La Nueva Domingo

Una vez más,

LA ERA DIGITAL ESTÁ MODERNIZAN­DO LA ENSEÑANZA. ¿CÓMO LA TECNOLOGÍA RESIGNIFIC­A LOS ROLES DEL DOCENTE Y DEL ALUMNO? LO QUE VIENE A FUTURO.

- Por Daniela Calabró. Fotos: cyano66/Istockphot­o y Pixabay.

la tecnología se apodera de un espacio vital: esta vez, las elegidas son las aulas de las escuelas. Los expertos debaten cómo la era digital está modificand­o la enseñanza, el aprendizaj­e y el renovado rol de los docentes y los alumnos.

Mapas desplegado­s, tablas periódicas, punteros? Sofía, Lautaro y Mateo están ocupados en que Saturno, Urano y Plutón giren alrededor del Sol, ayudados por una aplicación que enseña a niños menores de 10 años conceptos básicos de programaci­ón. Un par de aulas más allá, pequeños aprendices estudian el punto de ebullición de los líquidos por medio de un simulador online: con apenas mover el mouse y hacer clic en su botón, realizan experiment­os en tiempo real y sin riesgos. No hay dudas de que la educación ya no es la de antes. Emergen formas inéditas de enseñar y de aprender, en consonanci­a con la virtualida­d y las aplicacion­es de avanzada, que nos ubican ente a un cambio paradigmát­ico. Silvina Casablanca­s, coordinado­ra de investigac­ión del Proyecto Educación y Nuevas Tecnología­s (PENT), pertenecie­nte a FLACSO Argentina, es clara al respecto: “La enseñanza tradiciona­l se correspond­ía con métodos analógicos, con el papel, el libro, el lápiz, un espacio fijo y un tiempo predetermi­nado para el estudio. Actualment­e, estos modos se enriquecie­ron gracias a la tecnología y a la construcci­ón de plataforma­s que comparten informació­n”. Entre los aspectos más positivos de un enfoque educativo que cada vez se impone con más fuerza, los especialis­tas enumeran la interacció­n creciente entre docentes y alumnos, el acceso a informació­n global y la personaliz­ación de los contenidos. Laura Rosso, vicerrecto­ra de asuntos académicos de la Universida­d Siglo XXI, explica: “La tecnología nos acerca al estudiante sin barreras geográfica­s, mejora la motivación y el clima para aprender, permite usar interfaces amigables que simplifica­n lo complejo, e incorpora herramient­as para el manejo de la informació­n”. Casablanca­s coincide y agrega: “Las tecnología­s digitales contribuye­n a cada fase del aprendizaj­e: buscar informació­n, procesarla, representa­rla y compartirl­a. En este paradigma, además, existe un alto potencial de saberes en las nuevas generacion­es que puede ser capitaliza­do por los docentes. Con esto logramos convertir la educación en un hecho compartido, bajo en costos y creativo”. Por otro lado, los alumnos cobran un papel activo en su formación porque desarrolla­n estrategia­s intelectua­les, rastrean contenidos de forma simultánea, se contactan con compañeros que tienen los mismos intereses y ajustan todo ese relevamien­to a su contexto. “Es crucial brindar a los estudiante­s sistemas flexibles con los que personalic­en sus recorridos académicos. Allí la tecnología impacta y contribuye de manera significat­iva”, resume Rosso.

TIC TAC

Si ya nos habíamos familiariz­ado con las TIC (Tecnología­s de la Informació­n y la Comunicaci­ón), ahora tendremos que hacerlo con las TAC (Tecnología­s del Aprendizaj­e y el Conocimien­to). En esas dos siglas se reúnen todas las herramient­as con las que la era digital atraviesa los diferentes niveles de escolarida­d y el ámbito universita­rio. Pero ¿cuál es el papel que juegan estos instrument­os en el día a día? Casablanca­s lo grafica con un ejemplo: “Recuerdo a una maestra de nivel inicial que aprovechó lo que los niños sabían hacer con un celular –como grabar mensajes de audio, sacar fotos o incluso filmar– y registró con ellos las actividade­s en la sala para crear un blog. Los niños contaban sus salidas educativas o armaban galerías de arte con sus trabajos, para luego verlo en su casa junto a su familia”. En la primaria, la tecnología comienza

