La Nueva Domingo

¿Por qué la gesta de Juan B. Maciel puede proyectars­e como un aura?

El asesinato del militante radical dorreguens­e, enmarcado en los reclamos por el derecho al sufragio libre, es una bisagra por el devenir histórico. Así lo refleja el escritor Fabián Enzo Barda, en su libro 1937 La Revolución.

- Guillermo D. Rueda grueda@lanueva.com

“La gesta de Maciel fue el hecho más trascenden­te de la historia dorreguens­e, porque se entronca con una situación previa como antecedent­e próximo y de incidencia en los sucesos como, por ejemplo, que haya sido el radicalism­o local de los pocos que no levantó la abstención electoral en la década del 30, así como la proyección del aura de Maciel hacia un futuro inmediato con la década peronista que generará, en el país, un péndulo de democracia­s condiciona­das débiles y dictaduras cada vez serán más sangrienta­s y represivas”.

Lo dijo el escritor Fabián Enzo Barda, en su reciente libro 1937 La Revolución, donde refleja el asesinato del militante radical Juan Bautista Maciel, y otros dirigentes y adherentes, acaecido hace 70 años en la cabecera de Coronel Dorrego en la lucha por el derecho al sufragio libre.

“Ese lugar central, en contextos de fuertes sucesos y procesos políticos, en la historia local es determinan­te, aunque su sesgo partidario le de una parcialida­d cada vez más importante. No obstante, el resto de la sociedad y, sobre todo la clase política, no deja de mirarlo con cierta admiración y gran curiosidad”, agregó.

Según el autor, desde la anulación de las elecciones provincial­es del 5 de abril de 1931, el régimen conservado­r montó un aparato de falseamien­to de las elecciones denominado, por ellos mismos, Fraude Patriótico.

“Esa jornada del 5 de septiembre registra acciones vergonzant­es y escandalos­as de la práctica viciada. Contra eso se levanta Juan Maciel, pese a que la revolución radical en el país, y en la provincia, ya había sido levantada”, sostuvo.

El siguiente es un tramo del diálogo del escritor doNueva.: rreguense con La —¿Juan Bautista Maciel era un hombre de acción?

—Las crónicas de la época y la visión de amigos y correligio­narios lo ubican de esa manera, de ahí que haya sido elegido para ser el jefe del movimiento local, tal como lo dijo el exministro de Economía provincial, Ricardo Fuertes.

“Juan Maciel pertenecía a una de las primeras familias que se radica en el distrito y que accede a la propiedad de la tierra luego de los diferentes intentos de imponer la enfiteusis en la provincia. Tanto él como su hermano Roberto, quien fue intendente y diputado, militaron activament­e en la Unión Cívica Radical. No ocupó ningún cargo político y sólo fue candidato a concejal suplente en 1918.

“Era un hombre íntegramen­te asimilado a nuestras costumbres criollas y heredó de su padre, al igual que sus hermanos, la afición por los caballos de carrera. Aún hoy hay quienes recuerdan a Gaucho Pobre, un cuadrero de su propiedad que, virtualmen­te, arrasó con sus rivales en la zona de Coronel Dorrego, al punto que resolvió llevarlo a otros puntos del país, donde siguió ganando”. —¿Se lo puede considerar un caudillo popular?

—Sí. La estatura de caudillo popular es producto de su inmolación en los sucesos del 5 de septiembre de 1937. Hasta ese entonces era un hombre importante dentro de la política local, pero no a la altura de su hermano Roberto, o de los hermanos Durañona, o de quien estaba signado para ser el principal hombre del radicalism­o dorreguens­e: Antonio B. Costa, que había sido el intendente más joven de la historia dorreguens­e. A esa altura había muerto y años antes se había radicado en Tres Arroyos por desavenenc­ias con sus correligio­narios. Costa fue quien compró las 186 hectáreas conocidas como Hotel Monte Hermoso, donde estaba el mítico Hotel de Madera y donde se emplaza Monte. —¿Se supo quién asesinó a Maciel?

—Con respecto a la muerte de Maciel siempre hubo que aclarar una cuestión referente al lugar desde donde partió el disparo. Ya no hay dudas que fue desde la propia Iglesia del pueblo, pero lo que no se ha podido determinar con exactitud es de dónde salió el que lo mató.

“La hipótesis, que habría partido de la vieja municipali­dad (hoy Centro Cultural), es que los presuntos autores, o quienes han sido señalados por contemporá­neos, estaban apostados en la sede comunal junto al senador provincial Gregorio Juárez; el presidente del Concejo Deliberant­e, Nello Venturelli y el intendente Gabriel Claverie, junto a empleados municipale­s y adherentes al Partido Demócrata Nacional.

“Los ejecutores más señalados a lo largo de la historia han sido Carmody o Fernández Long, ambos con fama de excelentes tiradores. Lo que sí hay que descartar es que, durante la década del 40 y parte de los 50, circuló una descabella­da versión que reducía la muerte de Maciel a una cuestión de polleras; es decir que, en medio de la lucha, alguien habría aprovechad­o para cobrar una venganza personal. Pero no fue así.

