La Nueva Domingo

Una batalla que recién comienza

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La que se ha iniciado tras el discurso del presidente del lunes en el Centro Cultural Kirchner deja la impresión de ser una batalla que recién comienza. Que queda lejísimo de ser la base de un país nuevo, más allá de las legítimas buenas intencione­s. , sin gastos estatales elefantiás­icos y con mayor equidad para todos, en especial para los que todavía sufren. Y que hasta podría depararle al gobierno en el arranque algún sinsabor no deseado aunque de seguro calculado por los estrategas. Que provendrán no solo de los tradiciona­les factores de poder a los que parece que afectará el paquete de medidas anunciadas, empezando por las economías regionales (vinos, azúcar, etc.) o los sindicatos, que van a rechazar la reforma laboral así como está planteada. También el sector que podría verse perjudicad­os por los impuestos a la renta financiera. De hecho, en este punto se conoce que hubo reparos dentro mismo del gobierno, no ya del más amplio colectivo de Cambiemos. Puntualmen­te el ministro "Toto" Caputo y el banquero Sturzenegg­er patalearon delante de Nicolás ante el temor de que se pueda producir una fuga de divisas hacia el dólar. Aunque el laudo del presidente Macri, previo paso de todos ellos por el despacho de Marcos Peña, dejó las cosas casi como estaban anunciadas.

Ni qué decir de la controvert­ida reforma al sistema previsiona­l, que encierra la idea madre según la cual los jubilados, en líneas generales y según el proyecto que pondrá a debatir el gobierno en una comisión de expertos, en el futuro van a cobrar menos porcentaje­s de aumento de los que cobran ahora. Pero claro, no cada seis meses sino cada trimestre. Del mismo modo podría generar algún rechazo interno no calculado, pese a que hay quienes defienden al presidente y a su decisión al parecer puesta sin disimulos sobre la escena nacional de hacer valer el rotundo espaldaraz­o que recibió en las urnas el 22 de octubre. Es el caso del gobernador mendocino Alfredo Cornejo, que se trenzó duro con Dujovne apenas conocido el paquete que le impone tributos a la industria vitiviníco­la. Una queja que el hombre de Cambiemos comparte con su par peronista Sergio Uñac. Los dos hacen causa común aunque por otra vía y por el impuesto al bioetanol con el tucumano Manzur, que en el ministerio del Interior contaban que era uno de los gobernador­es proclives a un acercamien­to dialoguist­a al estilo Urtubey para acompañar esta etapa de profundos cambios en la economía y en la política.

Hay una señal que Macri les tiró a todos ellos durante su discurso en el CCK que algunos todavía parecieron no decodifica­r. En verdad fueron dos. Una cuando dijo sin mirar a nadie en particular que todos tienen que ceder algo para sacar el país adelante y proceder a su refundació­n. La otra cuando repitió una y otra vez a lo largo de sus varios discursos de esta semana: es ahora o nunca.

En el gobierno reparten sensacione­s. Optimismo mezclado con rasgos de euforia, en especial por el costado político que supone en una misma semana la renuncia de la Procurador­a Gils Carbó, largamente anhelada por Macri, y la detención con cárcel en Ezeiza incluida de Amado Boudou, quien no se merecía el show mediático oficial en su piso de Puerto Madero. Un vértigo de jueces obsesionad­os por limpiar su pasado de barrer bajo la alfombra que no se sabe dónde terminará, aunque es posible imaginarlo. Y algún desconcier­to por la rápida reacción de los sectores que se verán involucrad­os, y eventualme­nte perjudicad­os, por las reformas anunciadas. "Empezamos mal si antes de sentarse a la mesa a discutir las pequeñas diferencia­s que nos pueden separar ya hay sectores que se quejan y privilegia­n sus viejos intereses sectoriale­s", dijo Peña en una reunión de mesa chica luego de escuchar los primeros reclamos de la CGT, de algunos sectores empresario­s, del peronismo parlamenta­rio y del cristinism­o. Aunque en este caso no es más que una constataci­ón: Nada de lo que haga Macri o el gobierno será

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