La Nueva Domingo

Bonifacio, el lugar donde las napas están al nivel del piso

Grandes lagunas rodean las casas, ocupan el cementerio y amenazan el hospital. Así se vive en un lugar donde las napas están casi al nivel del piso.

- Juan Ignacio Schwerdt jschwerdt@lanueva.com Hernán Guercio hguercio@lanueva.com

Con lagunas cercando las viviendas, ocupando el cementerio y amenazando el hospital, la localidad del distrito de Guaminí se va despobland­o sin que, por ahora, haya soluciones para revertir este terrible fenómeno de inundacion­es en el norte del sudoeste de la provincia de Buenos Aires.

Diego Achabal vive en Bonifacio, un tranquilo pueblo de Guaminí ubicado a pocos metros -ya no kilómetros- de la laguna Alsina. Hace unos días tuvo la ocurrencia de filmarse en la cocina de su casa, desayunand­o con los pies metidos en el agua que brotaba del piso, y luego envió el video a algunos amigos. Las imágenes se viralizaro­n.

Queriendo o no, en pocas horas este comerciant­e de 38 años logró hacer visible el drama que está viviendo esta población de 2.500 habitantes, jaqueada por una inundación que ya afectó a más de 259 mil hectáreas y sigue avanzando.

El promedio histórico de lluvias de Guaminí ronda los 800 milímetros, pero en lo que va del año ya cayeron 1.300. Esta situación inusual, más el aporte de agua provenient­e de una amplia cuen- ca, ha elevado a niveles críticos el sistema de lagunas Las Encadenada­s del Oeste.

El espejo de agua más comprometi­do es Alsina, que está a centímetro­s de su pico histórico de 110,83 metros sobre el nivel del mar. Según los habitantes de Bonifacio, esto es lo que no deja que las napas drenen como deberían.

“Paró de llover el domingo 10 y el agua sigue saliendo del piso. Son las napas que suben. No seca nunca”, cuenta Nueva.” a “La Achábal, entre resignado y angustiado.

Su casa está cerca del Hospital Municipal, uno de los edificios más comprometi­dos por el avance del agua. Allí vive con su mujer Natalia y sus hijos Jimena y Leonardo.

“Hace nueve años que estamos acá y nunca vivimos algo así. Antes el agua drenaba, y ahora no”, dice.

El día en que se inundó la cocina y el living de su casa estuvo sacando agua por horas junto a su familia y amigos. Llegó a tener 5 centímetro­s de agua.

“El líquido entraba por el piso, el marco de la puerta, por todos lados”, recuerda.

El pozo ciego de su casa está a pocos metros de la cocina. A 15 días de aquella lluvia, el líquido aún está a 30 centímetro­s de la superficie.

“El día de la lluvia, en un momento nos pusimos a pensar si no estábamos sacando agua de lluvia mezclada con líquido del pozo. Al final nos terminamos agotando y nos fuimos a dormir. no dábamos más. A la mañana hice el video”, cuenta.

"Otros vecinos pasaron por lo mismo. No es algo de mi casa", aclara.

El problema de las napas altas pone en serio riesgo sanitario a Bonifacio, dado que el pueblo no tiene cloacas.

“Los desperdici­os de los pozos sépticos se encuentran casi al nivel del piso”, lamenta Ariel Borniego, referente en el Comité de Cuenca del distrito.

El vecino asegura que los análisis sobre la red de agua arrojan que “es potable”, aunque reconoce que hay preocupaci­ón por "posibles filtracion­es".

“Esto se va a solucionar cuando baje la cota de la laguna Alsina, que hoy está 3,5 metros sobre su nivel natural. La napa hoy no drena porque la laguna la oprime", asevera.

Según Borniego, el pueblo necesita "varias medidas ur- gentes". Una es la apertura de dos desagües para enviar el agua superficia­l a la laguna Alsina.

“También precisamos que cierren los canales clandestin­os que denunciamo­s semanas atrás. Son casi 40, y hacen que el agua de todos los campos de este y otros distritos lleguen en 48 horas a la laguna. Si no existieran el agua tardaría 15 días en llegar, y en el camino se evaporaría la mayor parte”, dice.

Borniego sostiene también que, si se colocara en el río Sauce Corto un tapón que cumpla su objetivo —el que está fue arrasado por la lluvia de hace 15 días y luego reconstrui­do—, se reduciría el agua que ingresa a la laguna.

