Hay quienes nunca dejan de luchar por sus sueños.
Es el caso de Romina Russell, que siempre deseó ser escritora y lo logró pese a enfrentar sucesivos rechazos. Radicada en Los Ángeles, es la autora de la saga Zodíaco, un boom de la literatura juvenil.
Si alguien dice que los adolescentes ya no leen, ¡está
equivocado! ¡Eso no es verdad!”, afirma Romina Russell, la escritora argentina, autora de la exitosa saga Zodíaco, que tiene miles de seguidores en el planeta. Ella sabe de lo que habla: sus obras ( Zodíaco, Estrella errante, Luna negra y Thirteen Rising –aún no editado por estos lares–) fueron traducidas a diez idiomas, y se convirtieron en un boom dentro de la literatura YA (Young Adults), un género que no para de crecer. “Hoy los adolescentes son fans de los autores. ¡Aman a los escri
tores como si fueran actores! Para mí, esa es la mejor parte”, asegura quien, a los cinco años, dejó Buenos Aires y emigró a los Estados Unidos –junto a sus padres y su hermana– en busca de nuevas oportunidades. “Asistí a clases especiales para aprender el idioma, me sentí fuera de lugar y hasta me costó muchísimo hacer amigos”, recuerda veintisiete años después.
–Se supone que los chicos se adaptan rápido a los cambios, pero no fue así en tu caso.
–Para nada. Cambiar de país fue una transición muy dura. Incluso, me volví un poco muda porque no sabía bien el idioma, y yo, que soy de Virgo y superperfeccionista, me estresaba. Si no me salía impecable, prefería no hablar. Imaginar a Romina sin emitir palabra parece una ilusión. Durante toda la entrevista conversará de manera extrovertida, en un castellano casi perfecto. De hecho, en nuestro idioma escribió su primer poema: tenía nueve años, y tanto le gustó a su maestra que lo presentó en una competencia y ganó. “A partir de entonces, comencé a escribir de todo. Ya no sentía que no tenía nada para ofrecer. Escribir me ayudó a afianzar el inglés, y despertó mi vocación de escritora. No sé como lo habré externalizado a esa edad, pero se dio así”, admite.
–¿Estudiaste periodismo?
–Sí. Edité el periódico de mi secundaria y fui pasante del diario Miami Herald. Cuando estudiaba en Harvard, escribía una columna sobre mis vivencias como estudiante uni-
versitaria. En aquella época, J. K. Rowling publicó el quinto libro de la saga de Harry Potter, pero a mí nunca me había llamado la atención… hasta que un día la leí. ¡Me cambió la vida! ¡Yo quería vivir en su mundo! Así que me di cuenta de que tenía que crear mi propio universo.
–¿Te interesaba la astrología antes de Zodíaco?
–Para nada; ni conocía todos los signos. Es que, más que como ciencia ficción, los veo como libros sociológicos. Mis personajes reflejan las características reales de las personas, según su signo astrológico y la forma en que cada uno de ellos fundaría su propio mundo. Antes de empezar, investigué hasta tener una especie de Biblia con todos los detalles de cada uno de los treinta y cuatro planetas habitables del libro. Cuando comencé a escribir la saga, ya no podía parar. El primer título lo terminé en cinco semanas.
–¿O sea que los lectores pueden sentirse identificados con tus personajes, según su signo?
–Sí, aunque, en realidad, muchas veces no nos vemos tal como somos, sino como quisiéramos ser. Yo, por ejemplo, no me siento para nada identificada con Rhoma Grace, la protagonista de la saga. Somos totalmente distintas. Lo único que tenemos de parecidas es el cabello y que a las dos nos gusta tocar la batería.
Persevera y triunfarás
Ubicar a Zodíaco en la batea de los libros más vendidos no fue fácil: antes de publicar su primera obra, a Romina ya la habían rechazado cinco veces. A pesar de eso, nunca desistió de su afán por ser escritora. Mientras tanto, trabajaba en una compañía de cine, en Los Ángeles, editando trailers de películas. La negativa de las editoriales y un trabajo que no era el ideal la hicieron caer en una gran depresión, que la mantuvo sin escribir durante dos años. Fue un exnovio (Russell) quien la motivó para que no bajara los brazos: “Me dijo ‘Así no sos feliz. El plan A de tu vida es ser escritora, pero cada día vivís el plan B. ¿Cuándo vas a decidirte a cumplir tu deseo? Olvidate del dinero para pagar el alquiler, olvidate de tu trabajo; yo me hago cargo’. Así pude dedicarme cien por ciento a escribir, y, a los pocos meses, firmé contrato con la editorial de Zodíaco. Por eso, siempre recomiendo a los jóvenes que nunca se dejen llevar por los ‘no’. El ‘sí’ también puede llegar… ¡Aunque tarde años!”.