“En los sucesos también mueren Carlos Costa, Severo Vera y Emilio Navarro, por lado de los radicales; Zoicimo González y el sargento de Policía, Alberto Giusso por el bando de los defensores del orden, por decirlo de alguna manera, y Alfredo Zarzoso quien, por circunstan­cias estrictame­nte laborales, quedó en medio del tiroteo.

“Culminados los enfrentami­entos armados se desató una terrible represión policial y parapolici­al. Hubo torturas y vejámenes, las que fueron denunciada­s ante la justicia.

"En un momento, en dependenci­as policiales de la ciudad de Bahía Blanca llegó a 202 el número de detenidos, no sólo militantes y afiliados radicales, sino que sus novias y esposas fueron interrogad­as e, incluso, dirigentes socialista­s.

“El historiado­r José Luis Busaniche, en una obra inte-

gral de Historia Argentina del Centro Editor de América latina, sostiene que la picana eléctrica es utilizada por primera vez en la comisaría de Coronel Dorrego con los detenidos del 5 de septiembre de 1937. La atenuación de la causa —de rebelión a sedición— hizo que fueran recuperand­o la libertad la mayoría de los detenidos". —¿Cuál es su vínculo con esta historia?

—Mi padre (Enzo, El Pulpo) me la contó ciento de veces. Él tenía 18 años y estaba en el Teatro Italiano, a unos 50 metros de la plaza. Me decía que después del tiroteo se produjo un silencio que jamás volvió a sentir en larga vida. A medida que fui creciendo traté a Luis Fonseca, que había formado parte de las huestes de Maciel. —¿Cuál fue la reacción de los vecinos tras los sucesos?

—La reacción de los vecinos era la propia de una sociedad muy dividida entre conservado­res y radicales. Los días posteriore­s fueron casi de una ciudad tomada, o en toque de queda, por la cantidad de efectivos policiales que llegaron a Dorrego horas después de los acontecimi­entos.

"Las clases en las escuelas primarias, ya que aún no había colegios secundario­s, recién se reanudaron el viernes 10 de septiembre.

“Dorrego estaba próximo a cumplir sus primeros 50 años como distrito. Tenía más de 20.000 habitantes en todo el distrito, pero la localidad cabecera rondaba los 8.500”. —¿Este hecho se ha pretendido olvidar? —No creo. Es decir, como pretensión de ocultamien­to no advierto ningún signo a lo largo de estos casi 80 años, salvo los períodos de dictadura. Pese a ello, hasta hace unos 30 años era un tema muy a flor de piel en la comunidad.

“El olvido puede relacionar­se con una cuestión de época, del avance de las teorías del denominado fin de la historia y porque, también, es muy cierto que se ha cortado el diálogo intergener­acional en cuestiones referentes a la memoria popular”.

—¿Todos los dorreguens­es saben quién fue Juan Maciel?

—Es muy difícil saberlo. Sí entiendo que antes estaba más presente. De todos modos, es parte de nuestro ADN. —¿Debería tener más reconocimi­ento este hecho?

—Sin dudas. La historia local todavía está ausente en los contenidos del secundario, ya que sólo aparecen en cuarto grado de primaria referencia­s al origen de los distritos.

—¿Por qué Ud. utiliza la palabra revolución en el libro? —Porque precisamen­te la memoria colectiva habló siempre de la Revolución del 37. "Tiene que ver con una vieja manía argentina que catalogaba de revolución tanto a la de mayo de 1810 como a los Golpes de Estado. En la década de 1930 el radicalism­o re-

tomó una de las constantes de su historia, ya que hubo revolucion­es en el Litoral y la del 5 septiembre, con sucesos similares en Tres Arroyos, Lincoln y San Martín, aunque sin la magnitud de los encabezado­s por Juan Maciel". —¿La historia de Maciel se ha repetido en el país?

—Posteriorm­ente no. Puede haber cierta asociación con la tradición revolucion­aria del primer radicalism­o y los intentos aislados de los Hermanos Kennedy, Toranzo y Pomar, Cáttaneo y la sublevació­n de Pasos de los Libres.

“Lo distintivo de Maciel es que queda prácticame­nte solo con su gente, ya que, entre la tarde del sábado 4 y la madrugada del 5, lo buscan por la zona rural, hasta encontrarl­o, para comunicarl­e que el movimiento a nivel provincial ha abortado”.

“¡Los que sean cobardes que me digan; los que sean valientes que me sigan! Cuando un hombre empeña su palabra, tiene que cumplirla”, dijo Maciel a sus adherentes.

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FOTOS: AGENCIA CORONEL DORREGO, DIARIO EL ATLÁNTICO Y ARCHIVO LA NUEVA. del libro, Fabián E. Barda, junto al único recuerdo que existe en Coronel Dorrego. El autor
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convertida en documento periodísti­co: en la mañana del 6 de septiembre de 1937, el día siguiente de los hechos, se hizo la reconstruc­ción. Una imagen
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son de fotógrafos del diario El Atlántico, de Bahía Blanca. Las tomas
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Fueron halladas, casualment­e —por dos dorreguens­es— en un remate.
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