Un pueblo pequeño y con una historia inmensa para conocer
Los lugareños se caracterizan por su sentimiento arraigado de pertenencia. Eso es lo que permite que esta población se encuentre siempre cuidada y en óptimas condiciones para que los turistas sigan disfrutándola cada vez que la visitan.
La plaza central, con su mástil y sus farolas, así como la entrada al cementerio, forman parte de la obra del ingeniero Francisco Salamone, que dejó su huella en la zona.
Cada localidad del distrito de Tornquist posee su propia impronta, su especial imagen, su forma de ser y sentir. En suma su identidad, su tradición.
Recorrer Saldungaray es encontrarse a cada paso con edificaciones de principios de siglo que, a simple vista, testimonian el paso de los años y que sobreviven a pesar de ellos.
Enclavada en un amplio valle interserrano, el pueblo emerge entre la majestuosidad que le imprimen los cerros del sistema de Ventania.
El más alto exponente es el cerro Tres Picos que, curiosamente, se muestra con cuatro picos bien definidos. Culminando el abrazo, se observa el cordón de Pillahuincó, destacándose el Cerro Bonete. Estos le otorgan un marco de especial belleza al paisaje, que varía de acuerdo con el punto desde donde se lo observa.
Un protagonista especial es el Río Sauce Grande. En su margen occidental se ubica el parque municipal, un amplio predio arbolado por donde se accede al balneario municipal rodeado de altas barrancas. Natural y agreste, posee un encanto particular que invita a descansar plácidamente.
Calles amplias bordeadas de añosos árboles le otorgan un sello especial. Llama poderosamente la atención la limpieza, orden y pulcritud en todos sus rincones, aunque sean de calles de tierra.
Esta es la definición de una población cuyo amor por su terruño la demuestra en su dedicación por mejorar todos los días un poco más.
Aunque nada es por casualidad, ese sentimiento arraigado de pertenencia lo adquirieron con el correr de los años y a me- dida en que los hechos marcaban su historia.
Su gente, sencilla y amable, trabaja incesantemente por lograr el progreso de su tierra, esfuerzo del que hacen gala y se sienten muy orgullosos de pertenecer.
Su infraestructura ya lo muestra; la plaza central “Independencia”, como tantas otras obras existentes, es en parte mérito del ingeniero Francisco Salamone, hecho que le otorga mayor jerarquía y especial trascendencia por la calidad que se evidencia en el monumental mástil y sus farolas.
Ubicadas alrededor de la plaza, tal el diseño y concepción de aquellas épocas que definían la organización de una población, se instaló la delegación municipal, el Centro Cívico que contiene el Registro Civil y el correo, la unidad sanitaria, el Jardín de Infantes y, más allá, las instalaciones del hoy establecimiento educativo Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa.
Continuando la recorrida se encuentra el Hogar Agrícola Santa Inés y en la esquina siguiente la escuela primaria y la especial; luego la Iglesia Nuestra Señora del Tránsito y culminando la vuelta a la plaza central, el Instituto Fortín Pavón y la Biblioteca popular. En adyacencias, la Cooperativa de Electricidad y la subestación de policía local.
En todos los transportes
Automóviles y camionetas, motos y bicicletas, todos los medios son útiles a la hora de trasladarse, aunque también se llega al pueblo desde los campos vecinos a caballo, como antes, como siempre y este es un hecho que le agrega color y sabor rural a quienes se acercan a conocerlo.
En definitiva, una variedad de atractivos se pueden recorrer aquí, obras arquitectónicas de gran valor cultural y el clásico Fortín Pavón, icono indubitable de los comienzos de la instalación de los primeros pobladores. También la Iglesia Nuestra Señora del Tránsito pero por sobre todo sus calles bellas y tranquilas.