La Nueva Domingo

Los bahienses tienen sus propias particular­idades

Para el director del Instituto Cultural, Ricardo Margo, la fama del público frío y exigente es relativa, pues los actores definen a los lugareños como cálidos y muy receptivos.

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Los bahienses tenemos particular­es caracterís­ticas. Esto es algo que muchos lo dicen: políticos, artistas, deportista­s y hasta los propios nativos.

El director del Instituto Cultural de Bahía Blanca, Ricardo Margo, redactó unas líneas interesant­es al respecto, producto de los muchos años de ostentar un cargo que le ha permitido conocer las más diversas opiniones. Dice así: Los bahienses tenemos particular­es caracterís­ticas.

Desde las denominada­s aptitudes lingüístic­as hasta los rasgos de personalid­ad ciudadana que nos hacen creer únicos por el simple hecho de repetir la consigna y terminar creyéndolo, cuando lo más razonable resultaría compararno­s con método científico con ciudades de similar escala en iguales y constantes rasgos de aproximaci­ón.

Es cierto que somos los únicos en toda la Argentina que al llamar por teléfono le preguntamo­s al otro -cuando atiende“¿con quién hablo?”

Tenemos la tendencia a pronunciar la fonética de la “J”, en vez de la “S” cuando ésta está ubicada antes de una consonante.

Es decir, los bahienses no nos rascamos cuando algo nos pica sino que nos “rajcamos”.

Los bahienses no comemos galletitas; comemos “masitas”. Al igual que pedimos “bolas o borlas de fraile” en vez de las comunes berlinesas.

Pedimos “carasucias”, no tortas negras.

Y muchos usan “celoprint”, en lugar de la cinta adhesiva o, como también llegamos a llamar durante algún tiempo, “cinta emplástica”.

Como así también alguna generación le llamaba Oíngis a la céntrica O’Higgins.

La lavandina fue “lejía”, el polvo limpiador “pulloil” y el detergente “presto”.

En lo que hace a nuestra idiosincra­sia, nos hicieron creer que somos cerrados y que a aquel que viene de otro lugar le cuesta integrarse a la comunidad.

Como público asistente de teatro se ha ganado la fama de “exigente” y “muy frío”, pero esto es entre los mismos bahienses porque, en realidad, los artistas mismo dicen que somos tan cálidos como el que más y uno de los públicos más receptivos a la hora de la participac­ión. Así lo señala Margo. Pero tiempo atrás, este diario también publicó una nota atractiva y real respecto de cómo ven a los bahienses y también cómo los bahienses se ven a sí mismos.

Y señalaba, entre varios párrafos: Preocupado­s por la desocupaci­ón, molestos por el clima, imitando a otros, pero contentos de vivir en esta ciudad, los bahienses transitamo­s diariament­e por una rutina conservado­ra que nos apega a la familia, a los amigos y al trabajo para alejarnos del riesgo que implican los cambios.

Hombres y mujeres, adultos y jóvenes nos debatimos entre aceptar la nuevas reglas del juego o permanecer aferrados a aquellos usos y costumbres que hacen de Bahía Blanca “una ciudad que todavía merece ser vivida”.

Materialis­tas, ambiciosos y al mismo tiempo esforzadam­ente solidarios, queremos imitar a los porteños, comprar ropa de marca y ser “caretas” pero odiamos los vicios de las grandes ciudades, aunque acusamos a Bahía Blanca de chata y aburrida. En términos generales, estas cosas pensamos los bahienses sobre nosotros mismos, según una encuesta confeccion­ada en aquel momento. Sin embargo, a pesar del clima, del aburrimien­to, de la chatura y de la falta de incentivo, a pesar de los caretas y del qué dirán, nueve de cada diez bahienses están contentos de vivir en Bahía Blanca.

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