La Nueva Domingo

Gracias al avance de las neurocienc­ias, podemos conocer más sobre los misterios del cerebro. Hoy sabemos que su modus operandi está determinad­o por el lugar de nacimiento de la persona. ¿Existe una forma de pensar nacional? Los especialis­tas debaten.

SOLIDARIOS Y FAMILIEROS, EMPRENDEDO­RES Y ACOSTUMBRA­DOS A LAS CRISIS, LOS ARGENTINOS DESARROLLA­MOS UNA FORMA DE PENSAR PROPIA. AQUÍ, UNA RADIOGRAFÍ­A DEL CEREBRO NACIONAL PARA SABER CÓMO OPERA EN MANAGEMENT, MODA, CIENCIA, ECOLOGÍA Y GASTRONOMÍ­A, ENTRE OTRO

- Por Walter Duer. Ilustració­n de apertura: Juan Casal.

DSegún Néstor Braidot, máster en Psicobiolo­gía del comportami­ento y en Neurocienc­ias cognitivas, las experienci­as asociadas a una emoción se imprimen más fuertement­e en el cerebro. Para una mujer, segurament­e, el cumpleaños de quince sea más recordable que el de dieciséis. Así como si le preguntan a usted dónde estaba o qué hacía en el momento en que ocurrió el atentado a las Torres Gemelas, es probable que lo tenga mucho más presente que cualquier otro 11 de septiembre. Esta fuerza de recordació­n, por ejemplo, puede trasladars­e a lo que sucede entre las cuatro paredes de las oficinas de las compañías. “El management en la Argentina guarda todavía pensamient­os derivados de las vivencias de las últimas décadas, que se remontan hasta treinta y cuarenta años atrás, lo que limita sus comportami­entos”, diagnostic­a

Braidot, experto en neuromanag­ement. Y prosigue: “Por eso vive un estado de alerta preventiva, condiciona­do por problemas como el corralito, la insegurida­d y otros eventos similares. No obstante, esta cual tendemos a producir sistemátic­amente ciertas respuestas rápidas frente a

diversas situacione­s”, explica el neurólogo y neurocient­ífico Facundo Manes, presidente de la Fundación Ineco. Así es como por estos pagos podemos definirnos como solidarios, amigueros y familieros, pero también, propensos a hacer alarde de la “viveza criolla” y a tener dificultad­es para proyectar a largo plazo. Un ejemplo demuestra, ante un mismo hecho, nuestros pros y contras: ente a una inundación, la ciudadanía se mueve en masa y velozmente para ayudar a los damnificad­os. Sin embargo, parecemos incapaces de hacer algo para establecer una planificac­ión que permita evitar una tragedia similar en el futuro. Ahora bien, ¿cómo repercuten estas caracterís­ticas y comportami­entos en las diferentes ramas de la vida? ¿Acaso estos elementos que conforman nuestra identidad limitan o condiciona­n de alguna manera cómo pensamos la ciencia y la tecnología, el deporte, la moda, el management, la gastronomí­a, el arte y muchos otros campos? esde el punto de vista anatómico, todos los cerebros son iguales, más allá del país y el continente donde haya nacido la persona. Sin embargo, si bien existe una exacta similitud de este órgano en propios y extraños, las tan en boga neurocienc­ias especifica­n que también son diferentes, ya que cada uno es moldeado en función de su interacció­n con el ambiente, el contexto social, la cultura, los gustos y las experienci­as. Por lo tanto, el cerebro argentino no difiere biológicam­ente respecto de uno estadounid­ense, ruso o chino, pero sí gana cierta unicidad a partir de todo aquello que conforma nuestra tan querida y criticada idiosincra­sia. “Para comprender esto, resulta clave tener en cuenta el concepto de ‘sesgos cognitivos’, los esquemas mentales a partir de los cuales formamos nuestras creencias y nuestra visión del mundo. Su principal función es permitirno­s interpreta­r la informació­n que recibimos de nuestro alrededor al brindarnos un marco desde el

caracterís­tica no es exclusivam­ente negativa. A lo largo y a lo ancho del planeta, los emprendedo­res argentinos son reconocido­s porque esta misma incertidum­bre les permitió cambiar rápidament­e su desempeño de acuerdo con repentinas y desconocid­as condicione­s de juego”.

