La Nueva Domingo

Aeródromo Bahía Blanca

- Por Mario Minervino mminervino@lanueva.com

Hace 91 años, en agosto de 1926, fue inaugurado el Aeródromo Bahía Blanca.

En tiempos en que la aviación daba sus primeros pasos, nuestra ciudad ya contaba con un Aero Club que daba un paso vital en su funcionami­ento habilitand­o su propio aeródromo.

Los días previos, pilotos como Rufino Luro Cambaceres y Domingo Irigoyen acudían a Villa Harding Green, piloteando sus aviones Curtiss, para mostrar a todos “la nueva maravilla de la humanidad”.

Pero si alentador era abrir el aeródromo, el hecho se magnificó cuando el Aero Club recibió la confirmaci­ón de la asistencia de los pilotos porteños Eduardo Olivero, Bernardo Duggan y Ernesto Campanelli, verdaderos héroes del momento, por haber unido Nueva York con Buenos Aires en 114 horas de vuelo.

El domingo 29, un almuerzo en Harding Green fue el preludio de la inauguraci­ón. Hubo una carrera de motos, luego un concurso de aterrizaje­s, donde se impuso Luis Luro --posó su máquina a sólo un paso del blanco-- y, como cierre, vuelos de recreo, donde cada piloto llevó de paseo a “señoritas conocidas en nuestro mundo social”.

Un párrafo especial merecen los aviadores visitantes, quienes, al ser despedidos en la estación Sud, fueron puestos en apuros por la efusividad de nuestras chicas. A Duggan, galán, una señorita le pidió el pañuelo, a lo cual Bernardo accedió. A partir de ese gesto, el piloto fue desbordado, perdiendo corbata, cuello y gemelos. “Sólo faltó que alguna nina, de acuerdo con el modernismo de las cosas, le pidiera el corazón”, escribió un cronista.

Inauguraci­ón del aeródromo, héroes de la avuación acosados por las jóvenes bahienses.

Recuerdos de hace 91 años que, tiempo que en este caso soporta sin mayores complejos decir que han pasado volando...

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