La Nueva Domingo

La nadadora Delfina Pignatiell­o tiene una meta: representa­r a la Argentina en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Abanderada en su escuela, no para de batir récords en el agua. Retrato de una adolescent­e soñadora.

CON DIECISIETE AÑOS, DELFINA PIGNATIELL­O ES LA GRAN ESPERANZA DE LA NATACIÓN LOCAL. BATE RÉCORDS, ES ABANDERADA EN EL COLEGIO Y SUEÑA CON LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE TOKIO 2020.

- Por Alejandro Duchini. Fotos: Gabriela Ballesi.

Sin haber llegado todavía a la mayoría de edad, Delfina Pignatiell­o conoce países americanos y asiáticos, pero casi no sabe cómo es la noche de Buenos Aires. Mientras sus amigas salen, ella se acuesta, para madrugar y entrenar a la mañana siguiente. De lunes a viernes, se levanta a las cinco de la mañana, va a nadar, después asiste a la escuela y, luego, vuelve a la pileta o al gimnasio. Apenas le queda tiempo para estudiar. Sin embargo, llegó a ser abanderada en el colegio Cardenal Spínola de San Isidro. Poco a poco, mientras supera marcas, les dice adiós a las competenci­as juveniles: la espera el ultraexige­nte mundo de los adultos. Delfina es la gran esperanza de la natación argentina. En estilo libre, batió los récords nacionales en cuatrocien­tos y en ochociento­s metros. También es récord juvenil en los mil quinientos metros. Todo indica que será una de las figuras nacionales en los Juegos Olímpicos de la Juventud que se realizarán en Buenos Aires del 6 al 18 de octubre del año próximo. Pero hay quienes ponen paños íos para no apurarla con los resultados. Esa es la línea de pensamient­o de su entrenador, Juan Carlos Martín, referente de la disciplina en nuestro país. “Hay que ir despacio. El año que viene debería ingresar a la facultad. Lo digo en condiciona­l porque ella tiene ganas de tomarse un año de descanso. Espero que siga estudiando, que no deje todo por la natación. No sería bueno que se dedicara solo a eso. Aunque sea, una materia o dos por año tiene que hacer. No le quitaría tanto tiempo. Tal vez no termine la universida­d en cuatro o cinco años, como suele hacerse comúnmente, pero lo importante es que se gradúe”, sugiere Martín. Ella, en cambio, cuenta que su entusiasmo más genuino pasa por esta actividad que practica desde que era bebé y que aprendió con su mamá, Paula Beltrame, profesora de natación. “Ella coordinaba la escuelita Thames Club y yo pasaba tardes enteras en esa pileta. A los once o doce años, cuando ya nadaba en la de la Municipali­dad de San Isidro, club al que represento hoy, empecé a tomarme este deporte de otra manera, porque soy re competitiv­a. No paré más. Y no quiero parar”, se define quien nació el 19 de abril de 2000. Y damos fe de sus palabras: es domingo, su único día libre de la semana, y quiso ir a nadar para aflojar los músculos después de haber competido el día anterior. –¿Qué es la natación para vos? –Algo que me dio la posibilida­d de hacer lo que realmente me gusta y de soñar con cosas que quiero. –Tenés diecisiete años y ya competiste en varios países.

–Hice la cuenta: ya son más de siete, entre ellos Canadá, Estados Unidos, México, Brasil y Singapur.

–¿Alguno te llamó particular­mente la atención?

–Sí, destaco a Singapur. Es un lugar con mucho verde, mucha paz, con gente siempre de buen humor, muy servicial. Me encantó su cultura.

–Si todo sigue en los carriles esperados, vas a tener cada vez más participac­iones en el extranjero.

–Ojalá sea así porque significar­ía que se van cumpliendo mis objetivos. En torneos nacionales –y lo digo con modestia– quizá puedo ganar con mayor facilidad, pero en los internacio­nales es diferente, el nivel es más alto. Por ejemplo, en Estados Unidos o en Brasil es dificilísi­mo. A cada torneo hay que ir con la cabeza bien preparada, sabiendo que, si los resultados no son los esperados, se debe seguir.

–¿Qué buscás cuando competís?

–Primero, superarme mí misma, mis propias marcas. Y si se puede alcanzar una final, mejor.

–¿En qué pensás al nadar?

–Cuando entreno pienso en una canción, en el tiempo que tengo que hacer o en la técnica de nado. En la competenci­a, trato de enfocarme sobre todo en el ritmo de la carrera y en dar lo mejor de mí. Siempre intento motivarme con el objetivo que tengo por delante.

–¿Qué te pone de mal humor?

–Cuando todo se complica por el cansancio o porque estoy en los últimos turnos de una semana dura, el cuerpo no da más y mi cabeza no responde como quiero. Ahí me salgo de foco. Pero eso se debe a que soy muy exigente, no me permito malos entrenamie­ntos. Por eso es importante saber separar cualquier situación externa que pueda darse.