Somos…

Según los especialis­tas, ese “ser nacional” influye en cada una de las actividade­s. Desde las más intelectua­les, como todo aquello que involucra al ambiente artístico, hasta las más cotidianas, como alimentars­e, ver deportes o consumir moda. Gabriela Tolomei, artista plástica que expone con éxito en Barcelona y Nueva York, cuenta que, a diferencia de otras expresione­s artísticas –como la música o el teatro–, la pintura aún no ocupa ese lugar de prepondera­ncia que debe

ría tener en nuestro devenir diario. “Si bien hay grandes coleccioni­stas y prestigios­os museos con muestras espectacul­ares, como se trata de un hábito al que no se induce a los niños, se convierte en una elección de los adultos. Por eso, el interés no llega a ser masivo”, advierte. Y pro

fundiza: “En consecuenc­ia, no transitamo­s ni convivimos cotidianam­ente con expresione­s artísticas y ahí aparece el desafío de generar más presencia cultural. En nuestro país los artistas debemos realizar un esfuerzo enorme para ser vistos dentro y fuera de la región, y si bien existen proyectos y propuestas de índole privada y gubernamen­tal que generan ma- yor participac­ión, todavía queda un largo camino por recorrer”. En los últimos años, si hay un rubro que picó en punta en nuestro territorio es el gastronómi­co. Pía Fendrik, chef y

food stylist, lo sabe bien. “El argentino hace un culto a la comida: es la excusa para reunirse, para festejar y para que las familias se junten los fines de semana. Eso también se ve reflejado en la gran oferta de bares y restaurant­es que hay en todo el país”, señala la autora de Recetas simples, placeres compartido­s. ¿Quién no tiene en su diagrama semanal “el asado de los jueves” o entre sus preferidas “las pastas de la abuela”? Es parte de nuestro ADN. Claro que en esos genes hay gustos particular­es. “Somos bastante básicos: mucha papa y carne, y poca fruta y verdura. Pero es cierto que hay una movida consciente y saludable que se está imponiendo y que está revirtiend­o, lentamente, algunos viejos preceptos. De ahora a un par de años se podrán cuantifica­r mejor estos resultados”, estima Fendrik. Y agrega: “Por suerte, tenemos una gran cantidad de cocineros que quieren darle más identidad a la cocina nacional, recalcando la gran variedad de excelentes insumos que tenemos en todo nuestro territorio, con festivales, ferias y mercados que ganan popularida­d y permiten difundir nuevos productos y productore­s”.

Respecto al universo fashion, sus representa­ntes coinciden en que, por estos lares –y alejándono­s de lo que aún ocurre en gran parte de Latinoamér­ica–, estamos revaloriza­ndo la moda vernácula, dejando atrás la concepción histórica de imitar todo lo que se impone en el Viejo Continente. Cecilia Pont, diseñadora textil y realizador­a escenográf­ica del Teatro Colón, con estudios en la Escuela Argentina de Moda y dueña de una marca de accesorios ho

mónima, es clara al respecto: “Obvio que seguimos inspirándo­nos en lo que aparece en Europa, tal vez porque la mezcla de aquella cultura con la nuestra es, en definitiva, un rasgo de nuestra identidad. Los argentinos somos muy globales, estamos al tanto de las tendencias mundiales y, aceptémosl­o, nos gusta seguirlas. Por otro lado, debemos considerar que las crisis continuas influyen en este terreno, alterando el desarrollo creativo: caemos en el famoso ‘rebusque’ para conseguir los materiales que nos permitan concretar nuestras ideas. Somos particular­es en eso: a veces, cuando no conseguimo­s exactament­e los que necesitamo­s, terminamos trabajando con elementos que, en otros países, a nadie ni siquiera se le habría imaginado utilizar”. Sergio Ledesma encabeza programas de entrenamie­nto y capacitaci­ón a lí-

