quien no dudó en buscar ayuda y asesoramie­nto para que pudiera empezar una nueva vida. Recién cuando los servicios sociales le dieron un techo pudo efectuar la denuncia. Antes de ello no tenía dónde ir a vivir si dejaba su casa.

"Yo dije: ' O salgo de este pozo y le salvo la vida a mi hijo o termino volviéndom­e loca. No quería ese infierno para él".

Una vez radicada la denuncia, el Juzgado de Garantías 3 de Bahía Blanca ordenó la detención de este ciudadano pringlense de 56 años, quien está acusado de abuso sexual gravemente ultrajante con acceso carnal reiterado y agravado.

Con injerencia de la UFI 14, a cargo del doctor Mauricio Del Cero, el detenido fue alojado en la estación de policía hasta que fue trasladado a la Unidad Penitencia­ria Nº 4.

"Lo denuncié con nombre y apellido para cuidar a mi hijo. Quería que todos supie- ran quién era, porque tenía mucho miedo de que él o su familia tomaran represalia­s. Si no lo hubiera hecho público creo que hoy no estaríamos vivos. Además, para los violadores, aunque no se haga justicia, la peor condena es la social, que te señalen en la calle como abusador".

En su relato figura un historial de maltratos, insultos y golpes. Fue prácticame­nte una esclava de su progenitor.

"Ni siquiera podía quedarme a dormir en la casa de mi hermana para cuidar a mi sobrino. No me dejaba. Él venía a buscarme".

Cuenta que cuando se enteró de que estaba esperando un hijo suyo no dudó en seguir con el embarazo.

"Tuve la oportunida­d de abortarlo, pero dije que no. No tengo el derecho de decidir a quién darle la vida y a quién no. La criatura no tiene la culpa. Y en el caso de que yo lo hubiera rechazado, igual podía estar con otra familia. ¿Por qué le iba a quitar esa posibilida­d?”.

Pese a que tuvo un embarazo muy difícil nunca bajó los brazos. El bebé nació en la semana 39 de gestación.

Esta experienci­a aberrante que dejó marcas en la psiquis de Nadia, la llevó a tomar una decisión: dar en guarda a su bebé hasta recomponer­se y estar en condicione­s de brindarle los cuidados que él requiere. Sufre crisis de angustia y además es epiléptica.

"No quería que su vida corriera riesgo. Decidí que lo mejor era no ser egoísta. Igual puedo verlo cuando quiera y estoy muy presente en su vida".

En estos años las redes de contención social, familiares e institucio­nales, que podrían haberla rescatado de este sufrimient­o, fallaron.

"Hablé solo con dos personas: una me creyó y la otra, una psicóloga, dijo que todo era una fantasía. Por eso nunca más hablé hasta que el vaso rebalsó con el embarazo".

También comentó que ni bien su progenitor se enteró de la denuncia, intentó comunicars­e con ella para pedirle que retirara la denuncia a cambio de darle una casa.

"Él debe pagar en la cárcel lo que hizo no solo por mí sino también por mi hermana”.

Hoy, Nadia trabaja en Bahía Blanca para conseguir un futuro mejor para su hijo y poder tenerlo con ella.

“A los 10 años empecé a darme cuenta de que lo que pasaba no era normal. Fueron años de abuso. No voy a estar tranquila hasta que salga la sentencia”.

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ARCHIVO LA NUEVA.

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