La última medida —añade— es que la Provincia permita trasvasar agua de las lagunas de Guaminí (Alsina, Cochicó, Del Monte y Del Venado) a la de Adolfo Alsina (Epecuén).

“No queremos que se inunde Carhué —aclara—, sino que se alivie un poco la situación de nuestras lagunas. Que baje el nivel 50 a 60 centímetro­s aunque sea”.

Dice también que la crisis hídrica no se circunscri­be a Bonifacio, sino que también afecta a Casey, Casbas y Garré, entre otros pueblos.

"Todos estamos pasándola mal. Acá, por ejemplo, si no fuera por el alteo que se hizo, el hospital tendría agua adentro. El cementerio, en cambio, está inundado, y hasta de las uniones del asfalto sale agua. Es como estar viviendo arriba de una laguna”, asegura.

“Estamos en emergencia, y necesitamo­s que las autoridade­s empiecen a tomar decisiones. No queremos hacer medidas de fuerza ni tener

que cortar rutas”, agrega.

La crisis que viene

En Bonifacio y una amplia zona hay temor por la crisis que dejará el agua varios meses después de que se retire: la económica.

“Todas las comunidade­s de la cuenca vamos a sufrir mucho. De hecho, hoy ya estamos todos hundidos, porque no podemos hacer que nada sea viable en el campo”, confiesa el presidente de la Sociedad Rural de Guaminí y productor de Bonifacio, Juan “Johnny” Balfour.

Esta no es la primera inundación que sufre, sino la sexta. Y aunque la de 1985 lo dejó casi en la ruina, aseguraque esta es “de las peores”.

“No se pudo sembrar casi nada de fina; sólo un 10% de lo usual. Y la gruesa está casi perdida”, dice.

Balfour está parado en un camino rural, a unos 10 kilómetros del pueblo. El paisaje sólo permite divisar barro, campos copados por lagunas y algunos lotes inaccesibl­es donde deambulan animales.

El agua corre a ambos lados del camino. El piso está blando y en algunos lugares parece que uno estuviera caminando sobre un colchón. Todo es agua, arriba y abajo de la tierra.

Tanto en Bonifacio como en el resto del distrito sólo el 10% de los caminos rurales está en condicione­s aceptables de transitabi­lidad. Por eso cada vez más gente abandona el campo. Patrones y peones, sin distinción. Las escuelas, como los cascos de estancia y parajes, van quedando vacíos.

Los animales se llevan la peor parte, porque no hay pasto y ni forma de acercarles alimento.

“Hay campos donde las vacas han comenzado a morirse de hambre. Tampoco podemos largarlas a los lotes donde hay maíz sin cosechar —NdR: todavía queda un 80% de la gruesa sin levantar— porque se empantanar­ían y no podrían moverse. Se morirían paradas”, dice Balfour.

Los tambos también están en un momento crítico. El exceso de agua impide a los camiones llegar a los establecim­ientos, pero hay que seguir ordeñando a las vacas. La leche se tira. ¿Esperanza? Poca. Aún es temprano para cuantifica­r los daños, y los pronóstico­s indican que hasta febrero de 2018 caerán otros 600 milímetros.

"Para tener esperanza tendría que dejar de llover. Está difícil", dice Balfour, con las botas de goma embarradas.

 ??  ?? Los animales pastan y deambulan por los pocos lugares donde pueden hacer pie. Incluso en las zonas donde no se ven lagunas, las patas se les hunden varios centímetro­s.
Los animales pastan y deambulan por los pocos lugares donde pueden hacer pie. Incluso en las zonas donde no se ven lagunas, las patas se les hunden varios centímetro­s.
 ??  ?? El cementerio de Bonifacio, una de las zonas más anegadas. Hasta hace poco ni siquiera se podía llegar al predio.
El cementerio de Bonifacio, una de las zonas más anegadas. Hasta hace poco ni siquiera se podía llegar al predio.
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RODRIGO GARCÍA-LA NUEVA.
 ??  ?? La bomba ubicada en la zona norte evita que el hospital de Bonifacio se inunde.
La bomba ubicada en la zona norte evita que el hospital de Bonifacio se inunde.
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Diego Achabal, el vecino tristement­e famoso por desayunar con los pies en el agua.
 ??  ?? El acceso al balneario Alsina, cubierto por agua. La laguna complica las cosas en Bonifacio.
El acceso al balneario Alsina, cubierto por agua. La laguna complica las cosas en Bonifacio.
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Juan Balfour, presidente de la Sociedad Rural de Guaminí, describió un panorama crítico.

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