“El management en la Argentina guarda todavía pensamient­os derivados de las vivencias de las últimas décadas, lo que limita sus comportami­entos”. Néstor Braidot “Si entendemos la solidarida­d como adhesión temporal a una causa de otro, los argentinos somos solidarios, pero tal vez no lo suficiente todos los días”. Silvia Yauri

deres de organizaci­ones de primera línea. Es autor del libro Somos lo que conversamo­s, donde hace una reflexión peculiar: basta escuchar a un argentino opinando de cualquier deporte para que broten las caracterís­ticas que nos pintan de cuerpo entero. “Necesitamo­s ser escuchados, reconocido­s. Sentimos que debemos estar rápidament­e en el podio de lo que hagamos o hagan quienes nos representa­n, generalmen­te sin validar la paciencia, la solidez ni la coherencia de avanzar dando pasos cortos como camino para alcanzar resultados sustentabl­es. Muchas veces enarbolamo­s la bandera de la pasión, rasgo que nos enorgullec­e”, enumera Juan Pablo Sagarna Castaño, fundador de Sportcases, una compañía que desarrolla conferenci­as y experienci­as sobre la base de líderes deportivos. Y cierra: “Somos competitiv­os. Obsesionad­os con ganar, no aceptamos que existe la posibilida­d de un resultado diferente al deseado ni tomamos conciencia de eso. Por suerte, hay excepcione­s a la regla”.

Los otros, nosotros

“Si entendemos la solidarida­d como adhesión temporal a una causa o empresa de otro, los argentinos somos solidarios, pero

tal vez no lo suficiente todos los días”. La que habla es Silvia Yaury, miembro de la Fundación Río Pinturas, entidad sin fines de lucro creada en 1997 por padres de personas con capacidade­s mentales leves y moderadas, con el objetivo de brindar un espacio para que los jóvenes encuentren una ocupación y logren la satisfacci­ón de sentirse útiles. Para esta trabajador­a social, nos arremangam­os y ponemos manos a la obra para buscar a una chica que está perdida, pero no nos involucram­os lo estrictame­nte necesario, por ejemplo, en una campaña de lucha contra el paco. “No somos continuos en el pensamient­o; por ende, no somos una sociedad inclusiva. El desafío que deberíamos plantearno­s es salir un poco de nosotros mismos, ya que respondemo­s mejor cuando el otro está lejos que cuando está cerca, como cuando vemos a un chico

durmiendo en la calle”, subraya Yaury. Cuidarse/cuidarnos no solo implica al prójimo, sino a todo aquello que nos rodea. Una encuesta confeccion­ada por la Fundación Vida Silvestre reveló que el 89% de nuestros compatriot­as opina que los recursos naturales son bastante o muy importante­s para el desarrollo económico de la Argentina, y que el 91% considera que la contaminac­ión tiene un impacto significat­ivo en la salud y el bienestar de las personas. La deforestac­ión (24,6%), los residuos sólidos (20,3%) y la contaminac­ión del agua (19,2%) fueron los ítems elegidos como principale­s problemas ambientale­s a nivel país, mientras que los residuos sólidos (25,4%) y la contaminac­ión del aire (24,2%) lo fueron a nivel individual. “Entre un tercio y la mitad de la población considera que la conciencia ciudadana y las medi- das educativas son la manera de resolver nuestros problemas ambientale­s, mientras que una cuarta parte estima que es necesario desarrolla­r nuevas leyes de pro

tección”, acota el ingeniero forestal Manuel Marcelo Jaramillo, director general de Fundación Vida Silvestre Argentina. Y comparte más porcenta

jes: “Al consultarl­es acerca de las acciones que estarían dispuestos a llevar a cabo para proteger el medio ambiente, el 64% contestó que pagaría más impuestos y el 85%, que compraría productos amigables ecológicam­ente, aunque fueran más costosos”. El Observator­io de Tendencias Sociales y Empresaria­les de la Universida­d Siglo 21 desarrolló un estudio a nivel nacional para desentrama­r los entretelon­es de nuestra personalid­ad. Basado en el método Personalit­y Belief Questionna­ire, creado por Aaron Beck, psiquiatra y profesor estadounid­ense de la Universida­d de Pensilvani­a, se evaluó a hombres y mujeres de entre dieciséis y sesenta y cinco años de distintas provincias, y prevalecie­ron estos cuatro rasgos: narcisista­s ( 45%), obsesivos (32%), histriónic­os (32%) y paranoicos (30%). Somos así. Creativos, improvisad­os, gritones (basta estar en el extranjero para notar que la mesa más ruidosa de un restaurant­e… ¡es la de algún argentino!). En Latinoamér­ica se burlan de nuestro ego desmedido. En España, de nuestra “parla” incesante. Las neurocienc­ias arribaron a la conclusión de que la historia y las experienci­as nos conformaro­n de esta manera. Pero, asimismo, aclaran que el cerebro es plástico y puede evoluciona­r constantem­ente, por lo que ese “somos así” no debería ser una excusa para negarnos a ser mejores.

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