Un estudio proyecta las características que tendrá Bahía en 2050
POBLACIÓN Y DESARROLLO A MEDIADOS DE SIGLO
Especialistas de la consultora IDOM realizaron un detallado informe para saber cómo será nuestra ciudad dentro de 33 años. El dato más llamativo es que Bahía Blanca no se convertirá en un conglomerado como Rosario, Córdoba o localidades del conurbano bonaerense. Se estima que de los 307.000 habitantes actuales se pasará a 315.000 en 2030 y ape- nas 323.000 en 2050. Además, el estudio propone la creación de planes de vivienda y de políticas de movilidad de suelos que permitan aprovechar las 737 hectáreas que hoy están ociosas. Otra de las sugerencias de IDOM es la creación 9 centros comerciales en diferentes zonas, unidos por un rediseño de los recorrios del transporte público.
Imaginar cómo será Bahía Blanca dentro de 33 años puede resultar una tarea difícil de emprender. Y mucho más teniendo en cuenta que los sucesivos gobiernos deben pasar la mayor parte del tiempo haciendo frente a las urgencias del día a día.
Sin embargo, especialistas de la consultora IDOM, contratada por la Dirección Nacional de Preinversión Municipal (DINAPREM) dependiente del Ministerio del Interior de la Nación, realizaron un estudio para saber cómo será Bahía Blanca en 2050 y plantearon diferentes posibilidades.
Seguir creciendo de manera descontrolada como sucedió en la última década o apelar a una intervención del Estado Municipal para corregir imperfecciones en el planeamiento urbano y darle una mejor calidad de vida a los bahienses del futuro. Ese es el dilema.
Y si bien el informe no responde si los baches seguirán siendo un problema o si habrá 6.000 o más calles de tierra como ocurre en la actualidad, aporta varias aristas que permiten imaginar a la Bahía de mediados de siglo XXI.
El dato más llamativo (y alivio para muchos) es que Bahía no se convertirá en un conglomerado como Rosario, Córdoba o localidades del Conurbano Bonaerense. IDOM estima que de 307 mil habitantes actuales pasará a ser una ciudad con 315 mil personas en 2030 y apenas 323 mil en 2050.
De acuerdo con esas cifras, habrá apenas 16.000 personas más en los próximos 33 años, lo que arroja un crecimiento promedio de casi 500 nuevos bahienses por año.
Para entonces, se estima que Argentina llegará a los 54 millones de habitantes y la Provincia de Buenos Aires, a los 21 millones.
La cantidad de gente que vivirá en nuestra ciudad surge de distintas fuentes, entre las que destacan tres estudios del INDEC (Proyección para Argentina al año 2050, para la Provincia de Buenos Aires en 2040 y para Bahía Blanca y Coronel Rosales en 2025) y estadísticas de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y su informe de proyección para Argentina al año 2100.
“Dado que estas estimaciones de población presentan un importante margen de incertidumbre, asociado a procesos económicos, migratorios, no deben interpretarse como datos exactos sino como lo que son: estimaciones”, aclaran desde la consultora.
En base a la cantidad de personas que habrá en 2050, y teniendo en cuenta el défi- cit de 14.000 viviendas de la actualidad y otras cifras referidas al crecimiento del territorio, se proyectó que en los próximos 33 años se necesitarán 6.100 nuevas casas.
Y una de las claves del futuro (aunque parezca extraño) será saber de qué forma y en qué lugares de las 14.0000 hectáreas que ocupa Bahía se radicarán esas viviendas.
El estudio denomina a ese espacio “Huella Urbana” y afirma que en suelo bahiense --y según las normativas vigentes-- podrían vivir un total de 1.228.000 habitantes.
Eso demuestra que los bahienses vivimos dispersos, que ocupamos el territorio de manera deficiente, que trasladarnos es más caro y hacemos un mal uso energético. Y, por sobre todas las cosas, para tener servicios púbicos, el Estado debe gastar más dinero.
Tierras ociosas, el gran bache en el crecimiento
Uno de los mayores problemas detectados en el estu- dio es la enorme cantidad de tierras ociosas en el ejido urbano. Según el IDOM, hay 737 hectáreas de vacíos urbanos, entre los que se cuentan macizos de privados y estatales.
Para tomar dimensión del problema alcanza con hacer un cálculo. Si ese suelo se pudiera destinar a viviendas, alcanzaría para crear unos 37.000 lotes de 10 metros de frente por 20 de fondo.
Además se contabilizan otras 77 hectáreas de tierras ferroviarias a las que el estudio propone convertir en áreas verdes con la instalación de ciclovías y mobiliario urbano.
Bahía está entre las 10 ciudades de mayores vacíos urbanos del país y una de las consecuencias directas es que la radicación de las nuevas viviendas en la última década ha ido hacia la periferia, encareciendo el costo de vida para los vecinos y los costos de llevar los servicios básicos para el Estado Municipal.
“Esta situación hace que las nuevas construcciones se sitúen más allá de los predios ociosos, fomentando la creación de una Huella Urbana discontinua. El crecimiento en núcleos suburbanos como Barrio Parque Patagonia valoriza los predios cercanos, convirtiendo las prácticas especulativas en un círculo vicioso”, se indica en el estudio.
Como conclusión se puede afirmar que la densidad poblacional de Bahía es de apenas 24 habitantes por kilómetro cuadrado, la cifra más baja de la historia local.
El estudio también afirma que parte del nuevo crecimiento urbano se ha localizado en áreas con menor valor, “generalmente suelos menos aptos en la periferia ya que la oferta de tierras existentes está dirigida a los sectores más pudientes de la sociedad, mientras que existe un déficit habitacional para las clases bajas”.
Una de las consecuencias de lo difícil que resulta acceder a la tierra para las clases medias y bajas es la existencia de 32 asentamientos distribuidos en diferentes puntos de la ciudad y en los que se calcula que habitan unas 10.500 personas.
La mayoría surgió en los últimos 30 años mediante la usurpación de esos terrenos y, en la actualidad, no cuentan con servicios básicos u obras de infraestructura.
“En estas últimas décadas, el crecimiento de la huella urbana es muy superior al
crecimiento poblacional. Esto se debe al aumento de las áreas suburbanas rodeadas de zonas verdes y zonas residenciales de baja densidad”, destaca el estudio.
También mencionan los “problemas” que generó el Plan Procrear, implantado en el 2012. “Ha hecho subir los precios del suelo con beneficios para los créditos, sin
Un problema serio es la cantidad de suelo sin ocupación en el ejido urbano. Buscar una ciudad compacta es la meta.
neficios para los créditos, sin embargo los beneficiarios no encuentran terrenos en el mercado que cumplan las condiciones del plan”, afirman.
“Este aumento de los precios del suelo hace que la ciudad se configure según la capacidad económica de los estratos sociales: las clases medias y altas se ubican en suelos sin riesgo de inundación, rodeados de zonas verdes y servidos con infraestructuras”.
En cambio, “la población de clase baja se localiza en los suelos más económicos, alejados de los servicios y equipamientos y en suelos vulnerables”, afirman.
A modo de conclusión se afirma que en la actualidad, los vacíos urbanos y los suelos sin uso como los de la red ferroviaria, suponen una barrera que genera problemas de circulación y espacios degradados, además de una ciudad desarticulada, segregada, dispersa y poco eficiente.
Qué podría pasar en el futuro cercano
El estudio también hace una estimación de cuál será la Huella Urbana, es decir, hacia dónde crecerá la ciudad y en qué sectores se radicarán las nuevas viviendas en caso de que no haya intervenciones.
Estiman que de no haber intervención estatal se superarán cómodamente las 15.000 hectáreas con facilidad y que eso acarreará mayores problemas a los actuales.
En un escenario “descontrolado”, las nuevas viviendas de clase media y alta se instalan en tierras de la periferia y se da una expansión similar a la actual: pocas casas en amplios terrenos, servicios públicos escasos y caros, y un elevado costo de vida
n el caso de las familias de menores recursos el problema es más agudo, ya que los nuevos desarrollos de viviendas sociales y principalmente los nuevos asentamientos informales, se ubican en zonas desprovistas de equipamientos, lejanas a las fuentes laborales, con déficit de áreas verdes y problemas de conectividad con el transporte público.
De esa forma aumenta la brecha entre las zonas consolidadas y las nuevas, aumentando también los precios de suelo y la dificultad de acceder a viviendas en sectores con mayores grados de equidad urbana.
En el escenario óptimo la ciudad se hace más compacta, ocupa menos espacios, el Estado tiene menos dificultades para llevar asfalto o la infraestructura.
Para ello se propone la creación de planes de vivienda integral, de políticas de movilidad de suelos que permitan desarrollar las más de 700 hectáreas ociosas, entre otras.
La creación de pequeños centros comerciales
Otra de las propuestas de IDOM es la creación 9 centros comerciales en diferentes zonas de la ciudad que le permitan a los vecinos no tener que llegar hasta lo que hoy es el centro para realizar trámites.
El microcentro se mantendría como la principal centralidad. Se proponen cambios en algunas calles para cederlas al transporte no motorizado y peatones, y convertirlas en ejes cívicos.
También la creación de pequeños centros comerciales en cercanías a la terminal de ómnibus, zona de la Delegación Norte y barrios Latino y Los Almendros, Cerri, White y otra denominada Comercial Norte, en cercanías al barrio Patagonia y unida a través de avenida Cabrera-Sarmiento.
Diversas fuentes municipales comentaron que una futura reforma del Código de Planeamiento Urbano anunciada por el intendente Héctor Gay en abril pasado le dará el marco legal a la creación de esos espacios “céntricos” en los barrios.
Esas nuevas centralidades estarían unidas entre sí por un rediseño de los recorridos del transporte público, una red de ciclovías y calles jerarquizadas para generar un tránsito eficiente, además de la instalación del tan mentado tren urbano que nunca llegó a concretarse.
Por el momento solo se puede afirmar que la Bahía de 2050 no será cosmopolita ni se convertirá en un centro urbano superpoblado. Seguramente el viento siga siendo un protagonista diario y el “pero” se use para terminar una frase.
El gran desafío bahiense para mediados de siglo será el de achicar las brechas sociales y tapar los baches que dejó la especulación inmobiliaria con el paso de los años.