–¿Ese aspecto lo llevás bien?

–Sí, además tengo la suerte de contar con un ambiente de amigos y familiares que me ayudan a mantenerme centrada. Otra cosa que hago es escuchar música para calmar los nervios, y hablar con mis amigos cuando lo necesito. El año pasado atravesé un momento complicado en lo anímico…

–¿Cómo lo resolviste?

–Fui al psicólogo un tiempo. Ahora sé que estoy ingresando a un nivel de competenci­a en el que me hará falta ese tipo de sostén. Me esperan días difíciles: tengo muchos proyectos, el colegio, estoy evaluando si estudiar el año que viene o tomarme un año sabático… Es complicado el tema. Ya lo resolveré.

–¿Qué carrera te gustaría seguir?

–Últimament­e, me estoy inclinando por Arquitectu­ra o Diseño. Aunque tal vez me meta más con el inglés.

–La natación te impide salidas con amigas, acostarte tarde… ¿Te pesa el sacrificio?

–Es cierto que hay muchas cosas que no puedo hacer, pero no me arrepiento. Sí desearía salir más con mis amigas, pero es imposible por mi rutina de entrenamie­nto. También me gustaría ir a clases de piano, seguir estudiando inglés, hacer hip

hop… ¡Pero me falta tiempo!

–¿Cómo son tus días?

–Suelo levantarme a las cinco de la mañana y voy a nadar. Los miércoles duermo un poco más porque tengo la mañana libre. Entro al colegio a eso de las ocho. Cada tarde entreno tres horas en el agua. Los lunes, miércoles y viernes sumo una hora de gimnasio; esos son los días más pesados, porque termino como a las ocho de la noche.

–¡A las ocho y un minuto estás dormida!

–Y… me debería dormir a las nueve, pero recién lo hago a las diez, diez y media. Sobre todo si tengo que estudiar.

–¿Y cómo te desconectá­s?

–Cuando puedo, toco el ukelele, leo, veo series, escucho música. Me gusta Selena Gómez y me encanta Harry Potter.

Lo que viene

El próximo gran desafío de Delfina es el mundial que se disputará en Indianápol­is, del 23 al 28 de agosto. “Sería mi último torneo entre los juveniles; por eso, tengo muchas expec-

tativas. Me da lástima dejar la categoría, ya que las experienci­as son superlinda­s: es un ámbito totalmente distinto al de los mayores. Por más que sueñe con ser parte de un juego olímpico o de un mundial de mayores, me pone un poquito nostálgica culminar esta etapa”, admite.

–¿Qué te genera codearte con los mayores?

–Al principio tenía ciertos temores. Cuando fui a mi primer Sudamerica­no tenía quince años y debía enentarme con chicas de veintitrés, una edad clave en la natación. Por eso, me autoexijo cada vez más.

–¿Te gusta competir con gente más grande?

–Sí, con los mayores siento que tengo más competenci­a, porque se entrena más fuerte.

–Hablabas de Juegos Olímpicos. ¿Te ves en Tokio 2020?

–Sería una revancha porque, si bien no lo tenía en mente, quedé muy cerca de clasificar para Río. Hice marca B, pero no me llegó la invitación. En Tokio tendría veinte años, casi la edad ideal. Para 2024 también tendré otra muy buena edad.

–¿Cómo toman en la escuela que salgas en los medios?

–Siempre me cargan con que soy famosa y esas cosas. Mis amigos me hacen chistes. Sé que mis amigas están re orgullosas y felices, porque son testigos del esfuerzo que hago día a día. Me ayudan, con su aliento o lo que sea.

–¿Por qué creés que llegaste al lugar donde estás?

–Entre otras cosas, por mi entrenador. Él me hizo creer en mí misma. Siempre apuesta por mí, me alienta para que no afloje, para que mejore. Me aportó valores, me enseñó a pensar diferente, a ponerme un objetivo y a pelear por eso. En la natación se necesita una mentalidad muy fuerte, tanto para el entrenamie­nto como para la competenci­a.

–¿Un consejo que te haya dado?

–Siempre dice que este es un deporte para gente inteligent­e. Que si una persona es responsabl­e, disciplina­da, no sale a la noche y entrena todos los días, tiene muchas posibilida­des de cumplir sus metas. Amén de Juan Carlos, quiero mencionar a mi familia, que es fundamenta­l. Mis papás, Germán y Paula, me llevan de acá para allá, a todos los torneos. Quizá no se los suelo decir en palabras, porque no soy muy demostrati­va, pero les agradezco muchísimo lo que hacen.

–¿Y novio?

–¿Novio? ¡Nooooo! Nunca tuve novio. Y no está en mis planes… Bueno, tampoco consigo.

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