La Nueva Domingo

La maquinaria de Maduro

-

Mi vida cambió. Tengo una casa digna gracias a la revolución”. Oswaldo Sánchez, cazador de votos del chavismo, presume de un televisor de 42 pulgadas en la sala de su apartament­o en Caracas.

Devoto del fallecido expresiden­te Hugo Chávez, cuyos ojos y firma dominan la fachada del edificio, Sánchez empuja la maquinaria del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en cada elección. Y este domingo, en la de alcaldes, no faltará a su compromiso con el mandatario Nicolás Maduro.

“Era impensable para un pobre vivir aquí”, cuenta a la AFP este líder comunal de 47 años en su vivienda de La California, una urbanizaci­ón de clase media.

Hace seis años habitaba un precario “ranchito” de cuatro metros cuadrados en Petare, la favela más grande del país petrolero.

Está orgulloso de ser una pieza del engranaje electoral chavista, estrechame­nte ligado a los programas sociales, que la oposición llama “clientelis­mo puro”. Aunque los principale­s partidos opositores se marginaron por “falta de garantías”, no baja la guardia y está listo para movilizar a sus vecinos.

Debe garantizar que voten de 10 a 30 personas, y de paso acallar posibles denuncias de amaños como las que vertieron esas agrupacion­es tras los comicios del 15 de octubre, en las que el oficialism­o ganó 18 de las 23 gobernacio­nes.

Para ello, el PSUV usa la base de datos del “Clap”, un sistema de distribuci­ón de alimentos subsidiado­s que según el gobierno beneficia a seis millones de familias. También emplea el “Carnet de la patria”, una tarjeta electrónic­a lanzada por Maduro como requisito para acceder a las “misiones sociales” y tramitada por 16 millones de venezolano­s, según cifras oficiales.

Sánchez pasa sus días en el Núcleo Socialista Francisco de Miranda, centro de operacione­s chavista donde entregan carnés, para lo cual Maduro organizó jornadas especiales antes de las municipale­s. Música “revolucion­aria” suena a todo volumen mientras cientos de personas hacen fila para registrars­e. Según Sánchez, en la última semana hubo 30.000 inscripcio­nes. Dentro del núcleo funciona un mercadillo con queso, ja- món, salchichas y verduras a precios bajos, todo un privilegio en un país acosado por la hiperinfla­ción y la escasez.

El carné, que los opositores consideran un “mecanismo de control social”, es necesario para acceder a otros planes como el de distribuci­ón de medicinas, escasas en 85% según la Federación Far- macéutica.

“Nos tienen como ganado”, se queja Dilia de Camacaro, de 70 años, en fila el último día de prórroga para los trámites. Teme que se convierta en requisito obligatori­o para “muchas otras cosas”.

“Con este aparato clientelar, las elecciones han perdido carácter democrátic­o y son manipulada­s. Es una revolución censitaria”, explica a la AFP el politólogo Luis Salamanca, aludiendo a un sistema de voto restringid­o que adoptaron algunos países en el siglo XIX.

Sánchez acusa a la oposición de “satanizar el Carnet de la patria”, aunque reconoce que se usa como “medición a boca de urna”.

Maduro, que buscará la reelección en 2018, pide a los carnetizad­os chequear su voto en los “Puntos Rojos”, unos toldos del PSUV situados a unos 200 metros de los centros electorale­s: “Sabemos cuáles y cuántos carnetizad­os votaron gracias al código QR”.

“En ese dispositiv­o está lo que usted hace”, advirtió el poderoso dirigente chavista Diosdado Cabello, quien antes de unos comicios suele amenazar con despidos a empleados públicos “escuálidos” (opositores).

Maduro logra “que sus votantes vayan a las urnas sobre sus propios estómagos hambriento­s”, declaró a la AFP Jesús Torrealba, exsecretar­io ejecutivo de la opositora Mesa de la Unidad Democrátic­a (MUD).

Un trabajador con el salario mínimo gana 456.547 bolívares (153 dólares a tasa oficial y 4,9 en el mercado negro). Un kilo de carne promedia 150.000 bolívares. Según un estudio de las principale­s universida­des del país, la pobreza alcanzó 30,2% y la pobreza extrema 51,5% en 2016. El gobierno las ubica en 18,3% y 4,4%. También hay denuncias de ventajismo por el uso de medios de comunicaci­ón estatales y empresas como la petrolera PDVSA con fines electorale­s.

Sánchez admite “muchísimas fallas” en la revolución, pero la defiende porque le dio “libertad de conciencia”, una casa, estudios universita­rios para sus hijos y “sin falta” le llega su caja de comida cada mes.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina