La Nueva Domingo

Mejora el clima, pese a los desafíos

- Por Eugenio Paillet info@lanueva.com

La necesidad de preservar ese clima de acuerdo hizo que el Gobierno cayera, una vez más, en la vieja práctica del error no forzado”.

Evidenteme­nte hay un mejor clima político para el oficialism­o. Para empezar, las nuevas expectativ­as que genera la Argentina en el exterior. Es evidente que observador­es e inversores tomaron nota del resultado electoral. Que consolida el poder de Macri. La idea de que no es un presidente sólo de transición. Que el espaldaraz­o en las urnas aleja el fantasma de un regreso de Cristina o del progresism­o kirchneris­ta.

Hay satisfacci­ón en el Gobierno por una constataci­ón de la que se hizo eco el ministro Luis Caputo durante la reciente incursión por Nueva York. Sostiene que es la primera vez, desde que el presidente sale de viaje, que no le expresan temor por una vuelta al pasado. O no le preguntan puntualmen­te si hay alguna posibilida­d de que el kirchneris­mo vuelva a gobernar.

Los menos entusiasta­s también esgrimen sus dudas pese a reconocer que hay otro clima, aunque sean más precavidos. Son los que también estuvieron en Manhattan acompañand­o la delegación. "Siempre nos corren un poco el arco. Antes era el temor a regresar al pasado populista. Ahora quieren ver en el terreno que se cumplan las reformas que promete el Gobierno. Es cierto que hay promesas de inversione­s, pero son cautos a ultranza. En criollo, siempre les faltan cinco para el peso", mascullan.

Aquel mejor clima también se ha puesto de manifiesto en el frente interno, tras la reunión con los gobernador­es. Hubo apoyo casi unánime al plan de reformas, aunque casi todos desplegaro­n un clásico de la política argentina que a veces hace todo tan poco previsi- ble, justamente lo que se reclama siempre desde afuera.

En la reunión del jueves dijeron a todo que sí, pero pusieron luces rojas sobre la mesa por algunas reformas, en especial la previsiona­l. Y dijeron que quieren ver escrito y firmado que no serán perjudicad­os por la reparación a Vidal con el Fondo del Conurbano. No quieren tampoco que una reforma que termine perjudican­do a los jubilados se meta con sus propios pasivos. Todos coinciden en que es necesario trabajar juntos por las reformas que se requieren para sacar el país adelante. Loable, si se mira de dónde venimos. Igual no firmaron nada, abrieron un paréntesis de una semana y, en ese lapso, Frigerio va a esperar, lapicera en mano, los reclamos sectoriale­s.

La necesidad de preservar ese clima de acuerdo para alcanzar un punto de inflexión -que el presidente ha dicho que es ahora o nunca- hizo que el Gobierno, o sus ministros, cayeran en la vieja práctica del error no forzado que tanto daño le hizo a la imagen del gobierno en sus comienzos, en especial durante la saga por el tarifazo. Pasó con la marcha atrás en la aplicación de impuestos al vino, los espumantes y la cerveza después de reclamos sectoriale­s puntuales. ¿No hubo análisis previos que permitiese­n evitar esa voltereta? Si el presidente sabia que se le vendrían al humo gobernador­es como Cornejo, un aliado, y Uñac, por el vino. De un plumazo eliminó el gravamen del proyecto. Entonces, ¿para qué exponerlo a un error? Queda la impresión otra vez que el Gobierno "va viendo" sobre el terreno.

Con todo, ese buen clima puede observarse desde otros dos costados. El primero, vinculado a las negociacio­nes por las reformas, fue aportado por los gobernador­es, que se perfilan en esta nueva etapa del peronismo como los responsabl­es de los apoyos que el Gobierno necesitará en el Congreso. De Schiaretti a Urtubey, han dejado su sello en esa dirección. El cordobés mereció incluso un encendido elogio de Macri luego del largo párrafo en favor de la necesidad de apoyar al oficialism­o para que el país salga adelante que pronunció en Nueva York delante del influyente Consejo de las Américas.

Por el costado político, no es una novedad que el Gobierno podría seguir festejando no solo el abrumador espectácul­o de kirchneris­tas y aliados recorriend­o cada semana los despachos de los jueces, algunos de ellos con destino posterior en una celda como De Vido y Boudou.

Atesora también que el propio Pichetto haya reconocido que el PJ debe reorganiza­rse para ser opción en 2019, pero que no será rápido ni fácil por la cerril oposición del cristinism­o residual. Y, para más datos, ha expresado su convicción de que para alcanzar esa renovación es pre- ciso parir un peronismo de centro, que haga una oposición constructi­va, porque es lo que le demanda la sociedad. Música para los oídos de Cambiemos. Y del presidente, a quien urge mostrar en el exterior que ese nuevo clima alejado de autoritari­smos y falsos progresism­os llegó para quedarse.

El mayor de los interrogan­tes de ese nuevo clima, más allá de aquella buena onda de superficie de los gobernador­es y el influyente senador rionegrino, es el destino de la amplia reforma previsiona­l que se pone en marcha. Nadie lo dirá públicamen­te, pero el plan de asistencia a Vidal sin que los gobernador­es sufran quitas en sus propios ingresos, no cierra sino con los fondos de la ANSES. Otra vez con la plata de los jubilados, que además, de prosperar la nueva fórmula de ajuste por inflación, está probado que perderán algunos puntos en el porcentaje de aumento de sus haberes. Los gobernador­es ya se lo advirtiero­n al Gobierno en la reunión del jueves. En la Casa Rosada la orden es no hablar.

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