“Un fenómeno casi invisible”
La doctora Rizzo aseguró
que lo complejo respecto de los daños que provoca el maltrato psicológico es que “nos adentramos en un fenómeno casi invisible, en una serie de hechos que hay que armar como un rompecabezas, para inferir a partir de un modelo de relación que se establece y se va perpetuando”.
Describió que las secuelas o consecuencias, en caso de no intervenir oportunamente, permanecerán durante toda la vida, reiterándose en otros ámbitos.
Entre ellas citó “el miedo injustificado hacia los adultos, tendencia al aislamiento, carencia de deseos de participar en juegos o actividades grupales, desconfianza hacia otros adultos que se muestren afectuosos, somatizaciones, trastornos en el control de esfínteres, retraso y detención en el crecimiento”.
También mencionó que las víctimas pueden sufrir “estallidos y agresividad, intolerancia al llanto o gritos de sus pares, accidentes frecuentes, bajo nivel de autoestima, ansiedad, timidez y dificultades para ir a la escuela”.
Agregó que este tipo de maltrato tiene que ser abordado de manera multidisciplinaria, “con el objetivo de reestructurar vínculos afectivos”.
“Generalmente los niños son quienes mejor reaccionan ante las intervenciones profesionales, pues tienen mayor plasticidad y flexibilidad para emprender cambios; a los adultos les cuesta reconocer y aceptar”.
“El primer paso es la detención del maltrato, para dar paso a un proceso de cambio. Se cambia `con el niño´ y `no al niño´ . Es un proceso centrado en la restitución de la dignidad, focalizando que lo negativo reside en el maltratador”, finalizó la profesional.