–Tu apellido es Garber, pero lo reemplazaste por el nombre de tu exnovio. ¿Por qué?
–Ni más ni menos que por agradecimiento. Él también merecía formar parte de Zodíaco, más allá de lo que pasara entre nosotros. Nuestra relación de pareja terminó hace un par de años, pero hoy es mi mejor amigo.
–¿Siempre sos tan agradecida?
–Sí, hay que celebrar las cosas lindas de la vida y dar gracias. Es lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos. Apreciar a la gente que nos apoya, ya que siempre nos pueden ayudar a encontrar la luz.
–Tu mamá te acompaña en las giras promocionales. ¿Qué piensa sobre tu reconocimiento como escritora?
–Al principio no paraba de preguntarme si iba a volver a tener un trabajo “de verdad”. Y yo le contestaba: “¿Me estás cargando? ¡Soy una escritora, no estoy jugando a las muñecas!”. Por suerte, ahora no solo lo entiende y lo respeta, sino que está muy feliz con mis logros.
–Más allá de los números fríos de las ventas, ¿cuándo empezaste a notar el éxito de tus libros?
–Cuando comenzaron a traducirse y me llegaban mensajes desde países como Alemania, Francia o Vietnam. Pensé: “¡Guau! Me está leyendo gente cuyo idioma ni siquiera entiendo”. Sin embargo, sentía que todos estábamos unidos por Zodíaco. Eso fue un shock.
Otro de los grandes momentos en los que confirmó su notoriedad fue cuando asistió a la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires para presentar la segunda entrega de
la saga. “Estrella errante se había editado hacía poco y yo pensaba que nadie me conocía. Pero había cuatrocientas personas esperándome para que les firmara no solo mi nuevo libro, sino también el primero. Eso fue realmente asombroso; no lo podía creer”, evoca. Y confiesa que el contacto con sus lectores
funciona como un bálsamo: “Hace un par de años hice una gira por varios colegios de Los Ángeles, donde estudia un número considerable de inmigrantes mexicanos. Cuando conté mi historia, y lo mucho que me había costado aprender el idioma, los chicos me aplaudieron automáticamente. Al final, todos se quedaron conversando conmigo, ya que nunca habían conocido a una autora que hablara español. Estaba conmovida, aguantándome las lagrimas para no llorar, tratando de comportarme como una adulta”.
–¿Desde un principio escribiste para adolescentes?
–Sí, para mí la literatura juvenil es la más interesante porque es la única definida por el lector. Al escribir, tenés que pensar en ellos porque después te dan una devolución. En otros países, los encuentros con mis seguidores son más académicos y distantes, pero en la Argentina, por el contrario, siento que me llevan en el alma, y así me lo demuestran con cada uno de sus mensajes, regalitos o las larguísimas cartas que me mandan.
–Las nuevas tecnologías reconfiguraron el ambiente literario. ¿Cómo es tu relación con los booktubers, los books
tagrammers y los blogueros?
–Su presencia es muy importante porque son el puente entre el escritor y la nueva generación de lectores. Cuando yo era adolescente, leía libros en el colegio y la maestra me ayudaba a analizarlos. Pero hoy los chicos también leen mucho fuera de clase, en su tiempo libre. Entonces, ¿con quiénes conversan sobre lo que están leyendo? Con esta nueva comunidad, críticos literarios de las redes sociales, que, además, son sus pares.
–¿Qué sigue después de Zodíaco?
–No lo sé, como tampoco cómo seguirá mi vida. Por lo menos, encontré mi camino, y si me tengo que casar con la literatura juvenil, lo voy a hacer. Pero más allá de todo, yo soy la autora de mi propio destino.
–¿Qué mensaje deja tu obra a los jóvenes?
–El poder de Rho, la héroe de Zodíaco, no es violento. No maneja armas ni magia. Solo tiene su honestidad a través de su voz, igual que todos nosotros. Ella jamás miente: mientras siga diciendo la verdad, nunca perderá el rumbo. Eso es muy importante para mí, y lo que quiero resaltar, porque todos podemos hacerlo. Por eso, durante mis charlas pongo énfasis en que, si todos nos comprometiéramos a mejorar algo que está mal, o a denunciarlo, pero a nunca quedarnos callados, ¡cómo cambiaríamos el mundo!