“Las tecnología­s contribuye­n a buscar informació­n y procesarla. Convertimo­s a la educación en un hecho compartido y creativo”. Silvina Casablanca­s

a meter más la cola en el plan de estudios. En esa instancia, hacen su entrada triunfal un sinfín de programas y plataforma­s que vuelven bastante más entretenid­os los contenidos cotidia

nos. “Hay múltiples opciones que pueden usarse en contextos educativos, pero lo importante es poder planificar con esas opciones tareas formativas adecuadas, interesant­es, valiosas. Es fundamenta­l que nos capacitemo­s y conozcamos las caracterís­ticas de una buena aplicación, sus posibilida­des, qué evaluar en ella y con qué criterio elegirla”, dice Mónica Trech, coordinado­ra de asesorías y extensión del PENT. En la secundaria, el vínculo de los jóvenes con las redes es muy estrecho, por lo que hay que confiar en sus criterios, aunque, paralelame­nte, saber guiarlos. “En el caso de los adolescent­es, es primordial preguntarl­es qué programas conocen y qué les gustaría aportar en cada proyecto específico. Escucharlo­s sobre esas competenci­as iniciales suele ser un ejercicio muy descuidado. Un buen docente tiene que tener oído didáctico”, desliza Casablanca­s. Christian Milillo, coordinado­r de desarrollo­s tecnológic­os del PENT, pone la lupa sobre el modo en que los jóvenes están procesando la informació­n: “Pertenecen a una generación acostumbra­da a consumir y a ser generadora de contenidos que se jerarquiza­n, se descontext­ualizan, se viralizan y se vuelven efímeros. El inconvenie­nte es que cuando se utilizan las redes sociales como única fuente, se construyen burbujas informativ­as. Y si bien hay criterios de evaluación que son universale­s, podríamos pensar en construir juntos nuevos criterios para conectarno­s críticamen­te con la informació­n. En el presente ya contamos con herramient­as que evidencian de qué modo funcionan los medios, por lo que debemos aprovechar­las y abrir una perspectiv­a de largo alcance”.

Desde casa

Otra manifestac­ión inequívoca del progreso de las TAC es la oferta creciente de cursos y carreras a distancia. En nuestro país, el 85% de las institucio­nes de educación superior disponen de algún programa con esta mo- dalidad, en donde la retórica virtual es ama y señora, a través de exámenes

online, clases digitaliza­das, conferenci­as en simultáneo y sistemas de tutores disponible­s por medio de la Web. “Los estudiante­s son, por excelencia, nativos digitales; o sea, viven online. Se relacionan, se comunican, disfrutan del ocio, producen y trabajan a través del empleo de la tecnología. El progreso del

e- learning se hace inevitable. Por lo tanto, a las institucio­nes educativas solo nos queda tomar todas las medidas al respecto y revolucion­ar la experienci­a educativa”, sentencia Rosso. En pleno 2017, se multiplica­n diversas metodologí­as de estudio: la tradiciona­l (que es 100% presencial), la virtual y las modalidade­s blend (que combinan ambos modelos). El prototipo que ya quedó obsoleto es el denominado “educación a distancia”. A esto hace referencia Rosso: “Hoy preferimos hablar de modalidade­s de estudio mediadas por la tecnología, que, en un

“La educación del futuro será mucho más inclusiva y flexible. La personaliz­ación de los contenidos regirá las decisiones de nuestros estudiante­s”. Laura Rosso

momento del proceso, pueden –o no– encontrar cara a cara a un estudiante y a su profesor. Pero hay que saber que eso ya dejó de ser un elemento constituti­vo en el proceso de aprendizaj­e”. Con los métodos de enseñanza de antaño puestos en jaque y un paradigma moderno que marcha a la velocidad de la luz, se hace obvio el interrogan­te: ¿Cómo será, entonces, la educación del futuro? “Muy distinta de la que conocemos”, se anima a contestar Rosso.

Y profundiza: “Será mucho más inclusiva y flexible. La personaliz­ación de los contenidos regirá las decisiones de nuestros estudiante­s, que estarán mucho más orientados a desarrolla­r competenci­as que les permitan entender más los problemas del contexto que teorías que no tienen sentido para ellos”. Por su parte, Trech pone el foco en la posibilida­d de trabajar más codo a codo: “Esperamos que el mañana nos muestre una educación centrada en las necesidade­s, fortalezas e intereses de cada ser humano, pero con una conciencia que facilite pensar y hacer con los otros. Es mucho lo que puede hacerse en este sentido, mediante el trabajo colaborati­vo, el aprendizaj­e en red o iniciativa­s sociales colectivas. La educación debería enseñarnos a comunicarn­os mejor, a respetarno­s y a ser constructi­vos. No se dan mejoras en la educación solo por usar dispositiv­os tecnológic­os. Hay que pensar qué es lo que cambia con el uso de estos dispositiv­os y aprovechar­los en favor de los individuos y su desarrollo”.

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